Energy

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Entre las "tinieblas" de los pasillos que dirigían hacia la parte trasera del instituto, es por donde siempre veía a ese chico. Lo consideraban alguien extraño, antisocial, no pasaba los recesos con nadie, pero siempre estaría en los pasillos de atrás, los que dirigían a la olvidada biblioteca donde aún trabajaba una mujer pelirroja, su cabello en sí parecía una planta exótica, por cómo lo peinaba y sus características de volumen.

Esa misma mujer era quien hacía quince minutos había sido encontrada durmiendo, y la misma con la que "discutía".

—Sabes muy bien que debes entregar el libro de psicología biológica—Decía la mujer, quien para añadir, era una señora con Alzheimer.

—Claro, lo devolveré mañana... sólo quiero entrar para... leer y esas cosas—Decía Reborn, un joven de voz extremadamente grave para su edad, atribuido a la cantidad exagerada de cigarrillos que consumía a escondidas de sus padres.

La mujer lo miró con interrogación, examinándolo y finalmente dejándolo entrar, recordándole que debía entregar el dichoso libro antiguo que había regresado hacía un mes.
Reborn se encaminó, pasando entre los enormes pasillos de libros, examinando la madera y percibiendo el olor a libros viejos y hojas nuevas. A su parecer no era una combinación tan agradable, o eso hasta que un extraño olor llegó a él.

Parecía una combinación de canela, y marihuana; era dulzón y quemaba. Sintió su nariz cosquillear, y tenía ganas de estornudar, lo que lo detuvo fue una enorme masa de humo que provenía de los pasillos del fondo, en una habitación sin puerta, la alcoba de los libros más antiguos y abandonados. A primera vista había visto una base para incienso, más bien supo qué era exactamente cuando vio una rama de color café soltando humo, al principio eran densas nubes, hasta que se transformó en una simple línea. La base parecía hecha a mano, consistiendo de una rana acostada, sujetando la rama con la boca, mientras colocaba sus manos detrás de su cabeza y cruzaba las piernas, su alrededor era un fondo, césped, algunas plantas sobresalientes y una que otra flor mal pintada. El aroma era similar a la marihuana, provocando mareos desde antes de llegar a su origen del humo. Se cubrió la nariz y la boca con el antebrazo al estornudar.

—¿Te molesta el aroma? Tengo de coco, ese podría agradarte más—

Era una suave voz, una que no había oído jamás en el instituto.

Se giró y se encontró con un joven, y era el joven de los pasillos.

Tenía grandes ojos cafés, a sí mismo como piel pálida y tostada a su vez; había algunos lunares y pecas sobre sus mejillas y puente nasal, mientras portaba una pieza color violeta en su ceja, un piercing. Tenía otro en el lóbulo de su oreja, el cual tenía una pieza en un pentagrama. Vestía una camiseta de cuello alto color marrón, encima portaba una camisa color verde oliva abierto de par en par, que cubría parcialmente sus muslos. Usaba unos jeans holgados y un par de botas de color negro. En su cuello habían centenares de lo que parecían joyas de colores, tenía una similar al color de su pieza de piercing, así mismo como tenía un choker con el mismo pentagrama. Su escasa barba podía ser fácilmente invisible, sin embargo era notoria.

—¿Qué se supone que haces aquí?—Preguntó con sorpresa Reborn, observando cómo el joven se dirigía hasta el incienso que estaba por terminarse, apagándolo y sacando otra rama de una caja en círculo.

—Concentro mis chakras... tuve una prueba académica y cargo malas energías...—Murmuró con voz soñadora, mientras encendía la rama, dejando de lado los encendedores.

—¿Disculpa?—

El joven se rió, mientras demostraba su hilera de dientes blancos y un par de tiernos colmillos. Cuando la rama yacía encendida, la colocó en la curiosa base. Para después sonreírle a Reborn.

—Me llamo Raúl, pero puedes decirme Auron—Sonrió el chico. —Es un nombre que se basa en las propiedades del oro, un apodo que va más allá de ser simple, porque representa la magia, y al mismo tiempo puede presentarse como un león... avariciosos y de precioso color...

Movía las manos en un frenesí intenso, curveando sus dedos al momento de hacer el énfasis de los colores y las demás cosas extrañas acerca del chakra... lo que sea que fuera. En sus manos habían varios anillos, decenas de ellos, tenía uno de color verde limón, otro de un dragón, otro que portaba un abejorro encima, y varios que eran de plata. Habían un par en sus pulgares, anular, el dedo corazón y el meñique, por lo menos tres en cada uno de ambas manos. Cuando terminó de hablar, Reborn frunció el ceño, era curioso como podía decir tantas cosas extrañas en una sola frase y por una sola palabra.

—Entonces... Raúl, Auron... ¿Qué te trae por aquí?—

—Las energías de aquí son negativas, el incienso es la clave para limpiar—Dijo en calma, y mirando a Reborn con atención, o eso hasta que sostuvo un libro que había en el suelo. —También vine por los libros de magia, es increíble cuántos puedes encontrar entre los más antiguos

—La magia no existe, se explica con ciencia—Dijo firme Reborn, provocando que Raúl sólo negara con la cabeza.

—Pese a que tengas un aura poderosa, tienes una mente muy cerrada, ¿eres así siempre?—Cuestionó, empezando a remover cosas entre su bolsa de piel con tiras del mismo material.

—Esa debería ser mi pregunta—Dijo firme Reborn, siguiendo los movimientos de las manos de Raúl. —¿Siempre eres así de...

De un momento a otro, el chico se detuvo, miró hacia el incienso y se alarmó al ver el tipo de humo que desprendía, o eso suponía Reborn, ya que hace un momento el humo era diferente y no había objetado nada. Se encaminó hacia la base y el incienso, llevando entre sus manos una vela y unos pétalos de rosa, ambos de color blanco, y amarillentos en el caso de la flor.

—¿Te molesta si te hago una limpieza? Parece que tus energías se vuelven más pesadas—Habló el chico, mirando a Reborn.

Accedió, de alguna forma. Fue sentado en el fondo de la alcoba de libros, encima de lo que parecía ser una alfombra hecha a mano, el chico mientras tanto, iba paseando con la rama entre dos de sus dedos, haciendo círculos a su alrededor, y cuando se encontró con Reborn hizo un pentagrama. Le dio escalofríos el sólo pensar lo que podría significar cada uno de sus movimientos, pero se dejó hacer, cautivado por la esencia que derramaba Raúl con cada movimiento que hacía, era intrigante encontrar una flor tan exótica en un mar de cosas más extrañas. No era extraño, para nada, era exótico, único.
Olía a dulzón y a quemado, marihuana, pero también portaba esos movimientos tan delicados que lo hacían agitar y dudar acerca de lo que realmente pensaba. Ya desde antes pensaba en todo esto como una tontería, pero ¿estaba dispuesto a dejar entrar esas ideas, por él? ¿Alguien que acaba de conocer?

Pero sus ojos lo contradecían, demasiado para ser verdad. La magia del resplandor que reflejaba la pieza que tenía en su ceja, los toques de sus manos pálidas y rosadas, cubiertas de plata y anillos. Sentía su ser entero sucumbir ante esa pequeña sonrisa y esos ojos, cubiertos por una leve capa de rojizo; tenía algo que lo hacía ver aún más misterioso de lo que debería.

Finalmente, luego de esparcir especias a su alrededor, pasearse con dos inciensos de distinto aroma, el chico abrió sus ojos en demasía, viendo fijamente hasta los ojos contrarios. Nuevamente llegaba ese escalofrío, no conocía de su vida -No por ahora- pero de alguna manera le cautivaba de sobremanera la forma de sus labios esponjosos y rojizos, temblando con esa sutileza que tenía al caminar entre las personas. Por alguna razón sentía ese sentimiento de cobardía que sólo podría experimentar a la hora de ser el primero en presentar sus proyectos académicos, era cobarde y tenía una gran envidia de un alrededor que compartía la presencia de Raúl.

El joven finalmente le sonrió y se sentó frente a él, le dio un gran vuelco a su estómago tener más de cerca la forma curvea de sus labios, le asustaba de cierta manera que supiera lo que pensaba, y tal vez tenía razón al temer de ello, puesto que su siguiente movimiento fue el beso que le dio, acariciando su textura con la suya propia, un sabor que se sentía amargo y olía a marihuana, sin embargo, era una sensación cálida. Se sentía tan a gusto con él que le daba miedo.

—Definitivamente eres alguien con esa aura... es curiosa la forma en la que tu energía se expande, es sutil y cómoda, está llena de ese sentido del ser positivo que es escasa...

[...]

La pieza de Auron en esta OS estaba hecha de amatista, un pequeño dato curioso.

Talk Dirty To Me (REBORNPLAY)Where stories live. Discover now