"I Love You"

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A mitad de la noche, despertó. El ambiente era cálido bajo sus sabanas, pero era gélido por afuera. Su vista parecía haberse acostumbrado bastante bien a la oscuridad, así que podía divisar algunas cosas en la oscuridad. Entre ellas, estaba su escritorio, su portátil, una silla con su enorme oso de felpa que le regaló su novio, y un poco más a la izquierda yacía su cómoda, donde descansaban sus lentes que usaba algunas veces al leer, al igual que una figura del hombre araña para colección, y más a la derecha estaba su reloj.

4.36 a.m

Se sentía confundido, jamás se despertaba a tales horas de la noche.

Fue al baño, se lavó la cara y revisó su móvil, tratando de leer los mensajes de buenas noches que su novio le había dejado antes de hacer su viaje por carretera con sus hermanas, Mónica, Aurora y Luciana. Era curioso cómo era más unido a sus hermanas que a su madre, quizás era porque a la señora le disgustaba el hecho que tuviera una pareja hombre, y que su hijo fuera homosexual.
Los mensajes se leían por cómo contestaba a cada uno de los mensajes que le mandaba, y finalmente terminó de escribir cinco mensajes, todos con corazones en ellos o un emoji de la cara que estaba sudando y era de un color rojo total. Decidió esperar para mandarle un mensaje cuando dieran las once, ya que a esa hora despertaba.

Mientras tanto, empezó a leer las noticias; su novio decía que eso le hacía parecer como un señor mayor, aún más cuando lo hacía con sus lentes, dio una corta risa al recordar aquello, sin embargo, se incorporó en su cama y encendió su pequeña luz de noche amarillenta que había en la cómoda del lado derecho.

La lista de noticias sumergía, y sin quererlo, iniciaba una especie de ruleta rusa. Robo de un banco, escuelas abiertas, política, presidentes, un incendio, entrevista a un niñato "famoso" que sólo tenía suerte en internet, marcas de ropas...

Choque automovilístico.

Y fue cuando la mitad de su vida lo abandonó.

Pocos días después, estaba ahí, frente a su tumba. Cerrada, claro, después de todo había perdido la mitad de su rostro. Alguna vez había escuchado decir a Raúl que cuando su hora llegara, tendría su ataúd abierto, para que todos vieran lo guapo que era incluso en la muerte. Y ahora estaba cerrada, nadie la abriría para ver su rostro consternado, asustado, y finalmente en una mueca de dolor y pesadez, pasando a la inevitable muerte.

Maldecía con todas sus fuerzas y lágrimas al jodido sujeto - un ebrio- que había colisionado contra el pequeño auto de la hermana de Auron, maldecía que hubiera matado a su novio y que dejara sin piernas a su hermana, Luciana. El desgraciado por ahora estaría enfrentando a la ley y tendría que pagar, cosa que jamás podría hacerlo. Era un alcóholico, era evidente que no tendría dinero si planeaba matarse en plena carretera. Maldecía a ese sujeto porque sus acciones le habían arrebatado cosas importantes a los seres queridos de otras personas; a Luciana le arrebataron el derecho que tenía una niña de ocho años para correr detrás de los niños y ser saludable, y a Reborn le habían quitado al amor de su vida.

Auron ahora estaba ahí, adentro, mientras que sus tres hermanas lloraban desconsoladas, Luciana aún más por el dolor inmenso que sentía en sus piernas. Recién salía de su hospitalización.

Su ataúd era deprimente, no tenía la marca que solía tener Auron, no había trazos de absolutamente nada, no habría singulares notas de burla, era una simple caja de madera, donde descansaban ahora la tierra y las flores. Era curioso cómo Reborn fue el único que se encargó de llevar lirios y claveles, sus flores favoritas. Lloraba mientras veía como un par de hombres desconocidos cubrían su ataúd con tierra, tierra húmeda por la lluvia que hacía, después de todo era Junio.

Talk Dirty To Me (REBORNPLAY)Where stories live. Discover now