NO INCLUYAS AL CORAZÓN EN ESTO...

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Brida...






—¡Sebastián apurate... llevas una hora allí metido, ¿Qué tantos haces!

Me quejo aporreando la puerta de su habitación. Este hombre le gana a cualquier mujer que se dedique un buen tiempo en arreglarse para salir.

—Vas a tumbar la puerta, deja lo impaciente. Eso de verme hermoso siempre lleva tiempo, cariño.

Si, este hombre tiene un nivel de narcisismo muy alto y el verdadero Narciso queda en pañales delante de él.

—No me digas que estas besando tu reflejo en el espejo. —menciono con burla.

—Claro que no. —responde abriendo la puerta tomando mis brazos que iban nuevamente a golpear la puerta, me acerca a él para después decir: —. Aunque me amo mucho mis besos son solo tuyos, así que deja los celos.

No me permite responderle, sino que termina de romper los centímetros que separan nuestros rostros para juntar sus labios con los míos... paso mis brazos por su cuello apretándome contra su cuerpo disfrutando del cúmulo de sensaciones que se desborda a nuestro alrededor por esa acción tan maravillosa y tan prohibida como lo es un beso entre ambos. Su perfume me hace desear besar su cuello, mas no lo hago. Es una fragancia que se impregna por completo al olfato y no puedes pasar por alto y que sin duda alguna se ha vuelto una de mis favoritas.

—Llegaremos tarde...

Susurro con la respiración entre cortada, en el momento que nuestras bocas se separan y él intenta guiar mi cuerpo a la pared.

—Tienes razón. —responde meloso, deja un beso en mi frente y vuelve a la habitación nuevamente, pero esta vez dejándola abierta.

—Te espero abajo, no tardes.

Demando alejándome.

En el living voy hasta uno de los espejos de cuerpo completo que adorna la pared frente a los sillones y me observo. Ya que, la cena es en casa de la señora Marion opte por una de mis viejas faldas de jeans un poco más arriba de mis rodillas, una blusa manga larga con volante en los hombros color blanca y unas sandalias IRENEMIR negras, me gusta el reflejo ene espejo me siento bien conmigo misma y super cómoda. Como siempre un poco de polvo y esta vez un labial rojo mate. No voy anegar que soy de las que se preocupa por su apariencia, sin embargo, se separar mi vida con la de los demás; si tú te sientes bien vistas como vistas, el resto debe buscar la forma de también hacerlo sin estar metiendo las narices donde no les importa, tan fácil como tragar agua.

Sebastián se tarda nuevamente así que saco mi celular del bolsillo trasero de mi falda y aprovecho para tomar algunas fotos, si me siento bien y me veo bien eso amerita unas fotos.

No sé cuánto tiempo pasa solo se que me encuentro inmersa tomando algunas fotos y selfis, que no noto cuando Sebastián ha bajado y se ha quedado al pie de las escaleras observándome.

Al mirar en el espejo lo veo, su mirada refleja una intensidad atrayente la cual envía miles de escalofríos por todo mi cuerpo.

—Bendita sea tu belleza, Brida. Es tan fácil quedarme hechizado al mirarte y perderme en esa aura fascinante que te envuelve... por un momento olvido todo y solo puedo verte a ti...

¿Por qué tiene que ser tan empalagoso?

Escucharle hablar de ese modo no hace más que derretirme por dentro.

—Eres tan...

—Si frente a mí se encuentra una obra de arte jamás podría obviarla, como te dije antes jamás me atajo en decir lo que pienso. —dice seductor, comenzando aproximarse—. Debes acostumbrarte, soy tan empalagoso como la misma miel, Brii.

Mariposas En Plena Oscuridad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora