¿Cuántos Corazones rotos?

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"Brida"





Los días comienzan a pasar con naturalidad, me levanto con más animo que antes. Tres días después de mi llegada he buscado mi horario de clases y debo decir que al llegar a la universidad me he quedado totalmente perpleja ante el gran edificio que es, la arquitectura antigua se puede apreciar en algunos espacios, así como los toques modernos que se han ido incorporado perfectamente. Encontrar el horario no fue tan difícil, ya que este se encontraba pegado a una de las carteleras que se hallan en los pasillos.

El primer día de universidad no fue tan malo como creí que sería, mis compañeros se pueden decir que son personas agradables a lo que hasta ahora he podido apreciar, sin embargo, no soy muy sociable que digamos es cuestión de tiempo quizás. Las clases vistas me ha parecido muy buenas hasta el momento.

Recién he salido de la universidad, el clima está perfecto. Se puede sentir cómo los últimos rayos del sol pueden atravesar las telas delgadas. Observó cada rincón de las calles por las que me encuentro caminando sintiéndome libre, sintiendo una tranquilidad conmigo misma que no creí poder sentir...no cerca de Verónica...

Cuando llego a casa y estoy a punto de subir a la habitación me percato de que Sebastián ya ha llegado. Me alejo del living y comienzo acercarme sin hacer ruido al comedor donde él se encuentra completamente concentrado en lo que parece ser un plano.

-Veo que el trabajo te persigue.

Formulo cantarina sacando una de las sillas, del comedor sentándome frente a él, sin tocar nada de lo que hay regado en la mesa. Su mirada se dirige a mí, su ojo derecho estaba cerrado y su boca formaba una expresión muy chistosa.

- ¿Tú qué crees?

-Ummm... Que apuesto una pizza a que no has comido en todo el día -alego con una sonrisa.

-Creo que si trabajaras en un casino dejarías a todos con las billeteras vacías.

Bromea.

- ¿Entonces es un "sí"?

-Eso quiere decir que por unas tres horas dejaré esto acá, e iremos a comer pizzas a unas cuadras -expresa con ánimo, y es inevitable no animarse también.

-Iré a dejar mi bolso, ya vuelvo...

Informo saliendo casi corriendo del comedor.

Ya en mi habitación tiro el bolso a la cama y me voy al baño lavo mis manos y comienzo a lavar mi rostro también al mirarme en el espejo noto un sutil rubor en mis mejillas, así como un intenso brillo en mis ojos, que se perfectamente que antes no estaba, no antes de llegar aquí a Alemania. Sin darle muchas vueltas al asunto seco mi rostro y busco un pequeño estuche de maquillaje que guardo detrás del gravite cerca del lavamos, saco el polvo para solo aplicarme un poco; créanme puede que no me peine, sin embargo un poco de polvo jamás me puede faltar en el rostro, al igual que unos aretes, siento que sin estos últimos me veo rara.

Son pasadas las cinco de la tarde, por lo que antes de volver abajo tomo un abrigo para cubrirme del frío que no tarda en hacer afuera y mi celular con una extraña felicidad recorriéndome el cuerpo, pero bueno ¿quién no se pone feliz de ir a comer pizza?

Salimos de casa en completo silencio, no uno incómodo, en este caso es relajante, aunque bien dicen que es irritable permanecer tanto tiempo callados y yo bien que lo se...

- ¿Cómo hiciste para no suicidarte con tanta soledad? - menciono, sin apartar la mirada del asfalto.

-La mayor parte del tiempo lo paso en el trabajo, así que no tengo problemas con ello.

Mariposas En Plena Oscuridad.Where stories live. Discover now