Chocolate Caliente

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*Brida*


Unas suaves caricias son las culpables de hacerme abrir los ojos, enfocando mi vista con dificultad dada la claridad dentro de la habitación, la luz natural a través de los ventanales es impresionante. Toda la habitación se encuentra bañada en ella.

En el momento que doy la vuelta en un intento de atrapar la mano que acaricia escucho su voz.

—Buenos días, Mariposita...

Una sonrisa tonta se dibuja en mis labios al ver a Sebastián de cuclillas a orilla de la cama. Los recuerdos de la noche comienzan a pasar como flash uno a uno y sin poder evitarlo me ruborizo. Luego de la noche más placentera en mi vida, antes de ir a dormir Sebastián me llevó entre sus brazos al baño, donde tomamos una ducha entre besos y caricias para luego acurrucarnos nuevamente.

Por lo visto él ha despertado temprano para realizar su rutina de ejercicios.

—Sabes que no me gusta hacer ejercicio, es más anoche hicimos mucho, por lo que te ruego que me dejes seguir durmiendo.

—de eso no hay duda, que si no es ese tipo de ejercicio no lo haces. Pero ya va a ser hora de almuerzo y te has pasado el desayuno, así que arriba!

Él se levanta para comenzar a tirar de las sábanas que me mantienen calentita, intento apartarlas rodando hacia el otro lado de la cama, no midiendo mi fuerza. Ruedo hasta el otro laso cayendo de bruces sobre la alfombra que cubre el piso.

—¡Ay!

Un chillido sale de mis labios al sentir el golpe sobre mi cabeza, tiro de las sábanas intentado apartarlas, pero estas se me han enredado por completo al cuerpo.

—Espera, y te ayudo. —lo escucho acercarse, por el tono de voz intuyo que se está controlando por no estallar en carcajadas.

Sus manos no tardan en tirar de las sábanas y le ayudó arqueando mi espalda para así sacarlas debajo de mi cuerpo. El camisón que vestí después del baño se me ha subido hasta la cintura dejando a la vista la fina tela de mis bragas, Sebastián se encuentra a unos centímetros de mí se ha inclinado para ayudarme a parar, sin embargo su mirada recorre desde mi rostro descendiendo lentamente por todo mi cuerpo, recorre con una mirada deseosa mis piernas desnudas y muslos.

—¿Me ayudaras, o te quedaras puro viéndome?

—Podría quedarme viéndote por horas, ese aspecto desaliñado con toques de seducción se te da muy bien...

Con un movimiento rápido me levanta entre sus brazos, sus dedos sobre mi piel provocan un delicioso cosquilleo volviendo a revivir lo que esos fríos dedos son capaces de hacer.

Me deja con delicadeza sobre la cama y cuando está apunto de darse la vuelta tiro de su brazo.

—¿Y mi beso de buenos días?

—Será el de buenas tardes. —alude acercándose. Beso mis labios en un beso lánguido y sin prisa, casi dulce. Al separarnos presiona un beso sobre mi sien—. Te espero abajo.

Indica para luego abandonar la habitación. Era tan extraño todo, casi irreal.








Después del desayuno-almuerzo salimos a dar un paseo por el pueblo cruzandonos con algunas personas que iban en dirección al lago. Compre algunos dulces caseros en hermosos envoltorios artesanales que definitivamente le encarará a la señora Marion.

El paseo de duró mucho ya que de repente el clima cambió y negras nubes comenzaron a esparcirse por el cielo azul. Tras uno truenos Sebastián y yo echamos a correr hacia el auto para volver a la la cabaña antes de que las primeras gotas de agua comenzarán a caer.

Mariposas En Plena Oscuridad.Where stories live. Discover now