¿A Sebastián quién lo está obligando?

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*Omnisciente*
















Como extraña a su niña, extraña sus conversaciones sin fin de cualquier tema que para ella es de suma importancia y que otros ignoran, extraña a su pequeña Brii. Amara observa con nostalgia la habitación de Brida, tan sencilla como ella misma, pero tan vivas que es difícil dejar pasar. Su lealtad siempre estuvo en Verónica bien podría decirse que la misma Amara vio los inicios de esta. Nada que ver con la Verónica de ahora...

—¡Aquí estas! —escucha que dicen a sus espaldas. Limpiando las rebeldes lágrimas que han comenzado a deslizarse por sus mejillas se da la vuelta encontrándose con Leticia, la secretaria de Verónica. Amara le regala una mirada expectante a lo que la mucha no duda en responder—. La señora Verónica desea hablar contigo en su despacho y de eso hace una hora, no te encontraba por ningún lado Amara.

Como si no desease que alguien más esté en la habitación comienza a caminar hacia la puerta.

—Eso es que no buscaste bien, niña. Hace unos minutos estaba en el cuarto de estar. —responde con su habitual dulzura—. Vamos a ver qué es lo que desea Verónica...

Comenta sin interés, cerrando con seguro la puerta al salir. Ambas mujeres caminan hacia las escaleras en completo silencio.

Amara ingresa al despacho sin tocar y como si ya fuera una costumbre la mujer dentro de la habitación le dedica una mirada ceñuda que no dura más que un par de segundos.

Detrás de un hermoso escritorio de caoba negro se haya una Verónica perfectamente vestida, la elegancia y gracia siempre ha estado presente en su aura. Su cabello rubio ya no se encuentra como antaño largo hasta su cintura, sino que ha optado por un corte moderno que le acentúa la belleza que aún posee, su rostro luce un maquillaje sencillo realzando sus grandes ojos verdes para cualquier momento, y es que la mujer a sus 56 años se mantiene tan fresca como una mañana en primavera, eso no se puede negar.

—¿Para que soy buena?

Inquiere con suavidad Amara, tomando asiento en unos de los modernos sillones de cuero que hacen parte del mobiliario del lugar. Verónica abandona el escritorio y con pasos delicados comienza a acercarse a la menuda mujer, tomado asiento frente al otro sillón.

—Siempre tan directa, querida Amara. —alude mordaz—. Ya que te gusta ir directo al grano te pregunto, ¿has hablado con Brida?

La sorpresa se refleja por completo en el rostro de Amara ante esa pregunta. Verónica nunca pregunta acerca de Brida, desde que se marchó no volvió a escuchar de sus labios palabras respecto a su Niña.

—¿Por qué el interés?

—¿Qué?, —protesta con evidente dramatismo—. ¿No puedo preguntar por mi nieta?

—Que preocupada. Se me es un tanto extraño viniendo de tu parte.

—Tengo corazón, Amara.

—Y yo memoria, Verónica. —refuta áspera.

—Me alegro que recuerdes eso, es muy importante para lo que tengo que decirte.

—Dejate de acertijos y dime que es lo que deseas saber. —Amara percibe que la conversación que viene no será agradable—. Espero por ti

—Alguna novedad que debas contarme de tu querida niña?

—Por tu interés imagino que sabes algo. —comenta tranquila sin mirarla.

—Quizás, pero quiero escucharte a ti.

—¿Que deseas escuchar de mí, Verónica? Que tus mentiras después de todo no lograron mantener sus patas largas y comienzan a salir a la luz... —comenta con voz argentina—. Sebastián le dijo la verdad a Brida, que sólo son primos tal y como debió ser siempre ¿o no?

Mariposas En Plena Oscuridad.Where stories live. Discover now