/ Capitulo 12 /

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Evitando a toda la gente, logras dar con la ubicación de Harazu, quién había sido atendida en un local cercano y luego la regresaron a su casa

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Evitando a toda la gente, logras dar con la ubicación de Harazu, quién había sido atendida en un local cercano y luego la regresaron a su casa.

Cerciorando dos veces de que nadie más estaba al rededor, te acercas a la puerta pero es abierta antes de que pudieras tocar.

—¡Regresaste!— sonrió al verte sana y salva. Ella temía que los hombres de su esposo te hayan hecho algo.

Estaba sobre un futón, vendada en la frente y en el brazo.

—Si— al verla, sonreíste un poco triste —he terminado mi trabajo y ahora debo irme. Gracias por haberme ayudado—.

Te inclinas en una reverencia y vuelves a posar la vista sobre la mujer. Esta estaba inmóvil, viendo tu rostro —¿S- Sucede algo? (¿Qué me ve? Espera, ¡¿Tengo sangre en la cara?! ¡Ay no!)—.

La chica se quedó admirando tus facciones, que se hicieron aún más lindas con la sonrisa —n- no... ¡N- No es nada!—.

La chica salió de su trance con un sonrojo y también se inclinó —muchas gracias a ti por proteger a mi amiga—.

Al escucharla, no pudiste evitar ponerte nerviosa —r- respecto a eso, ¡F- Fue mi error, gomena-!—.

—No te preocupes— aclamo la mujer para interrumpirte. Su voz y el tono de su piel habían mejorado. A comparación de antes, ahora se veía más saludable y enérgica —Madoka-san a sido tratada en el hospital del pueblo, por eso, no te preocupes—.

—Yo... lo lamento. Se supone que debía protegerla— presionaste el puño, con la mirada baja —gomenasai—.

Estabas avergonzada. Es la primera vez que te sucedía algo así. Si te hubieras descuidado más, posiblemente una disculpa no sería suficiente.

Nada seria suficiente para dejar el lamento sobre una muerte. Eso no podías hacer. 

—Esta bien— Harazu sonrió de forma comprensiva. Con cuidado, te tomó de las manos —ella sigue con vida, y es lo que me importa, ¿Tú también arriesgaste la tuya, no es así?—.

No le quedaba claro el porque de las acciones de la chica frente a ella, pero podía confiar y estar tranquila. El salvar vidas y preocuparse por los demás no es algo que hacen todos.

—B- Bueno... (¿Qué le digo?)— desviarte la mirada al no saber cómo contestar.

—Por tus servicios, por favor, toma este dinero— muestra una bolsa de tela llena de monedas —se que dijiste que con comida estaba bien, ¿Qué te parece si lo recibes? Así podrás obtener más comida de la que puedo darte—.

—(Incluso supo lo que estaba pensando)— con vergüenza, tomas la bolsa y la cuelgas al lado de tu cinturón —¡Muchas gracias!—.

Después de despedirte y pedirle que les diga a los demás que guarden el secreto de tu estadía, corres en camino recto directo a la finca de Nihue con Maku.

//Una pendeja en KNY// (KNYxOc)Where stories live. Discover now