Episode 8

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Terminó faltando a la universidad al siguiente día, a favor de tomar un turno en su trabajo. En términos glorificados, trabajaba en un mostrador de un departamento en Macy's. Sin embargo en términos verdaderos, era un vendedor que trabajaba bajo comisión al que pretendía importarle un carajo la clientela de clase alta y sus constantes quejas.

Xiao Zhan suspiró al meterse en su cama, había sido el primer turno que había tenido desde hace un mes cuando decidió tomarse un descanso, y no le había sido fácil. Había soportado 8 horas estando de pie, con la chaqueta de un artista llena de brochas de maquillaje y limpiador aplastando su cuello. Y aunque había vendido más que todos, eso no lo tranquilizaba. Había estado casi seguro de que los moretones y los músculos adoloridos ya se podían haber desaparecido, pero su cuerpo parecía llevarle la contraria.

Gruñó volteándose sobre su costado. Todo le dolía, y lo único que quería hacer ahora era dormir.

Sin embargo, su celular parecía tener otras ideas. Tan pronto como dejó que sus ojos se cerraran y que comenzara a relajarse, lo sobresaltó con un increíblemente inoportuno zumbido desde la mesita de noche.

—Oh por dios, gente. —gruñó, ya enojado y parpadeando en la oscuridad. Rebuscó su celular sobre la mesa y entrecerró sus ojos cuando lo tuvo enfrente.

Una llamada perdida y un mensaje de voz de Xuan Lu.

26 mensajes de texto.

3 notificaciones de Facebook.

—No me importa. —concluyó, tirando el dispositivo detrás de él y volviendo a acurrucarse sobre su colchón. Tal vez apenas eran las 6:00, pero eso no significaba que tenía que...

Xiao Zhan dio un respingo cuando otro mensaje llegó.

—¡Les juro a cada uno de ustedes, hijos de puta, que voy a matarme ahora mismo! —se quejó, dándose vuelta, y mirando con ira al mensaje ofensivo en la pantalla. Pero cuando sus ojos observaron la pantalla LCD, se congeló.

Xiao Zhan parpadeó una vez.

Dos veces.

Tres veces, y seguía viendo lo mismo. Actualizó su celular, esperando que sus ojos cansados le estuvieran jugando una broma, pero ahí estaba.

Debajo de un número desconocido, yacían las palabras:

"Ven a mi casa".

Rápidamente, Xiao Zhan cerró sus mensajes de texto y dejó caer el celular de sus manos.

¿Cuáles eran las posibilidades de que alguien se hubiera equivocado de número?

Xiao Zhan quiso golpearse a sí mismo, por dios, por supuesto que las cosas no podían ser así de simples para él.

—¿Cómo mierda consiguió mi número, Yibo? —se preguntó Xiao Zhan en voz alta, abriendo su celular para ver de nuevo el mensaje de texto. Después se tapó su rostro con sus manos. No había forma, ninguna forma de que alguien más le hubiese enviado eso.

Un lloriqueo patético escapó de sus labios al darse cuenta de que acababa de ser citado como un sucio amante.

Mierda, de eso se trataba todo esto, ¿no? Xiao Zhan bajó su cabeza a su almohada, derrotado... Yibo quería un juguete que pudiera usar y mantener en secreto del resto del mundo. Yibo quería control.

Una ráfaga de rabia lo atravesó, y Xiao Zhan resopló.

—Vete a la mierda, Yibo.

Sólo estaba enojado porque sabía que, de cualquier forma, no sería capaz de quejarse.

Dark SideDonde viven las historias. Descúbrelo ahora