Capitulo 6: "Chivo expiatorio" (Pt 3)

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Caleb, por favor no te enojes conmigo, sálvame.

—¿Vienes mucho a este lugar? —Pregunto dejando mi bolso sobre la mesita de noche.

—No es de mis favoritos, pero pediste discreción, así que... —Llega hasta mí y desliza el elástico con el que sujeto mi cabello, soltando mi coleta de caballo.

Esperaba algo más de tiempo, algo más de charla insulsa que retrasara este momento, sin embargo el señor Oliver Henry sabe precisamente lo que quiere de mí, y hablar no está entre sus planes.

—Hueles preciosamente. —Murmura inspirando fuerte, haciendo que las aletas de su nariz afilada se abran como las de un depredador.

Me estoy muriendo de susto.

No soy capaz de responder. Me encuentro indefensa y con un ligero sabor a vómito en la parte de atrás de mi boca, inspiro profundo para contener las náuseas pero el olor de su colonia barata envía contracciones asquerosas a mi cardias.

—Espera un momento, por favor. —Logro decir cuando Henry se me echa encima y empieza a succionar y morder mi cuello como si no hubiera mañana.

—No hay tiempo para arrepentimientos. —Gruñe y me empuja sobre la cama sin más, levantando el polvo de la colcha como escarcha. Solo que no hay nada de mágico en esto.

—Espera, espera, por favor. —Insisto y empiezo a forcejear para salir de su agarre, lo cual, lejos de alejarlo parece excitarlo más. Logro sentir su entrepierna frotándose contra mí y en medio de el forcejeo veo como sus pupilas están tan dilatadas que sus ojos parecen casi negros.

—¿Quieres jugar a hacerte la dura? —Gruñe y apresa mis manos sobre mi cabeza con su mano izquierda. —Podemos hacer esto difícil, o sencillo, aunque si eliges resistirte a mí, sería mucho más estimulante.

Dicho esto, baja por completo la cremallera de mi sudadera gris y mete su mano bajo mi blusa color hueso para tomar uno de mis senos entre sus manos y apretarlo tan fuerte que siento que puede sacarme sangre.

—¡No! Para, ¡Auxilio! ¡No!—Empiezo a gritar y patalear con todas mis fuerzas para salir de su agarre, pero cubre mis labios con su boca y aunque intento esquivarlo logra morder mi labio inferior, tan fuerte que siento la sangre fluyendo entre mis dientes.

Sé que es demasiado tarde para arrepentimientos, que no puedo salir sana y salva de esta y que estoy a punto de perder mi integridad con un desgraciado, sé que no hay ningún lugar a donde pueda huir y mucho menos alguien que pueda salvarme. Tal vez el único consuelo que me queda es saber que salvé a una niña indefensa de este hijo de puta y que ella estará bien.

Ahora solo me queda llorar y rezar para que esto acabe pronto.

Es cuando introduce su mano entre mi pantalón y toca mi sexo sin nada de delicadeza que la puerta de la habitación se abre de golpe y una figura varonil avanza a zancadas hasta el depravado que está encima de mí. Viste completamente de negro y su rostro está cubierto por un pasamontañas del mismo color.

—¿Qué demonios es esto? —Pregunta Henry confundido tratando de ubicarse en el espacio tiempo, pero el enmascarado lo ha atrapado con los pantalones abajo. Literalmente.

—Eres una maldita escoria. —Gruñe el hombre tumbando a Henry en el piso mientras lo atiza a golpes a puño limpio.

Su voz es ronca y aterradora, pero es muy familiar. Entonces lo reconozco: Es Caleb.

Henry trata de defenderse y da unos cuantos golpes a ciegas, gruñendo y maldiciendo por lo bajo. Pero el factor sorpresa de Caleb es definitivo y después de unos nueve o diez puñetazos deja de pelear y empieza a retorcerse del dolor, incluso parece que está llorando.

—Lo siento. —Vocifero para que Cal pueda oírme encima del ruido que producen sus puños sobre la cara y cuerpo de Henry.

—Sal de aquí. ¡Ahora! —Ordena posando sus ojos avellana sobre mí por un segundo que parece eterno. Su voz es indescifrable, con un matiz oscuro y sombrio que jamás había escuchado.

—¡Joder, que te largues de aquí! —Ordena de nuevo cuando ve que no me he movido de mi lugar y se pone de pie. Me pasa el pequeño bolso que yacía sobre la mesa y le atesta tres patadas en el vientre a Oliver Henry quien permanece inmóvil y casi inconsciente en el suelo.

Mis pies obedecen primero que mi cerebro, así que cuando vuelvo en mí me encuentro saltando las escaleras a zancadas para llegar al primer piso.

—¡Ey, ey! ¡Espera! —Llama el hombre de la recepción. —¿quién va a pagar la cuenta? —Pregunta cuando llego a la puerta.

—Todo corre por cuenta del señor Oliver Henry. —Mascullo de mala gana y empujo la puerta de vidrio para salir de cara al viento cálido de las dos de la tarde mientras corro sin cesar hacia el Oxxo dónde se supone que Dust estaría esperando por mí. En su lugar encuentro las huellas de las llantas que ha dejado al arrancar.

—Joder. —Protesto por lo bajo y empiezo a mirar en todas las direcciones en busca de Dustin o de alguna vía de escape, pero en lugar de eso me encuentro con varios pares de ojos curiosos que han detenido su camino para observarme.

—¿Estás bien, linda? —Pregunta una adorable mujer mayor llegando a mí desde el Oxxo. —¿Necesitas ayuda? ¿Quieres llamar a alguien?

Solo entonces me doy cuenta de mi estado: Mis ropas están desacomodadas, mi sostén salta a la vista por encima de mi blusa, las mangas de mi sudadera gris caen sobre mis brazos y la bragueta de mi pantalón está abierta y expone el elástico de mis panties de algodón.

Me siento humillada, violentada e indefensa y las lágrimas se agolpan detrás de mis ojos.

—Si... po-por favor. —Tartamudeo tratando de no llorar, sorbiendo por la nariz.

La amable señora que ronda los sesenta, de cabello blanco y uniforme amarillo y rojo, me guía dentro de la tienda y me presta su baño para poder acomodarme un poco.

Estando frente al espejo me percato de las heridas y moretones que tengo en el cuello, en mi labio inferior que ha empezado a hincharse, y en mis muñecas, es casi como si me hubiera dado de golpes con una pandilla. Me encuentro en un estado deplorable y no tengo idea de cómo justificar esto con mi madre, o con Dustin, o con cualquiera que pueda ver lo que ese bastardo me ha hecho.

Ya no puedo contener más mis lágrimas así que me desplomó sobre el piso del baño y libero toda la tensión y frustración que me he guardado las últimas horas.

C O U S I N S [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora