XV

7.9K 1K 441
                                    






XV. Espadas y Bailes.




Algunas pasiones es mejor no contarlas, después de todo, lo único que importa es lo que disfrutas en estas.

Miro a Harry ponerse sus botas, terminando así de vestirse. Sus rulos están completamente despeinados y sus labios lucen rojizos. Él pasa una mano sobre su cabello intentando peinarlo, mas no tarda en notar que era inútil hacerlo.

—¿Por qué sonríes como tonta? —Cuestionó mirándome, yo ni siquiera era consiente de que lo estaba haciendo.

—No es asunto tuyo. —Respondí a la vez que removía el mal trozo de sábana que cubría parte de mi cuerpo. Me incorporé quedando sentada, Harry miró una última vez mi cuerpo antes de que yo iniciara a vestirme.

A diferencia de las otras noches, esta vez no me había quedado dormida, me sentía agotada, si, pero había quedado con Tom para continuar con las siguientes lecciones.

Cuatro días habían pasado desde que Harry y yo habíamos comenzado a compartir pasiones, y siendo honesta me gustaba que así fuera.

Al terminar de vestirme y de hacer mi trenza correctamente, salí del camarote de Harry sin decirle otra cosa, él tampoco dijo nada, quiero decir, no era como si fuéramos los mejores amigos.

Salgo a la cubierta notando lo casi vacía que está, miles de estrellas adornan el cielo en esta fresca noche luciendo como granos de arena esparcidos a las orillas del mar oscuro.

—Aquí no cantamos, Anea. —La voz de Tom se escuchó desde la altura de un mástil, observé cómo bajó y de un momento a otro ya se encontraba junto a mi. Me pregunté si me habría visto salir del camarote de Harry. —Pero si alguna vez escuchas un canto, huye, puede que sean las sirenas.

Sus palabras me intrigaron. —¿Sirenas? —Repetí. Si bien ya no era tan escéptica (ya había visto un monstruo marino que arrojaba fuego), me causaba curiosidad la mención de esos seres. No es que supiera mucho, pero había escuchado historias de marineros borrachos en la cantina, donde decían que eran seres hermosos, pero malignos.

—Si, cola de pescado y rostro angelical. —Hice una mueca de desaprobación ante tan pobre descripción. Tom sonrió. —Podría decirte que las escamas que conforman su parte inferior parecen brillar tal joyas acariciadas por el sol, que su parte humana es parecida a una escultura tallada por el mejor escultor con tiempo, amor y devoción, que sus rostros tienen los rasgos más finos, con toques de perfección que te hacen pensar que tanta belleza debía estar prohibida en lugares tan mortales como estos. Y que sus voces entonan las más sublimes melodías, que su canto es como una suave caricia que te hipnotiza hasta llevarte a tu perdición. Si, Anea, podría decirte todo eso, pero jamás se compararía con la verdad. Las sirenas son algo que tú tienes que ver por ti misma para entender de lo que hablo, pero al mismo tiempo, como marinero, las sirenas son lo último con lo que quieres toparte, es muy difícil salir con vida cuando las encuentras.

—¿Tú ya has visto una sirena? —Pregunté maravillada y él asintió.

—Si, y casi muero ese día de no haber sido por tu hermano, así que créeme que se de lo que estoy hablando. —Contestó y no pude evitar preguntarme por todo lo que mi hermano debió haber visto en su vida com pirata, ¿quién iba a pensar que alguien como nosotros íbamos a terminar aquí?

—¿Crees que algún día nos topemos con alguna? —Continúe interesada.

—Si, lo creo. Tienes toda una vida para navegar los siete mares y encontrar una. —Respondió sonando totalmente seguro de lo que hablaba. —Pero mientras eso sucede, de momento estoy por presentarte un lugar al que ni siquiera yo he visto.

Toda una vida. Esas palabras se quedaron grabadas en mi mente.

—No tiene sentido lo que dices, ¿cómo vas a presentarme algo que te es desconocido?

—No necesito conocerlo para presentarlo. —Se limitó a decir en el momento que sacaba una espada, me la arrojó y por suerte la atrapé. —El cuchillo es cosa del pasado, hoy vamos a danzar con espadas... literalmente.

—¿Literalmente?

—Literalmente, supongo que como la princesa que eres, la danza te vendrá fácil. —Hice una mueca.

—Yo no bailo, a menos que cuentes los ridículos saltos que daba de pequeña. —Confesé y Tom se rió.

—Realmente no quiero seguir llamándote inútil, pero en cada ocasión me demuestras que si lo eres. —Comentó terminando de reírse. —Pero lo de la danza es en serio, tienes que saber los pasos adecuados y cómo hacerlo en pareja, ¿la motivación? Si no bailas bien terminarán cortándote la cabeza.

—Y yo que pensaba que bailar era por diversión. —Hablé con sarcasmo.

Tom tomó una postura que ciertamente parecía de baile, su pie izquierdo estaba por detrás de su pie derecho, y con su mano izquierda sostenía la espada. —Haz la misma pose que yo. —Ordené e hice una mueca.

—No soy zurda. —Alegué y él sonrió de lado.

—Yo tampoco lo soy. Te estoy compartiendo mi secreto, Anea, la mayoría de las personas son diestras, por lo que piensan que su oponente también lo será, al ser diestros, se crea "comodidad" de movimientos, pero cuando un zurdo aparece rompe esa "comodidad" dándole ventaja sobre su enemigo, ¿si me explico? —Explicó y yo asentí. —Así que aprenderás a danzar con tus extremidades izquierdas.

Sin replicar a lo que había dicho, imité su pose, sostuve con firmeza la espada y coloqué mi pie izquierdo detrás de mi pie derecho, creí que lo primero que me enseñaría sería a usar la espada, pero no fue así. Su pie derecho pasó de estar adelante, a estar atrás, y así sucesivamente hasta retroceder diez pasos. —Imítalo manteniendo el balance de tu espada, hazlo lo más rápido que puedas. Intenta no caerte.

Y lo hice, y casi me caí.

Se veía fácil hacer esos pasos y mantener la espada recta, pero no fue así, no sabía a qué darle más atención, si a mis pasos o la espada que sostenía mi mano.

—Recuerda que si danzar no sabes, tu sangre quedará esparcida por los mares.

Me detuve. —¿No hay otra manera de aprender? —Cuestioné y él asintió.

—Las hay, pero créeme que te estoy mostrando la mejor que existe, así que deja de quejarte y continúa practicando, tenemos toda la noche, Anea.

Y seguí practicando, y en cada ocasión apesté haciéndolo.

—Suficiente, deja caer tu espada. —Tom ordenó luciendo harto de mis fracasos, y yo lo hice creyendo que diría que ya habíamos terminado por hoy, mas no fue así. —Vamos a bailar, Anea, literalmente.

Lo miré confundida, pero él se acercó y tomó mi mano izquierda con su mano derecha, estas manos quedaron alzadas a la altura de mi rostro, justo como la espada. Mi mano derecha fue entrelazada con su mano izquierda, pero estas quedaron a la altura de nuestras piernas.

—Voy a empujarte suavemente y tú vas a retroceder despacio empleando los pasos que te mostré. Cuando hayas contado diez, entonces tú vas a empujarme revertiendo los pasos. Recuerda que el izquierdo es el primero.

Y sin más comenzamos a danzar, con el sonido del mar siendo nuestra música.

Al inicio continué equivocándome con frecuencia, Tom se mantenía serio, pero a medida que el tiempo avanzaba, él comenzó a sonreír al notar que estaba progresando. De un momento a otro hizo que nos detuviéramos, sacó su propia espada y me la entregó para que la sostuviera, una vez que lo hice, retomamos la posición anterior, sólo que ahora su mano derecha sostenía mi mano izquierda por la muñeca, pues yo sostenía la espada. Volvimos a nuestro baile, con cada hora que pasaba sintiéndome más experta, y cuando el sol estaba por salir, Tom dijo;

—Fue un honor tener tu primer baile.




Hola, hola. Nuevo capítulo, y yo solo quiero decir que amo mucho a Tom, y a Harry, y a Anea... a todos los personajes, ahre. Tengan paciencia con Shawn, yo sé lo que les digo. Los amo. ⚡️

O A T H  1 & 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora