Capitulo 17: "Dieciocho Pesadillas" (Pt 3)

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A mitad de camino ella se percata de mi presencia, igual que los dos policías que me miran con preocupación, y lastima.

Tengo que cambiar de estrategia.

No puedo simplemente llegar a ella y empezar a soltar todos los tacos y maldiciones que he guardado en el fondo de mi cabeza, no puedo ponernos en evidencia tan pronto, así que me obligó a soltar las palmas de las manos que tengo apretadas en puños, dejando caer mis brazos a mis costados, me obligó a respirar profundo y logro fabricar una expresión impenetrable.

—Supongo que no vienes a desearle el feliz cumpleaños. —Mascullo cuando llego a ella.

—¡Hola, hija! —Exclama ella con evidente y fingida preocupación. —Me tenías con el corazón en la mano. —Me abraza fuerte y me tengo que controlar para no apartarla de un empujón.

—Estoy bien. Ya los puedes dejar ir. —Intento llevar la conversación por ahí, señalando a los policías que fingen no escuchamos.

—Oh, ellos no... quieren hablar con, Cal. —Me sonríe y hace un ademán con la mano, restandole importancia.

—No hay nada que tengan que preguntarle, pueden hablar conmigo. Cal está durmiendo, ha sido un día muy largo. —Espeto y ellos intercambian miradas.

—Necesitan hablar con él. —Puntualiza de nuevo, la advertencia resonando en cada sílaba.

—Vale, pero quisiera hablar contigo a solas por un momento. —Fabrico una sonrisa y la tomo por el hombro con delicadeza fingida para arrastrarla al baño de mujeres antes de que pueda resistirse.

—¿Cómo has dado con nosotros? —Inquiero.

—He sabido en dónde estabas desde ayer en la mañana. ¿Quién crees que llamó a la policía en el bosque?

—Iban tras de Caleb. —La verdad me golpea como una ola.

—Si, y encontraron a los sujetos de su negocio turbio. Deberías estar agradecida, si no hubiera sido por mi y tu amigo Dustin, ambos estarían muertos.

—Tú le diste el auto.

—Y también logré que le salvaran la vida a Caleb, así que la palabra que creo que buscas es "gracias". —El aire de su voz es suficiente, como si estuviera por encima de mí, ce Caleb, como si nos tuviera entre sus manos, lista para hacer con nosotros lo que le venga en gana.

—Jamás. —Escupo con rabia y aparto la mirada.

Sigo atando cabos, y empiezo a sentirme mareada. Inmediatamente después de encender el teléfono mi ubicación se compartió al teléfono de Dustin y él le dijo a mi madre para que ella pudiera llamar a la policía. Es por eso que pudo encontrarnos tan fácilmente.

Dustin sabía que mi madre iba tras de él, tras de mí, él sabía que ella nos estaba cazando como a conejos de pascua y aún así decidió ayudarle. De repente me siento extremadamente sola, como si una venda se hubiera caído de mis ojos y finalmente pudiera ver la realidad; Todos ellos piensan mal de Caleb, de mi, de nuestro amor, piensan que no es natural, piensan que está corrompido... quieren separarme de lo único bueno que tengo en la vida, quieren enmendar sus errores a costa de destruir lo más maravilloso que me ha pasado jamás.

—¿Qué quieres? —Pregunto con un hilo de voz, necesito escucharlo de sus labios.

—Quiero alejarte de Caleb. —Responde.

Pienso en revelarle todas las cartas, en decirle que sé que Gasper es mi padre biológico y que eso hace a Caleb mi hermano (hasta donde ella tiene entendido) pero logro morderme la lengua. Tengo que ser más inteligente.

—Él no está forzandome a nada. —Repongo.

—¡Por Dios, Jules! Desde que llegó has estado actuando como una loca; has faltado a tus clases, me agrediste, te fugaste de casa, agrediste a tu... a Gasper en su casa, me entero que te tiene secuestrada e involucrada en alguna clase negocio sucio en dónde casi mueres hace un par de horas y lo más grave de todo es que te acuestas con él a sabiendas del vínculo que hay entre ustedes y... —Se le apaga la voz. —No puedes siquiera imaginar hasta qué punto están conectados ustedes dos.

—Si que lo sé. —Se lo digo y ella me mira desconcertada.

—Lo sabes.

Encarno una ceja como diciendo: Anda, confiesa. Pero ella logra recuperar la compostura.

Antes de que pueda abrir la boca, unos golpes contundentes resuenan en la madera curtida.

—Señora Cohen, ¿Todo bien adentro? —Pregunta uno de los oficiales.

Ella aprovecha la pequeña distracción y empieza a caminar hacia la puerta, pero la retengo agarrándola por el brazo en un gesto de irreverencia y rebelión.

—Piensa muy bien como juegas tus cartas, Nora. Juro que si le pones un dedo a Caleb te vas a arrepentir, en lo que a mí concierne es la única familia que rengo. —Escupo y sus ojos se abren con terror.

—¿Qué te ha hecho? —Pregunta con asco para de soltarse de mis garras y acomodarse el cabello antes de ponerse su máscara de la-mejo-mamá-del-mundo y abrir la puerta del baño.

—Todo en orden. Los sigo caballeros. —Indica con la mano y empiezan a caminar por el pasillo hacia el vestíbulo y hacia el cuarto de Caleb.

Oh, no.

Intento interponerme en su camino más veces de las que puedo contar, gritando, vociferando palabrotas e incluso tratando de negociar, pero lo unico que logro es atraer las miradas atonitas y confusas del personal medico y de uno que otro paciente.

—Señorita Cohen, Por favor, hagase a un lado. —Ordena uno de los oficiales con aire cansado mientras se pone la mano sobre el puente de la nariz en un gesto de irritación y cansancio.

—Nada de lo que les dijo es verdad, oficial. Yo estoy aquí, estoy sana y salva, puedo decirles la verdad. ¿Por qué no me escuchan?

—Señorita Cohen. Usted es menor de edad. Usted fue coaccionada para... hacer la voluntad de este individuo, solo que no tiene la capacidad mental para entenderlo. —Habla el segundo oficial quien permanece un par de pasos atrás, con aire impaciente.

—¡Pero esto es absurdo! ¡Caleb también es... —Iba a decir menor de edad, pero entonces caigo en la cuenta de que acaba de cumplir dieciocho hace un par de horas.

Miro a Nora quien permanece detrás de ambos oficiales, usándolos como escudo humano, su mirada fija en el suelo. Como si le diera vergüenza todo esto, pero sé que en realidad no puede estar más dichosa. Se está saliendo con la suya.

—Lo hiciste a propósito, ¿Verdad? —Espeto. —Esperaste hasta cuando fuera finalmente mayor para poder echarle la mano encima.

No dice nada, pero cuando al fin levanta los ojos del piso y me mira puedo ver un brillo siniestro en sus ojos. Ella ha estado aquí desde anoche, escondida entre las sombras, planeando y saboreando este preciso momento.

C O U S I N S [TERMINADA]Où les histoires vivent. Découvrez maintenant