/ Capitulo 10 /

396 49 12
                                    

—¡¡¡Te tenemos!!!—

Oups ! Cette image n'est pas conforme à nos directives de contenu. Afin de continuer la publication, veuillez la retirer ou télécharger une autre image.

—¡¡¡Te tenemos!!!—.

Cinco hombres de diferentes rasgos y complexiones te estaban rodeando, cada uno con un arma: lanza, rastrillo, y o una espada.

—¡Estás acorralado, bastardo!—.

—(¡Pero qué rayos!)— en ningún momento percibiste cuándo se acercaron. Era como lo que sucedía con... —(el demonio)—.

Maldeciste en tu mente, parece que habías caído en una trampa. De inmediato te levantaste y te pusiste en posición de combate.

—(¿Estas personas están colaborando con él o ella...?)— si es así, entonces lo que les haya dicho debe de ser algo grave.

—Esperen... ¡Es una chica!— gritó el hombre a tu costado derecho al verte el rostro. Un pensamiento que incluía a Inosuke pasó por tu mente, pero lo ignoraste.

—¿Una mocosa?— el de tu espalda se fijó en tu vestimenta. Según su lógica, sólo las mujeres usarían un haori tan cursi y llamativo.

[Autora: si supiera lo que pasa en la actualidad le daría un patatús xd]

—¿Q- Qué está pasando?— sorprendida por el ruido del exterior, Harazu deslizó la puerta con prontitud.

Al ver tu rostro de frente, se quedó impresionada. La persona con la que habló el día anterior, no era mas que una chica más joven que ella.

Tú, en cambio, mantuviste tu postura y forzaste la seriedad en tu rostro. Estabas por sacar tu nichirinto cuando escuchaste a otro hombre.

—¡J- Jefe!—.

Un sexto hombre había aparecido por el anexo de la casa al cuarto de la mujer. Era el esposo de Harazu, quién vestía con su ropa desalineada y mostraba un claro enojo.

Viendo que todos estaban amenazándote, la mujer miró a su marido —¡Q- Querido! ¿Qué está ocurriendo aquí? ¿Porqué la están apuntando con esas cosas?—.

—Ja, ¿Tú nunca cambiarás, verdad?— respondió con una sonrisa sarcástica —gracias a la información de un lacayo, me enteré de que hablaste con alguien ayer por la noche. Creí que me estabas engañando a mis espaldas, pero resulta que era algo más estúpido que eso—.

Acercándose y tomándola fuertemente del brazo, la levanta del suelo y la lleva frente a ti.

—Tu, pequeña cucaracha, dime de qué hablaron mi esposa y tú y tal vez considere dejarte libre—.

Bien. Podías asesinarlo de miles de formas, pero no lo hacías solo por respeto a tu espada... y porque Harazu estaba presente. Por lo mismo, al notar que le estaba haciendo daño, decidiste mantener tu tono de voz neutro.

—Se lo diré. Pero antes, suelte a la mujer—.

Harazu parecía a punto de llorar por el dolor que sentía en su brazo. Tenías que detenerlo.

//Una pendeja en KNY// (KNYxOc)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant