XLVIII

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Capítulo Final




XLVIII. El Nuevo Juramento.



"Mi juramento fue siempre amarte, y que Neptuno me ahogue si no lo cumplo así."

-OATH.


Harry y yo, al igual que el resto de la tripulación, salimos a cubierta tan rápido como pudimos.

Frente a nosotros el leviatán se alzaba.

De su hocico pareció salir luz y supe que estaba por arrojar sus bolas de fuego.

El capitán corrió y gritó algo mientras al compás de sus manos, una muralla de agua se alzaba impidiendo que las bolas de fuego llegaran al barco.

Taipan se mantenía a cargo del timón y Harry había corrido hacia los cañones.

—¡Anea! —Tom dijo mi nombre detrás de mi y me jaló hacia el barandal de estribor. —Sostente, ya sabes, no te sueltes.

Asentí pero mi mirada seguía clavada en aquella bestia. Al notar que sus bolas de fuego no lograban penetrar la barrera del capitán, pareció darse por vencido y se sumergió azotando el barco con su cola.

Como estaba bien sostenida esta vez no caí al mar. Observé a Cass acercarse al capitán, pareció decirle algo y este asintió, después, Carissa vino hacia mi.

Go help him!

La miré extrañada. ¿Ayudar al capitán? ¿Cómo?

—¡No puedo ayudarlo! —Solté elevando un poco mi voz.

Yes, you can! —Respondió, y acto seguido me tomó del brazo jalándome hacia el capitán.

El hijo de Neptuno me miró por apenas unos segundos, después su mano izquierda tomó mi mano derecha, y Cass tomó mi mano izquierda, de manera que así formamos una cadena humana.

Yo no entendía porqué estábamos haciendo esto.

Let's kill this son of a bitch. —Pronunció Cass. —You guys, repeat after me.

El leviatán volvió a emerger del mar rugiendo de esa manera que hacía lastimar mis oídos;

Incendium...

Comenzó a decir Cass, pero yo no logré repetirlo.

Mi cabeza se volvió a llenar de voces, de esas voces que gritaban y susurraban, que me decían cosas que no lograba comprender. Solté sus manos y retrocedí. Mis manos fueron a parar a mi cabeza mientras intentaba callar todas esas voces.

Baby pirate! —Gritó Cass y vi como abandonaba al capitán para venir a socorrerme.

Al mismo tiempo, el leviatán arrojó más bolas de fuego, pero ante la distracción, no todas las alcanzó a detener, por lo que algunas dieron directo en el barco, haciendo así, que parte de este comenzara a consumirse en llamas.

Grité al comenzar a sentir otra vez el fuego en mi interior, pero a diferencia de la primera vez, en esta ocasión si sabía cómo vencer lo que sentía.

Dejé que la calma me llenara, pensé en lo que me brindaba paz, pensé en que tenía que salir de esta para poder ayudar a mi capitán.

De repente el barco pareció dar un jalón de un lado, como si algo lo estuviera jalando, y se escuchó la voz de Taipan;

—¡UN REMOLINO, CAPITÁN, UN MALDITO REMOLINO!

Vamos, Anea, tú puedes superar esto, ¡tu capitán te necesita!

O A T H  1 & 2Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum