Wake Up

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La mañana comenzaba de la mejor manera, y nada podía ser mejor que abrir los ojos y encontrarte su somnolienta expresión de profundo cansancio y descanso. Ver la iluminación de su piel con la luz matutina.

Su mano se detenía sobre la curvatura obligatoria de sus caderas sobre el colchón, manteniendo una forma curvea por la piel donde era marcada en la postura, remarcando la forma de los trazos entre sus dedos contra la suave piel, acariciando después con el dedo pulgar. Su dicha era sentir la calidez de su amor, lo tibio que era su cuerpo y recordarse lo agradecido que estaba de no estar tocando un desvanecido cuerpo, un cadáver lleno de profundos pensamientos, una simple cáscara que antes había sido un suave remolino de sentimentalismo y pesimismo; lleno de obligatorios pensamientos tristes y una enorme esfera de necesidad por volver a fumar, o en el peor de los casos, volver a caer en las drogas.

Desde esos tres años en que conoció a Reborn, pudo ser espectador de cada una de sus facetas en tan poco tiempo, tres cortos años. Lo conoció en el parque, y no estaba precisamente conviviendo con personas o con la naturaleza, sino que estaba tumbado y desmayado en los juegos del parque; la hermana pequeña de Raúl lo había encontrando, luego de haber explotado en risas y diversión, viéndolo dentro, respirando lento, tan delgado. La pequeña niña -claro que se había asustado, por ello, llamó asustada a su hermano.

"¡Hay un vagabundo ahí! ¡Tienes que ver si está bien!"

En parte se había molestado, ya que quedaría ridiculizado frente a las dos madres que platicaban mientras sus hijos jugaban en la tierra, pero también estaba molesto porque seguramente era un engaño de su hermana sólo para que entrara, luego de no hacer caso a sus caprichos. Sin embargo, verdaderamente fue una gran sorpresa haberlo visto ahí, tirado, con un olor muy fuerte a pasto o flores quemadas.

Lo llevaron a casa, ya que suplicó que no llamaran a una ambulancia o a la policía; su madre, no estaba nada contenta con su estadía, o eso fue hasta conocer la historia de un hombre, solitario como su apariencia casi lo dejaba ver. Un hombre vulnerable a las drogas, enamorado de la prostituta de nombre heroína. Sus venas se veían amoratadas bajo la espuma densa del baño, su rostro de veía grisáceo, realmente necesitado de su droga. En los antebrazos, portaba horrendas marcas de varios puntos, todos provocados por las jeringuillas que usaba para sentirse vivo.

Decía que no tenía vida, porque vivir no era el sinónimo de despertar y hacer una rutina; existía, pero no se sentía vivo, o eso cuando podía acariciar a su enamorada y sentirse vivo al probarla. Su adicción a una curvea silueta de las drogas.

Pero encontró el amor en los ojos de Raúl. Fue la única persona que le había dado una sincera comprensión, algo más allá de lástima, porque le mostró cada pequeño corte anterior en tonos más pálidos, en sus muñecas, abdomen y pecho. Le dijo que eran más fáciles ocultar en el pecho y el abdomen porque así nadie vería eso, aunque de cualquier forma a nadie podría importarle menos. Ambos habían compartido su miseria, y jamás se dieron esa lástima que veían en las terapias, en las juntas de adictos. Era un reflejo que tenían al verse, pero ambos sabían que querían protegerse, o eso cuando conocieron sus historias. Merecían unos minutos de serenidad, en los rincones con el espejismo de una personalidad igual a la contraria, un reconocimiento ajeno y propio, sentirse tan cercanos a lo que escuchaban. Y gracias a la ayuda del otro, ambos acudieron por ayuda. Se dieron cuenta de lo mal que podían estar y seguir estando, gracias a aceptar que tenían un problema.

Luego de tres años, se hicieron pareja, y durante dos años más siguieron acudiendo a terapia. Consiguieron trabajos estables y fue cuando entre los dos pudieron alquilar un pequeño piso para ambos.

Pensar en lo que habían conseguido juntos, como pareja, hizo sonreír a Raúl, quien seguía viendo con ojos entrecerrados la expresión del despertar de su novio, quien estaba con vida, desintoxicando, con un poco más de peso, pero vivo. Bostezó y después miró los ojos brillantes de Raúl, despiertos, lejos de esa ansiedad que le atormentó tanto tiempo. Sonrió al sentir esa calidez sobre su piel, acariciando con la piel que sucumbía en las caricias de su cintura.

—Buenos días—Susurró Renato, viendo cómo Raúl sonreía en respuesta.

—¿Por qué susurras?—Cuestionó susurrando, sonriendo por seguir su juego.

—¿Y tú por qué susurras?—Contraatacó, sonriendo.

Se dieron un casto beso, pasando a uno profundo. Ambos sintieron ese cosquilleo, esa descarga eléctrica que sucumbía entre sus pechos y entre cada roce. Sus besos fueron detenidos por los maullidos de sus tres gatos. Bosnia, Fénix y Lukas, el más pequeño. Los tres se acercaron a los dos, quienes salieron de su burbuja al escuchar a sus lindos gatitos aproximarse hasta ellos. Sonrieron al ver cómo el más pequeño de los tres mininos trataba de subir a la cama.

Un despertar que siempre querían tener.

[...]

Muy corto, lo sé.

xoxo.

Talk Dirty To Me (REBORNPLAY)Where stories live. Discover now