Capitulo 6: "Chivo expiatorio" (Pt 1)

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—Casi me matas de un infarto, estúpida. —Dice Dustin mientras cuando abre la puerta y me ve del otro lado, se lanza hacia mí y me da un abrazo sofocante. —Te envié chorrocientos mil mensajes y te llamé cincuenta millones de veces, pensé que te habían abducido los aliens.

—Lo siento Dust, debí dejar una nota, mi teléfono está magullado y secuestrado, así que estoy incomunicada.

—Espera, ¿Qué? —Se aparta un poco y me observa de arriba a abajo. —¿Qué fue lo que pasó anoche?

—Te lo cuento en el camino, necesito a mi Dominic Toretto al volante. —Mi tono es suplicante e impaciente, Caleb ya debe estar en El Palacio.

—Dime por favor que no hiciste una referencia a Rápidos y furiosos, o te cierro la puerta en la cara.

—Por favor, te necesito. —Junto mis manos frente a mi como rezando al ángel de mi guarda y él rueda los ojos.

—Voy por mi chaqueta, espera. —Retrocede un par de pasos y cierra momentáneamente la puerta principal en mis narices, mientras busca su cazadora color mostaza y avisa a su madre que saldrá conmigo.

—Ya sabes que no me gusta que salgas los domingos, Dust. Por favor llega antes de las seis, tenemos que ir con el reverendo. —Escucho que le dice desde la cocina.

—¡Lo que digas, mamá! —Vocifera abriendo de nuevo la puerta. —Vámonos, ya. —Murmura y me arrastra de camino a su Camaro.

—Pensé que ya no ibas con el reverendo Lone. —Acuso cuando nos hemos puesto en marcha.

—No lo hago por voluntad propia, creeme. Hacer galletas con la cara de Jesus y escuchar niños raros hablando de como el divino niño curó sus flatulencias nocturnas no es mi rollo.

—¿Igual que el grupo de deletreo? —Pregunto lanzando una mirada sagaz.

—¿Cómo lo... —Pregunta despegando la vista del volante momentáneamente para observarme.

Señaló con la mirada hacia el puesto de atrás, donde reposa la sudadera y maldice por lo bajo.

—Verás, lo que sucede es que...

—Es que disfrutas el deletreo, y hacer galletas con la cara de Jesus. Está bien Dust, es Cool. No sé porqué te molestas en ocultarlo. —Pongo una mano en su hombro en señal de apoyo.

—Porque eso no atrae chicas, Jules. Las espanta. —Él sonríe apenado.

—No hablamos de chicas, Dust, solo hablamos de Cristal, ¿Verdad? —Inquiero, aunque ya sé muy bien la respuesta. Desde que tengo memoria siempre ha sido ella.

—Anoche la besé. —Suelta de repente y estoy a punto de atorarme con mi propia saliva.

—¡¿Qué?! — Brinco en mi asiento y lo obligo a frenar un poco.

—Después de que Caleb la abandonó en la mitad de la pista para llevarte afuera, todo el mundo se quedó viéndola cómo un bicho raro y salió corriendo escaleras arriba, la seguí, traté de consolarla y se me ha ido la cabeza.

—¿Y ella que hizo? Dios, no puedo creerlo.

—Siguió el beso. No pensé que fuera real hasta que metió su mano en mi pantalón, y...

—¿Y? —Pregunto tratando de imaginarme la escena.

—La detuve y salí corriendo. —Susurra con pesar mientras toma una curva hacia el norte de la ciudad.

—Gira a la izquierda, Dust, saldremos de la ciudad por el sur. —Interrumpo momentáneamente para darle indicaciones. Él obedece.

—¿Saldremos? —Aprovecha la oportunidad para intentar cambiar el tema.

—Si, pero de eso hablaremos luego, tú solo mantente en la autopista. —Le reprendo suavemente.

—¿Por qué hiciste eso, Dust? Llevas esperando este momento desde tu primer sueño húmedo, es más, creo que ella estuvo allí ¿Porque salir corriendo ahora? Eso fue antes de que volviera a pedirte el auto, ¿Porque no me lo dijiste? —Continuo preguntando, tratando de hacerme una imagen mental de la escena.

—Porque estaba ebria. No sabía lo que hacía y no quise aprovecharme de ella. Además, soy más virgen que la santísima virgen María, me acojoné. Y no te dije porque ni siquiera estaba seguro de que hubiera sido real.

—Wao. —Es lo único que puedo decir. Dust, es sin duda la mejor persona que he conocido. Es dulce, tierno y un caballero, cualquier chica sería suertuda de tenerle.

—No creo que se repita, pero si se entera que canto rock religioso mientras cocino galletas con el rostro de Jesus y que disfruto deletrear Electroencefalografista, mis posibilidades yacerán cincuenta metros bajo tierra. No digas nada de esto, ¿Sí? —Sus ojos azules me miran suplicantes.

—Por la garrita. Cuentas conmigo Dust. Nunca dudes de eso. —Tomo su mano que reposa sobre la palanca de cambios y le sonrió. —Sigo pensando que Cristal es estúpida y mereces algo mejor, pero no diré nada más al respecto.

—¿Podrías dejar este tema finalmente de lado y decirme a dónde vamos? —Interpela exasperado rodando los ojos.

—Iremos a Basali, Caleb es... Un delincuente, necesito, necesito... —Solo entonces me doy cuenta de que no tengo un plan. Maldigo por lo bajo.

—¿Qué pasó anoche, Jules? —Pregunta dándome una de esas miradas acusadoras.

—Lo seguí hasta la zona industrial de Basali. Intenté tomar unas fotos pero mi celular se cayó y se hizo pedazos. Trabaja en un edificio abandonado y maloliente...

—Supongo que no vende enciclopedias. —Me interrumpe.

—Es un extorsionista. —Suelto al fin. —En este momento debe estar en El Palacio, tomando las fotos del Señor Oliver Henry.

—¿Y quién es ese, Jules? Juro por Dios que no entiendo nada de lo que está pasando.

—Es un pervertido Dust. No es difícil. Le tendieron una trampa en un motel, Cal tomará unas cuantas fotos y las usarán para sacarle dinero.

—¿Cuánto?

—Veinte millones.

—Wao, con eso puede largarse de aquí cuanto antes. —Silva en tono apreciativo y una punzada de dolor surca mi pecho.

—No puede irse. —Dust me mira con los ojos abiertos. —Digo, el juez dijo que...

—Por favor, como si a Caleb le importara lo que diga la ley. Ambos sabemos que está aquí por ti. —Me interrumpe y mi corazón late feliz en mi pecho. —Para arruinarte la vida, quiero decir.

La felicidad se ha ido.

—Oh. —Susurro tratando de no hacer evidente mi desilusión.

—Igual pienso que es mejor para ti que se largue, eso era lo que queríamos en un principio, ¿No es verdad? No entiendo porque lo estamos siguiendo ahora.

—No puedo dejar que meta la pata, no quiero... —Que le pase nada malo. —No quiero tener que delatarlo con la policía.

—¿Si sabes que él no necesita que lo cuides, verdad? No es ni la primera ni la última vez que hace esto.

—Solo llévame ¿Quieres? —Cruzo los brazos sobre mi pecho zanjando el tema y él levanta las cejas como diciendo: Quieta loca.

—Está bien, pero no puedes llegar sin un plan, esto no es un juego. —Dice luego de un rato y es la primera cosa inteligente que le oigo decir, así que mientras tomamos la autopista elaboramos un plan de película.

C O U S I N S [TERMINADA]Onde histórias criam vida. Descubra agora