Cuarenta y dos

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Narra Laura.

Lucero y yo caminábamos tomadas de la mano, viendo como un mesero guiaba a Lorenzo y a mamá hacia una mesa para cuatro.

—… Entonces me dijo que me quería —seguí diciendo. Lucero apretó mi mano y soltó un chillido bajito, debido a que en el restaurante, a pesar de ser de día, todo estaba en silencio—. Yo casi me muero Lu, estaba tan feliz y sentí tanta satisfacción que me asfixié, pero entonces recordé que estaba borracho y le pedí que me pasara a alguno de los chicos, por supuesto no me hizo caso; siguió cantando hasta que escuché a alguien cerca de él… resultó ser Marcos, él le quitó el celular a Oliver y me habló, me dijo que Oliver se había fracturado el cráneo… ahí me di cuenta de que estaba peor que mi bebé.

Ambas nos reímos divertidas.

—Se dieron una buena anoche.

—¿Y a qué no sabes? —inquirí.

—¿Qué?

—Marcos cortó la llamada y luego llamó de nuevo, preguntando si yo sabía dónde estaba Ana. Obviamente le dije que no, y entonces él me dice que le pregunte que si algún día podrían follar porque le tenía muchas ganas —Lu abrió la boca en sorpresa y diversión—, que por ella se quedaba hasta que amaneciera en la cama, pero solo para volver a follar antes de irse al trabajo.

—Creo que es lo más caliente y tierno que he escuchado en mi vida —dio su opinión.

Yo estuve de acuerdo con ella. Ambas nos detuvimos cuando mi mamá y Lorenzo se detuvieron frente a una mesa y nos indicaron que tomáramos asiento.

—¿Sabes lo que he pensado estos días? —ella me miró luego de sentarse, la imité y antes de tener que escuchar a mi madre, hablé:— Que son tres hermanos, está Oliver que es Señor sexo, está Marcos que según Ana es Señor amargo, y está Sebastián que podría ser Señor respeto o Señor trío, no me decido.

Ella sonrió y se dio en la frente con una mano.

—Ve las cosas que se te ocurren, por Dios.

Yo sonreí y alcé el rostro orgullosa.

—Lucero —mi mamá llamó su atención— ¿Cómo van las clases?

Mi mejor amiga se acomodó en su asiento y respondió:

—Increíble, hace unos días comencé un curso de diseño gráfico, también en estos días haré uno de fotografía, eso me ayuda en el área audiovisual.

Ay, sentía tanto orgullo.

—Eso es muy bueno. Lo importante también es que te gusta ¿No? —preguntó mi mamá.

—Sí, me encanta. Creo que no pude haber escogido otra carrera.

—¿Sabías que estaba hablando con Laura para abrir un centro comercial? —comentó.

—Sí, algo me dijo.

—Estaba pensando que podrías tener un área allí para que hagas tus trabajos —Lu la miró—, no sé… quizás fotografía, con modelos y eso, también pueden ser clases de teatro, ya tienes la suficiente experiencia…

—¿Está hablando en serio? —preguntó Lucero emocionada.

Tomé su mano y negué.

—Mi mamá solo quiere que seas su gancho, si tú aceptas, yo aceptaré —comenté fastidiada.

—Bueno —habló Lu—, entonces aceptamos.

Bufé molesta y negué repetidas veces en desacuerdo.

—¿Por qué no abren uno por allá? —me quejé.

Mi mamá miró a Lorenzo, su futuro esposo, y él me miró a mí. Su cabello lleno de canas no lo hacía ver viejo sino más atractivo, aún mantenía sus brazos fornidos de, según lo que me dijo él, el entrenamiento en el ejército; era alto y perfecto para mamá.

—Solo queríamos darte algo —respondió él—, tú mamá me comentó de que están viviendo solas y que estás trabajando para poder costear las cosas que tu mamá no cubría, y ambos pensamos que con esto podrías tener ingresos mientras estudias otra cosa que quieras, sería como un seguro de vida, si lo administras bien no tendrías que preocuparte por trabajar otras cosas. Además, ambas pueden mudarse a un lugar más grande.

Miré a mi mamá sabiendo que le había ido con el chisme a Lorenzo.

—Pero yo no sé nada de administración —objeté.

—Ya vas a terminar tu carrera de educación —se metió mi mamá—, harás el postgrado que es algo corto, mientras, también puedes hacer un curso en línea de administración de empresas.

—Me dijiste que van a construir la propiedad desde cero, eso lleva tiempo, quizás cuando esté lista ya tengas tu postgrado —agregó Lucero a su favor. Con amigas así ¿Para qué enemigas?

—¿Y cuando comience a trabajar en alguna escuela? —pregunté.

—¿Te has puesto a pensar que podrías tener como... una guardería para niños con condición especial en el centro comercial? —inquirió mi mamá, llamando mi atención— Incluso podrías dar clases de lenguaje de señas o enseñar Braille a personas interesadas.

—¡Eso estaría increíble! —apoyó Lu.

Yo asentí, empezando a ver las ventajas de todo el trabajo que me esperaba.

—Supongo que ya acepté ¿No?

Lorenzo tomó la mano de mi mamá y le dio un breve apretón. Mi mamá había pasado toda la mañana sonriendo y él siempre estaba atento de todo lo que decía ella; ambos eran realmente increíbles juntos y yo estaba muy feliz por ellos.

Saqué mi celular al sentirlo vibrar. Tenía un mensaje de Ignacio preguntándome cómo estaba; desde que me había llamado hace varios días habíamos estado hablando por horas, comentando cosas de nuestra niñez y la ahora adultez, empezamos a seguirnos en Instagram, obviamente yo siguiendo su perfil real y todo iba muy bien.
Con Susana no tenía trato y ya no quería tenerlo, y hablando con Ignacio me di cuenta de que, mientras mi padre biológico viviera con su mujer, jamás podríamos tener una relación padre e hija, así que continuaría como lo había estado haciendo y los dejaría seguir sus vidas como también lo iban haciendo.
Solo que ahora tenía el inicio de una relación fraternal con mi hermano, estaba enamorada del ex de mi hermana, y quería a mi sobrina como si fuera mi hija, entonces no todo era como antes… ah, y también sería dueña de un centro comercial, así que no, no todo sería como antes. Yo estaba creciendo, madurando y aprendiendo a diario de todo lo que tenía la vida por enseñarme.

Antes de poder guardar el celular me llegó la notificación de otro mensaje. El corazón se me aceleró cuando vi el nombre “Oliver </3” que le había puesto cuando había pasado dos días sin responderme ni llamarme. Abrí y eran varios audios, me coloqué el celular en la oreja para que nadie más escuchara.

00:03 “Hola, tía Laura”

Me tapé el rostro cuando sentí mis ojos cristalizarse al escuchar a Andrómeda decirme de aquella forma.

00:05 “Mi papá me dijo que te preguntara si quieres que te llame así”

00:03 “Yo quiero llamarte mamá Laura”

Sentí mi corazón estallar de emoción.

00:11 “¿Laura? Ah bueno, sí, eres Laura… ya vi que escuchaste el audio anterior así que no me dio tiempo a borrarlo”

00:05 “Estaba pensando que podríamos hablar”

00:08 “Sé que fui muy imbécil, pero en serio quiero arreglar las cosas”

00:04 “¡Mi papi tiene un cachete morado porque se peleó con el baño!”

Estaba muriendo de amor. Estaba perdida.


****

No me quiero despedir de ustedes, más bien quiero darle las gracias por lo increíble que fueron conmigo todo este tiempo. Muchas gracias por todo.






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