XLV| 9 de marzo

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-Mami-me asome al estudio de arte de mamá. Era media noche, o más, pero fuertes ruidos de golpes y gritos me habían despertado muy asustada. Papá al parecer no había escuchado nada, porque dormía plácidamente, pero yo debía buscar de donde provenían todos esos ruidos. Luego de unos minutos de buscar por toda la casa, decidí ir con mamá, que cuando no estaba con papá, estaba en el estudio-
-Hija… Vete a tu cuarto, pequeña, por favor, solo vete a tu cuarto- efectivamente estaba ahí, pero al ver el desastre que estaba desparramado por todo el lugar supe que de ahí venían los gritos, golpes y otros ruidos que no podía entender- Mónica, por favor, vete princesa-insistió con la voz quebrada y un sollozo al final de su oración. La luz que entraba por los ventanales le daba por la espalda, así que solo veía la silueta de mamá. Estaba sentada en el banco donde se sentaba a pintar y tenía sus manos tapando su rostro-
-¿Estás bien, mami?-me acerque a ella, haciendo caso omiso a su orden. Como cualquier niño, me asustaba que mamá llorara y ya con 8 años entendía que ella necesitaba ayuda-¿Por qué lloras, mami?-mire a mi alrededor, viendo el desastre que sus mismas manos habían causado. Habían cuadros destruidos, pinturas tiradas, manchas y pinceles quebrados- ¿Qué paso aquí?
-¡Te dije que te fueras, vete a tu cuarto, Mónica!-me minimice al escuchar su grito, pero no hice lo que me pidió. Me abrí espacio entre el desastre y me escabullí entre sus brazos para abrazarla- Lo siento-sollozo de nuevo y me miro. Sus ojos estaban rojos, sin brillo y había algo más en ellos… Algo desconocido y extraño- Lo siento mucho-bajo la mirada mientras acariciaba mi cabello que para entonces estaba rizado por completo, con finos  resortes- Te amo-rompió en un llanto más descontrolado, dejando salir el dolor a través del llanto- Lo siento, lo siento demasiado hija. Te amo, te amo y siempre estaré contigo… ¿Me amas?-sus brazos me tenían contra su cuerpo, abrazandome como si su vida dependiera de ello. Yo asentí, empezando a llorar con ella sin alguna razón. El simple hecho de que mi madre llorara, me hacía llorar-
-Te amo, mami-solté en un sollozo y mamá gimió en medio del llanto, soltando más y más lágrimas-
-¿me perdonas?-en mi inocente mente creí que ella se disculpaba por ese grito que hace un minuto soltó, pero había algo escondido de tras  de sus palabras que no lograba comprender-
-Te perdono, mamí-Abrace más fuerte a mi madre. No entendía, pero sabía que debía hacerlo-
-¿Perdo…-la voz de mi padre hizo que mamá me soltara de pronto y se puso de pie, con una mirada de dolor hacia el hombre en la puerta- ¿q…qué? ¿qué sucedió?... Amor….-suspiro con dolor y frustración, viendo el desastre en el lugar mientras pasaba sus manos por su cabello. El sueño con el que había  hablando antes había desaparecido y había quedado solo asombro-
-Leonard…

Los brazos de papá abrazaron la pequeña figura femenina de mi madre y fue la primera vez que la vi a mamá derrumbarse. Sabía de alguna manera que no era la primera vez, pero esa noche los demonios merodeaban para atacarla y ella lo permitió, ya no podía y cuando se dejo caer en los brazos de papá entre un llanto desconsolado, note que habían arrebatado hasta la última esperanza, tranquilidad y cordura de mamá. Sus problemas de ansiedad y depresión junto a sus complejos la hicieron caer frente a mis ojos  y me estaba preguntando ¿cómo podía una niña de 8 años entender esto?

Papá me obligo a irme a mi habitación y lo hice, quedando dormida de nuevo sin demasiado esfuerzo. El día siguiente era un 9 de marzo y el día parecía como cualquier otro, incluso más alegre.

-Vamos princesa-grito papá desde la primera planta de la casa. Era grande, muy alejada de la urbanización y en general la vida. A mamá así le gustaba, pero lo malo era que debíamos salir muy temprano de casa junto a papá. Mamá se quedaba en casa casi todos los días porque podía trabajar desde casa y solo iba a la empresa presentar trabajos, ideas o reuniones-¿segura que te quedas sola?-escuche decir suave a papá mientras yo me detenía en seco para dejarlos hablar, escuchando con atención la palabra de mis padres-
-Hablamos de esto ayer… Ya estoy bien. Fue solo un arrebato, lo siento-la voz de mamá sonaba apagada y triste, pero con seguridad-
-Si necesitas algo o te sientes mal de nuevo, llámame, cielo-me encantaba escuchar como papá la trataba con tanto amor, tanto cariño y cuidado… Soñaba con algún día, al estar grande, tener a alguien que me amara como papá amaba a mi madre- ¡Mónica!
-Ahí voy, ahí voy-corrí el resto de escaleras que quedaban y me encontré con mamá abrazando a papá y dándole un beso de despedida, como todas las mañanas. Acomode mi mochila en mis hombros, que era demasiado grande y pesada para la pequeña niña enclenque que yo era-Adiós, mami-mamá dejo un beso en mi cabeza  acomodo mi cabello, dándome una caricia llena de dulzura-

Sr. Malik Donde viven las historias. Descúbrelo ahora