Nueve

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—¿Tu hija?

De la nada un nudo doloroso se había colocado en mi garganta, impidiéndome tragar correctamente.

.

Vale, ¿Debía preguntar? Por supuesto.

—¿Cómo se llama? —pregunté tratando de sonar casual.

Andrómeda —susurró casi obligado.

—¡Oh Dios mío, que bonito nombre! ¡Me encanta! —exclamé sentándome en la cama por la emoción— Siempre tuve ese nombre entre las opciones de mis hijos futuros… estaban por la A, tenía a Aurora, Aranza, África, Anastasia y Andrómeda. Pero por supuesto esos son de las mujeres… el de los hombres es más largo.

Yo escogí su nombre —sonaba muy tímido, pero no le paré bolas.

—Muy buen gusto, pero ahora ya no podemos ser amigos, porque imagínate que mi hija se llame igual que la tuya, no, no —escuché su risa y yo sonreí—. ¿Y cuántos años tiene?

Tiene cinco años.

—¡Ay Dios mío, pero si es una nena! —chillé con ternura.

.

Oh, vamos, señor sexo me la estaba cortando.

—¿No quieres hablar de ella? —pregunté.

—¿Quieres tú hablar de ella? —rebatió.

—¡Por supuesto! —ni lo pensé.

—¿De verdad?

—Sí, sí, ¿Por qué lo dudas?

Me empecé a masticar la uña del dedo pulgar por el nerviosismo.

Hasta ahora no he conocido a nadie que cambie un tema sexual por una niña desconocida.

—Oh…

No dije nada más y él tampoco, así pasaron dos minutos o quizás más, ambos escuchando nuestras respiraciones.

Tenía veintiún años y estaba en el tercer año de medicina —habló en medio de un suspiro pesado—, en el edificio de al lado quedaba la universidad de artes y yo… yo conocí a una chica muy guapa, al tiempo le hablé, salimos, nos hicimos novios y tuvimos sexo. Un día ella me dijo que podíamos hacerlo sin protección porque ya tenía un mes tomando anticonceptivas; yo como futuro médico le pregunté quién se las recetó, dónde estaba el récipe y todo eso.

»» Todo estaba bien, bajo control y en orden. Entonces lo hicimos sin protección —carraspeó y continuó:—. Dos meses después ella me dijo que estaba embarazada, y yo no entendía por qué, si nos estábamos cuidando. Ella no quería tener al bebe, pero ya ves, fui pro vida en ese momento y la convencí de ir al médico y tener al bebé; el médico nos dijo que las pastillas no le habían funcionado y allí dejamos todo eso.
Comencé a trabajar para poder mantenernos como familia, y todo iba bien. Ella tuvo a Andrómeda y la amamantó por cinco meses, solo cinco meses… luego se fue, y no regresó.

—Pero ¿Qué…?

Ella dejó una nota, decía algo como qué: esto es mucho para mí —continuó—. Quizás la estaba obligando y no me había dado cuenta. Bueno, luego de eso no tuve tiempo a derrumbarme ¿Sabes? —podía sentir su dolor— Mi tío es presidente de Moviltot[*] y al ver mi situación me permitió trabajar desde casa atendiendo llamadas y haciendo servicios móviles por internet, gracias a eso pude seguir estudiando en línea y atendiendo a mi hija.

—Eso es… eso es… —no sabía qué decir, pero el tampoco me lo permitió.

Me gradué cuando Andrómeda tenía dos años e hice un postgrado en sexología. Principalmente quería ser cirujano, pero hice la más corta para poder ejercerla y ahora estoy haciendo la más larga porque realmente quiero ser cirujano —con cada palabra que decía, más quería conocerlo y be…—. Mi familia fue de mucha ayuda, me motivaron a tener mi propio centro clínico, y me prestaron el dinero, así que lo hice. Todavía debo pagar lo que me prestaron, y tengo que mantenernos a mi hija y a mí, pero estoy satisfecho.

—Y… ¿Y las llamadas?

Oh —él se rió culpable—. Como te dije, mi tío es presidente de Moviltot y yo le di una idea para ganar dinero. La idea consiste en convertir los minutos que las personas duran en una llamada conmigo en dinero. Sería como una cita con un sexólogo certificado, gratis, pero beneficioso para ambos.

—Vaya... ¿Por qué no me lo dijiste?

—¿El qué?

—Que eres sexólogo.

—No me preguntaste hasta hoy —explicó—, pero a quién me pregunte se lo digo.

—Está bien —susurré.

Esto era mucha información para mi cerebro.

Laura ¿Qué pasa?

—¿Cuándo nos vamos a conocer? —pregunté suavemente— ¿Aún quieres hacerlo?

—¿Qué dices? Por supuesto —su voz denotaba seguridad—. ¿Mañana estás libre?

—Después de las tres. A esa hora salgo de la universidad —bajé la voz—, pero tendré que escaparme.

Una carcajada sonora inundó la línea.

Ninguna chica ha hecho eso por mí, me siento halagado.

Se estaba burlado el muy imbécil.

—¿Llevarás a Andrómeda? —pregunté muy tímida.

—¿Quieres que la lleve?

—Sí.

Muy bien. ¿En el mismo lugar?

—En el mismo lugar.






[*] Moviltot: Empresa ficticia de telecomunicaciones móviles como lo son Movilnet y Movistar (Empresas reales del tipo mencionado, venezolanas), creada específicamente para ser utilizada en los libros de Mairelys Marín.



***

Señor sexo está como para mí:)

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