Episode 6

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Lunes, 5:30 a.m.

Xiao Zhan gruñó cuando su espalda se levantó a medias del colchón, ya temiendo el tener que salir de la cama. Le echó un vistazo a su reloj despertador y suspiró. Podía elegir quedarse en su cama, pero de cualquier forma su alarma sonaría en media hora.

Se quitó el cobertor de encima y bajó la vista a su ropa, frunciendo el ceño. Todavía estaba completamente vestido.

—¿En serio, amigo? —se preguntó a sí mismo al frotar sus ojos con sus manos.

A decir verdad, no recordaba mucho de su viaje de regreso a casa. No recordaba haber apagado el auto, caminar por la puerta o entrar en la cama. Y por lo que parecía, había estado tan exhausto que literalmente se había dejado caer en ella sin siquiera haberse quitado la ropa o cobijarse bien.

Hizo una mueca cuando se sentó derecho; un repentino dolor se propagó por su espalda baja y sus muslos.

—Mierda. —maldijo, apretando sus ojos al levantarse; se balanceó un poco cuando su cuerpo le protestó. Xiao Zhan gruñó; todo le dolía.

Su cabeza, su corazón, sus hombros, espalda y muslos; todo se había visto afectado. Yibo se había apoderado de todo. Y aunque sonaba tentador, se negó a sí mismo a sentarse y llorar al respecto. Eso no cambiaría la historia.

Se había pasado todo el fin de semana jugando a ser el Muñeco Sexual de Yibo y no había sido liberado hasta la mañana anterior. Estaba un poco más que jodido.

—Ay, por dios, ¿y cuál es el punto? —se preguntó en voz alta, sintiendo que algunas últimas gotitas de motivación se le iban.

Aun así, se forzó a sí mismo a sonreír y aguantarlo. Caminó hasta el baño con determinación, murmurando obscenidades en voz baja en todo el camino. La parte final de su espalda se sentía tan maltratada que poder moverse era un verdadero logro.

—Maldito Yibo, Vete a la mierda. —se quejó, frotando sus nalgas y deseando tener un balde con hielos en el que pudiera sentarse.

Se apresuró a despojarse de su ropa, al mismo tiempo evitando mirar su reflejo en el espejo del baño. No quería saber lo que podría encontrar. Por ahora, lo único que quería era una ducha.

Sin embargo, cuando iba a abrir la llave de la regadera, se detuvo a sí mismo y una mueca se pintó en sus rasgos. Tal vez debería considerar tomar un baño en lugar de la ducha. Nunca nadie se había corrido dentro de él. ¿Todavía seguía... ahí dentro?

La idea hizo que sus ojos se ampliaran. Mierda.

—Oh, genial. Sí, de puta madre —se quejó mientras abría la llave de agua. Cerró sus ojos cuando el siseo que hacía el agua se apoderó del ruido de fondo—. Aparte de todo, voy a tener que hacerme un chequeo.

Se agarró su cabeza como si ésta hubiese ganado diez kilos de peso al pensar en todas las cosas con las que tendría que lidiar durante esa semana. Y tendría que hacerlo él solo.

Cuando la presión comenzó a acumularse detrás de sus ojos, sintió repentinamente como si volviera a tener cinco años. Mierda, quería correr con su mamá, llorar en sus brazos y contarle todo.

Un sollozo escapó de sus labios con esa idea... no podía darse el lujo. No podía contárselo a nadie.

"Nadie delata a Yibo".

Al meterse debajo del rocío de agua, se regodeó con lo cruel que era todo eso. Sabía que incluso aunque tuviera la opción de hacerlo, no se lo contaría a nadie.

Dark SideWhere stories live. Discover now