Veintinueve

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Como actualizo casi todos los días, han dejado de comentar *mirada odiosa* yo de verdad quiero saber qué están pensando en cada párrafo, sé que algunos no pueden comentar, pero los que pueden: griten, lloren, rían, moléstense, pero en comentarios. Besitos y disfruten.

•••






Oliver me miró, colocando sus manos en mis mejillas para sostenerme.

—Quiero que estés segura, Laura —susurró—. No quiero que salgas huyendo luego de todo esto. Quiero tocarte, hacerte disfrutar y que luego comamos algo mientras miramos alguna película. Tienes que estar segura.

Inmediatamente pensé en Aarón y Susana.

Aarón me había enviado varios mensajes pidiéndome hablar, pero yo no contestaba. ¿Debía guardar luto? Lucero me dijo que no, y menos cuando yo había sido el cacho. Eso me dolió, pero era verdad.

Susana parecía desconocer mi existencia. Que sí, que era la ex de Oliver y la mamá de mi sobrina, ¿Pero eso qué?

Dios mío, estaba buscando todas las excusas posibles para no huir de aquí. Porque realmente estaba muy cómoda con Oliver encima de mí.

—Estoy segura —ni siquiera me obligué a soltar aquellas palabras que tenían mucha verdad.

—Bien.

Él sonrió. Sonrió de verdad aliviado.

Se levantó y yo me asusté, pero antes de poder decir nada, sus manos estaban tomando los cojines bajo mi cuerpo para acomodarlos en mi cabeza.

—Es… para que no estés incomoda —susurró concentrado en su trabajo.

En ese momento me di cuenta de que nunca en mis veintiún años de vida había conocido a alguien como Oliver. También me di cuenta que nunca iba a conocer a nadie como él.
Oliver era realmente atento, era algo que le salía natural.
Hasta ahora no me había mentido. Siempre era directo con lo que sentía.
Sabía bastante acerca de todo y no te hacía sentir imbécil cuando te explicaba.
Físicamente era demasiado atractivo y confieso que muchas veces me pregunté: ¿Cómo alguien como él, le gusta alguien como yo?
Es un excelente padre. Su abnegación por Andrómeda sobrepasaba mis límites, me hacía cuestionarme si quería ser su hija o su amante.
Besaba increíble.
¿Y cómo seguir?

Él tenía tantos atributos que cuando te dabas cuenta de su presencia, el aire se iba de tus pulmones, así sin más.

—Listo, vomitona —sonrió ampliamente.

—¿Nunca dejaras de llamarme así?

—Dañaste mis zapatos favoritos —refunfuñó, colocándose nuevamente entre mis piernas.

—Solo era un poco de v…

No me dejó hablar, sino que se inclinó sobre mí, absorbiéndome con su calor mientras pegaba sus labios a los míos.

—Me gusta que me calles así —susurré divertida. Él sonrió sin alejarse.

Comenzó a mover sus labios lentamente, y luego, cuando metió su lengua y acarició la mía, aceleró sus movimientos. Parecía querer consumirme entera.

De repente sentí su mano nuevamente en mi muslo. Un cosquilleo de anticipación se presentó en mis pliegues, mi vientre y abdomen. Él se alejó y besó mi clavícula, yo solté aire lentamente, tratando de no ser tan obvia.
Tensé mi abdomen cuando su mano subió mi vestido hasta la cintura dejando mis bragas descubiertas; Oliver miró hacia abajo y subió su mirada brillante hasta la mía.

—Relájate, bebé —pronunció bajito mientras acariciaba mi vientre.

Sonreí.

—Ahora soy bebé, bien, me gusta.

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