Cuarenta

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Narra Laura.

—Laura, por Dios. Tres días llevo aquí y tres días te has negado a salir con tu madre —reprochó—, tienes que decirme que no quieres salir conmigo y la razón sincera para poder dejarte en paz, pero no me…

—Tengo el corazón rompido ama’…

—Deja de hablar así —me regañó, pero al mirar mi cara de perrito abandonado, se sentó a mi lado en la cama y miró hacia el frente, un punto muerto en la pared—. Creo que ya es muy tarde para decirte que aquí está tu mamá… pero igual lo diré…

Me quedé en silencio esperando la oración, pero no llegó, ella seguía viendo hacia el frente y ahora callada.

—¿Dirás…? —inquirí, tocándole el hombro con mi dedo índice.

—Ah, sí… aquí está tu mamá.

El tono dramático y extraño me causó risa, pero solo pude alzar las comisuras y volverlas a poner en su sitio, recordando mi estado de ánimo y mis ganas de matar a alguien.

—Gracias —fue lo que respondí, dándome la vuelta en la cama para darle la espalda.

—Bueno —la escuché murmurar—… ahora se supone que me tienes que echar el chismecito.

Sonreí triste y dejé que una lágrima se deslizara a escondidas.

—Me dejaron —susurré.

—¿Quién?

—El que iba a ser mi novio, pues.

—¿Terminaste con el chico anterior? —preguntó, refiriéndose a Aarón.

—Sí.

—Y ahora tienes otro…

—Tenía —lloriqueé.

—¿Qué pasó?

—¿Tú no entiendes, verdad? —lloré más fuerte, sintiendo que nadie me comprendía.

—Si no me explicas, no —confesó.

—Las madres siempre saben lo que tienen sus hijos sin preguntar —mi voz sonó amortiguada por la almohada.

—¿Madre, madre, madre? No soy, pero estoy sentada, escuchando tus dramas, sintiendo ganas de jalarte de los cabellos para que no llores por hombres y tú no lo valoras. O me cuentas o me largo de aquí y te quedas sin dinero por un mes.

Comencé a llorar más fuerte al visualizarme en otro trabajo más para poder cubrir todos los gastos.

Yo no quería trabajar más, así que comencé a hablar.

—Yo estaba saliendo con un chico, como amigos, y él me gusta mucho, pero entonces resulta que… resulta que es el ex de Susana, la hija del ex tuyo, que también es mi papá… y ellos tienen una hija, pero no están juntos y…

—Laura…

—Cuando nos conocimos nos gustamos, pero él no sabía lo de Susana…

—Laura, ya va.

—Y yo se lo dije y tiene tres días sin hablarme —terminé, subiendo el volumen de mi llanto.

Mi cuerpo se sacudió violentamente y de un segundo a otro estaba sentada y de frente hacia mi mamá.

—¿Podrías… explicarme… por qué… carajos… me estás… hablando… de esas… personas?

Dios mío, podía ver cómo una vena quería salir de su frente.
Las lágrimas se esfumaron de inmediato y mis ojos se abrieron asustados.

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