Episode 26

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—¿Por qué tengo que ir ahí, mami?

Las manos de Carman se retorcieron sobre el protector del volante cuando se detuvo ante la luz roja que estaba frente a ella mientras elegía sus palabras cuidadosamente. Parecería que no había ganado la lotería en su primera aventura en el abstracto campo de la psicología infantil, ya que la Dra. Carol Netter había soltado un montón de tabiques en su regazo hace algunos momentos.

Apretó sus labios sin saber cómo responder.

Después de todo, ¿Cómo podría? Su hermoso hijo sólo tenía siete años y ella ya le tenía miedo.

Distraídamente, como si pudiera alentar el momento mientras pensaba, mordisqueó su labio inferior manteniendo sus ojos ocupados y observando la llovizna que caía sobre el parabrisas.

Tragó saliva.

—Cariño...

—¿Hay algo malo conmigo mami? —le preguntó Yibo, haciendo que su corazón se rompiera.

¿Qué se supone que iba a decirle? Sus ojos miraron el espejo retrovisor para ver a su hijo. Era sólo un niño pequeño, ¿Cómo se supone que le explicaría que sí... que pensaba que algo andaba mal con él?

—No, cariño —mintió, sintiéndose como una patética excusa de mujer. ¿Qué clase de madre la hacía eso a su propio hijo? —. ¿Por qué lo dices?

Mordió su labio nerviosamente después de interrogar.

—Me preguntaron cosas extrañas... no son doctores de verdad. —contestó Yibo simplemente, probando nuevamente que de alguna manera, su mente había logrado desarrollarse más que la de un niño normal. Por supuesto, en los confines de su cabeza de chorlito y su cerebro del tamaño de un guisante, Carman sólo había podido intentar explicarle que sólo irían a ver a un doctor. Pero como siempre, Yibo había demostrado ser demasiado inteligente para ella.

Suspiró.

Ningún niño de siete años pensaba como él. O notaba cosas como él. Los detalles entre los doctores y los psicólogos eran irrelevantes, pero Yibo era...

Diferente.

—No hay nada malo contigo, Yibo —insistió Carman con su voz que amenazó con romperse antes de quitar su pie del freno cuando la luz cambió a verde.

Aceleró ininterrumpidamente, sintiendo las oleadas de palabras que quería decir comenzando a retorcerse en su garganta.

—Es sólo que... a veces... —se detuvo, sintiéndose estúpida—. A veces haces cosas que asustan a mami, ¿ok? Y...

—¿Cosas malas?

Carman parpadeó, sintiéndose inútil. Quería llorar y retorcerse en su autocompasión por sus acciones, pero por mucho que intentase justificarlas como algo necesario, no podía negar el sentimiento de detrimento que anidaba dentro de ella.

—Es muy joven para asegurarlo, Sra. Carman. Quiero que lo sepa y que lo considere para lo que estoy a punto de decirle.

Carman esnifó cuando las palabras sonaron en su mente como el estallido de un gong.

¿Había tomado la decisión incorrecta? ¿Acaso la información que se le había divulgado era el ataúd de su hijo y su relación? ¿Acaso lo miraría siempre como esperando a que hiciera algo terrible en cualquier momento?

Dark SideWhere stories live. Discover now