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Camila Galante // 17 de enero de 2024, París

¿Podemos llamar a Cande? - preguntó mi hija por cuarta vez en toda la mañana, resople un poco cansada-

Ya te dije que es temprano todavía, debe estar durmiendo- contesté, no entiendo por qué tanta admiración con la española-

Me invaden ciertos celos cada vez que la escucho nombrar, y eso que al principio siempre me agradó su persona. Creo que comenzó cuando vi las actitudes de Leandro, esas que era similares a cuando estábamos juntos pero con la diferencia de que estas en efecto eran completamente genuinas.

¿Estuve mal al meterme entre ellos? Si  y me hago completo cargo de mis acciones, pero no pude evitarlo y tampoco siento culpa alguna. Realmente disfrute ese juego con Leandro, y volvería a repetirlo.

Los celos que me daban al verlos  juntos eran incontrolables, simplemente actúe y bueno, trajo ciertas consecuencias poco tiempo después.

Mis amigas, por ejemplo no me responden los mensajes y entiendo su enojo, pero tampoco pueden apartarme así como así, por algo tan minúsculo que no les incumbe. Esto es entre nosotros tres.

La mañana siguiente a la excursión, nos enteramos mediante Leandro que Candela no viajaría a Europa, decidió irse directo a Argentina.

Se mantuvo alejada de mí y Leandro, aparentemente fue una pelea muy fuerte entre ellos en esa famosa cena donde él le pediría matrimonio.  Es evidente que se entero lo que pasó los últimos días, era inevitable.

Desde entonces no se mucho de ella, solo sé que se encuentra visitando a sus parientes en Córdoba.

Leandro, por su parte se pasa entrenando y viniendo a casa a pasar tiempo con nuestros hijos, digamos que ellos no tomaron muy bien la separación.

Eso en cierta parte me dañó un poco, le había tomado cariño a ella y ahora no tienen mucho conocimiento de su paradero.

Ma, ¿Podemos llamarla? - nuevamente esa estúpida pregunta, quiere a toda costa comunicarse con ella-

Siento rabia, un malestar se instala en mí. La odio, se adueñó de todo lo que era mío.

No siento culpa, no debería tenerla, sólo demostré que Leandro sigue siendo la misma basura que fue conmigo. Simplemente le mostré hasta donde es capaz, si no era conmigo, era con otra.

Leandro no cambió, los hombres no pueden cambiar su naturaleza. Aprendí esos hace unos años.

Espera a que venga tu papá- respondí casi al borde del colapso, no quiero que estén hablando con ella. No deberían, ya no es nada de su papá-

Mi hija deja la cocina dando pequeños saltos de felicidad, había logrado lo que tanto ansiaba, hago una mueca, en cierta parte me da cierta pena, Victoria había generado un vínculo muy fuerte con ella. Aparto todos esos pensamientos y me concentro nuevamente en preparar el almuerzo, algo calentito para este frío infernal.

Escucho la puerta principal abrirse, habían llegado Leandro y Giovani.

Leandro entra en la cocina y deja las bolsas en la mesada, habían ido a comprar todo lo que me faltaba.

Buenas- murmuró guardando algunas cosas en la heladera-

Fíjate que Victoria quiere llamar a Candela por el cumpleaños- le conté rápido eso que tanto quería mi hija mayor- Llámala o no sé, pero que lo haga, toda la mañana jodio con eso

Asintió en silencio y continuó guardado las cosas que había traído.

¿Te quedas hoy? - pregunté apagando la ornalla, todo está listo para el almuerzo-

Rumors | Leandro Paredes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora