/ Capitulo 08 /

477 48 7
                                    

10 días después, llegó tu espada

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

10 días después, llegó tu espada.

—¡Hoy es el día, ¿Verdad?!— estabas emocionada. Ni en un millón de años creíste que lograrias tener una espada en tu manos. Mucho menos bajo la supervisión de tu madre.

—Si, así que por favor cálmate y espera pacientemente, no vayas a espantar a herrero— comentó Maku, tomando de una taza de té.

—¡Nel! De seguro le caeré bien— sonreiste confiada, pero en el fondo, tenías la misma preocupación.

Gracias al descanso continuo, lograste recuperarte de tus heridas con satisfacción. Ya podías mover el brazo y la pierna libremente.

Ambas estaban sentadas al borde de un pequeño estanque de la finca, comiendo pequeños bollos de frijoles dulces.

A lo lejos, ven a la tendera acercarse con alguien detrás de ella.

—Señora Nihue…—.

Maku te hace una seña y ambas se levantan para esperar a que los otros lleguen donde ellas.

—Chicas, este hombre vino a buscarlas. Dice que trae algo para ti, Jimenez-San— te mira con una sonrisa.

—¿A mí?— prestando atención al desconocido, este da un paso al frente y se quita una caja alargada del saco de su espalda.

Trayendo un sombrero que le cubre el rostro, alza la cabeza dejando ver una máscara hyottoko.

—Mi nombre es Mushinji. Forje una espada para Jimenez Yukari y vengo a entregarla— con una voz amable y una reverencia refinada, el hombre se presenta ante ustedes.

—S- Sí, soy yo— inclinandote en una reverencia, te haces a un lado en dirección a tu habitación —pase adentro, por favor—.

La señora Nihue se fue para atender otros asuntos.

Llevando a Mushinji a la habitación, le dan un cojín para sentarse y le sirven una taza de té de manzana con canela.

—Muchas gracias— dijo al ver la taza en un lindo portavasos.

Maku y tú se sentaron frente a él, comenzando a escucharlo.

Primero, te explicó de dónde venía el material para hacer las nichirinto. Luego, te mostró tu espada y te la dió.

El mango era negro con estrellas en fila vertical, hechas con hilo trenzado de color plateado, y la funda, de color dorado metálico, tenía acabados de cuero blanco en la base.

—Vamos, no estés nerviosa— dijo al ver cómo tus manos temblaron un poco, tal vez con una sonrisa bajo la máscara —las nichirinto también son conocidas como espadas cambia-color. Su color cambia según su dueño. Pruébala—.

—Sí… (debo de pensar que es como un anillo del humor… solo respira y veamos)— retirando con cuidado la funda, sostienes la katana en alto, presionando en el mango.

//Una pendeja en KNY// (KNYxOc)Where stories live. Discover now