/ Capitulo 05 /

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Tomando el futón en sus manos, lo mira por unos segundos para luego desviarse hacia ti —te diré mi condición—

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Tomando el futón en sus manos, lo mira por unos segundos para luego desviarse hacia ti —te diré mi condición—.

—¿Oh, en serio?— una sonrisa divertida se asomó en tus labios, tenías curiosidad sobre lo que te podía decir. Ya lo conociste lo suficiente para saber que no te pediría algo exagerado.

—Solo quiero saber… ¿Dónde estabas cuando murió tu madre?—.

—ª—. Eso sí era imposible.

—(Oh, primero la anterior yo se perdió y luego sólo estaba buscando la forma de matarse. Al final, sí murió, pero ahora yo estoy poseyendo su cuerpo)— no era algo que pudieras decir sin explicación. Sonaba como una broma de mal gusto.

—Después de salir a vender, fuí a ver a Fujiwara-kun. Al regresar a casa, me perdí en la noche y comencé a deambular en el bosque—.

Cambiando las cosas un poco, en realidad no estabas mintiendo… solo estabas diciendo las cosas a medias.

—¿Y después? No desapareciste por solo unas horas—.

—En realidad, creo que llegué más allá del otro lado de la montaña, pero por suerte logré regresar. Ahí fue cuando ustedes me llamaron— contestaste, finalizando con un suspiro desolado.

Te sorprendiste ante tu genial habilidad para mentir, si te dijeran eso, tú también te lo creerías.

—Ahora lo entiendo… (debe ser por eso que traía su kimono sucio)— reflexionó antes de caminar hacia la habitación, mientras te bañabas, ellos se habían tomado la libertad de lavar tu ropa —bien, me iré a dormir—.

—Ah, buenas noches~— te despediste de él con otro abrazo. Te ibas a quedar un rato más acomodando tus cosas para mañana.

El viejo estaba recio a dejarte ir. Sin querer, te habías convertido en una de sus nietas. Alguien valiosa para él.

—(Niña… buena suerte)—.

Soltandote, entra al cuarto y cierra detrás de él.

—Umn… supongo que tengo que ver qué me llevo— querías llevarte el kimono completo, pero se te hacía más cómodo el usar la ropa de chico.

Después de todo, llegará un momento en que usarás el uniforme de caza-demonios todos los días.

Guardando agua en la botella de bambú, sacas las nueces de la caja de almuerzo y comienzas a abrirlas con la daga.

—(La cáscara es la que ocupa mucho espacio, sin ella, será más fácil transportarlas)—.

Con las nueces peladas, tomas una pequeña bolsa de tela que sacaste de las ruinas y las metes ahí.

Ahora, pensabas si ibas a dejar la caja o te la llevarías contigo.

—(No se si podré conseguir comida en los rumbos solitarios…)— llevaste tu mano a la barbilla para decidir. —Nah, mejor la dejo—.

//Una pendeja en KNY// (KNYxOc)Where stories live. Discover now