2: IV

1.1K 152 65
                                    




IV. "Que La Tierra Se Abra..."



Hijo de Neptuno

Remo acercándome a la isla. En el bote únicamente vengo yo debido a que había algo que necesitaba hacer sólo junto a Anea.

Continúo remando hasta que soy capaz de verla claramente sentada en la arena, ella se levanta y corre adentrándose al mar, como ya estoy bastante cerca bajo del bote, el mar me llega por encima de las rodillas lo cual me dificulta un poco la tarea de correr.

Recibo a Anea dándole un abrazo. Si bien me preocupé cuando cayó al mar, sabía que sobreviviría; Anea no era fácil de matar.

La suelto y tomo el bote de una orilla jalándolo hacia la arena, los ojos grises del pirata me miran claramente confundida. —¿Capitán? —Llama, pero la ignoro.

Al llegar a tierra firme dejo el bote sobre la arena, lo aseguro, y hasta entonces decidí responder las dudas que seguramente tenía Anea.

—Hay algo que tengo que hacer en esta isla, cuando termine, regresaremos al barco. —Explico el motivo por el que no regresamos inmediatamente al barco.

—¿Ha empezado otra vez la cacería por extraños objetos? —Se interesa mirándome atenta.

—Yo no lo llamaría objeto, es un humano, como tú y como yo.

—No entiendo. —Expresa inconforme con mi falta de detalle, no gano nada con ocultarle lo que sé, y después de todo lo que ya hemos pasado juntos supongo que es justo que me especifique más.

—En esta isla se está escondiendo el actual hijo del dios de la tierra. Nosotros no somos los únicos a los que Koaskar quiere matar. —Informo viéndola negar, parece estar procesando la información.

—¿Ahora seremos los escoltas de otro tipo? ¡No nos podemos ni cuidar a nosotros mismos! ¿Por qué Neptuno da tareas tan ilógicas? —Suelta exasperada, me reí de ella.

—No lo vamos a cuidar, nos vamos a ayudar. —Sentencio comenzando a avanzar. —Y no fue una orden de Neptuno, fue mi idea. Necesitamos más tripulantes en mi barco, ¿no crees que el hijo de un dios será una buena opción? —No le veo la cara ya que estoy avanzando, abriendo paso con mi espada.

Escucho los pasos de Anea detrás de mi, me venía siguiendo de cerca. —Ya, entiendo, aunque es extraño, sé qué hay otros dioses, pero no creí que conocería a sus hijos, además, ¿qué te hace pensar que querrá unirse a nosotros?

—Se está escondiendo de Koaskar, intenta preservar su vida. —Explico deteniéndome al ver una serpiente atravesar el camino, la mato sin dudarlo; desde que una serpiente me persiguió y casi me mata, ya no son mis bestias favoritas. —Si le proponemos ayuda, seguramente aceptará, tenemos más probabilidades de matar a Koaskar estando juntos, separados seremos presa fácil. —Sigo avanzando, sólo esperaba que el dios de la tierra ya le hubiera avisado de nuestra existencia a su hijo.

—Bien, espero que este plan funcione. —Hace una pausa. —Creí que el hijo del dios de la tierra estaba en la isla de Vel-Kan.

—No, al principio Velkan era el hijo de la tierra, pero luego de la traición, él se convirtió en el dios Vel-Kan. El tiene su propio hijo, el hijo del fuego, quien será nuestro próximo destino.

La escuché reírse. —Los hijos de los dioses reuniéndose para matar un enemigo en común, estoy segura que en años venideros esto será una leyenda... claro, si Koaskar no nos mata a todos. En dado caso, él será la leyenda.

Me detengo para girarme y mirarla. —Yo ya soy leyenda, Anea, no necesito matar a Koaskar para seguir siéndolo, aunque claramente me hará más interesante. —Hablo egocéntrico, pero bromeando.

O A T H  1 & 2Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum