L|V Ilusión

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Di un suspiro viéndome al espejo, terminando de colocarme el rímel para largarme a la fiesta. Miraba mi atuendo una y otra vez, pensando << ¿Por qué demonios acepte ir a esa estúpida fiesta?>> Cada segundo solo me servían para convencerme que no debía ir, debía quedarme en casa. De igual modo nadie me deseaba en ese lugar más que cuatro personas, solo iría a recibir miradas de recelo, de asco, de odio, insultos, comentarios, bromas a mi persona y a mi antigua relación con Zayn. En verdad no tenía nada que festejar, no tenía la felicidad ni adrenalina que todos tenían para esta fiesta.


-¿Sabes?-le hable a mi reflejo, señalándolo con mi delineador, haciendo que mi reflejo también me señalara- No me interesa, a la mierda Francia, a la mierda Zayn... Debo disfrutar mi última prom party, bailar, reir, tomar, solo dejarme llevar-asentí convencida y me di media vuelta para guardar mi maquillaje. Busque el bolso que llevaría, pero no estaba por mi tocador. Voltee a ver al desastre que era mi cuarto y me acerque a mi mesa de noche, donde lo había dejado minutos antes-


Cuando lo tome, mis ojos se detuvieron en el pequeño jarro que estaba en mi mesa de noche, con un clavel blanco apunto de marchitarse, perdiendo su blanco puro y adoptando una posición de tristeza, deseando más vida y más vitalidad. El agua no bastaba, ella necesitaba sus raíces para vivir, para seguir en pie, renacer cuantas veces la tierra se lo permita, crecer sin miedo.

Una lagrima escapo sin previo aviso de mi ojo derecho y limpie rápidamente el agua salada que empezaba a deslizarse por mi mejilla... Estaba muriendo, muriendo porque necesitaba a Zayn. Me había despegado de él como esa flor de su raíz, pero lo necesitaba, porque estaba muriendo.

Maldecía por el amor que un día nació y se sembró tan en lo profundo de mí como para hacerlo vital para mi vida. Maldecía esos vacíos que nunca se llenaron y lo único me hizo sentir llena fueron sus palabras y caricias. Todo era psicológico, podía superarlo, pero había una voz en mi cabeza que me confirmaba día a día que era yo misma la que no quería.

Sin darme cuenta, me encontré llorando con el florero entre mis manos, regresando a los primeros días de su ida. Estaba convencida de que lo estaba superando, que iba mejorando, pero todas eran mentiras sobre mentiras


-¡HIJA!-escuche el grito de mi padre desde el pie de las escaleras, llanadome- ¡Luis esta fuera, pregunta  que si te vas con él!-Alce mis cejas y de alguna manera aclare mi garganta y detuve mi llanto, corriendo a la puerta-

-Claro, solo dile que me de unos minutos-Hubo un pequeño silencio hasta que respondió-

-De acuerdo.


Me mire al espejo y alarmada, de la manera más veloz posible, me despinte y corregí el desastre que mis lagrimas crearon.

Alcohol, tabaco, drogas y obscenidades, locura, alegría, libertad, festejo ¿de que otra manera podía definir la fiesta?  No había nada más que música alta, chicos y chicas bailando con un espacio personal de 0mm y otros disfrutando de los vicios en otras partes de la casa de Calum, un chico adinerado con el cual nunca compartí momentos a excepción del sexo. Creo que había conocido su casa en un estado absoluto de ebriedad y desesperación, a mis 16 años. 

Para cuando llegamos, todo iba iniciando, pero ya ahora, tres hors después, podía ver personas tambalearse por el alcohol, ojos rojos y cuerpos débiles por la marihuana además de parejas subir y bajar por  las gradas. Yo por mi lado, me mantuve hablando con Tati buena parte de la noche. También hable con unas cuantas personas más, pero ahora estaba sola, pensando en si debía tomar un taxi mientras daba otro trago a mi bebida alcoholizada. Había estado tan apartada y tranquila, que ni el mínimo deseo de bailar creció en mí, además de que nadie en sus cinco sentidos se acercaba a mí... Ya la imagen que tenían de mí por culpa de Matt era suficiente, y luego, al contrario de muchos que dirían como "Seguro la alaban por meterse con el profesor que todas querían follar" me rechazaban con alguna clase de burla en sus ojos. Deseaba saber que pensaban exactamente de mí. Nunca en mi vida había sido exactamente rechazada, porque aunque se burlaran de mí e intentaran humillarme con el termino "puta", todos me hablaban como los malditos hipócritas que son y disfrutaban de mi sarcástica presciencia, pero ahora... Nunca me había sentido más rechazada.

Sr. Malik Where stories live. Discover now