Capítulo 19

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I don't know what we're doing,
I don't know what we've done.
But the fire is coming,
So I think we should run.

Run by Daughter

Arrugas comenzaron a surgir en el pequeño papel que ella guardaba en sus manos, doblándolo y desdoblándolo para dejarlo liso de nuevo con sus imperfecciones. Becca miraba la pared mientras lo hacía, siguiendo con los ojos las líneas dibujadas por el paso del tiempo, formando pequeñas grietas apenas visibles si no estuvieses prestando tanta atención como ella hacía. Se preguntaba qué estaría pensado Adam sobre ella en ese momento, después de arruinar su día en la playa, y puede que algo más.

«¿Por qué yo?», esa pregunta resonaba en su cabeza desde que habían montado en el coche seguidamente de haber caído en el agua salada del mar, donde no pudo levantarse, ya que no le quedaban fuerzas suficientes, por lo que Adam tuvo que tomarla en brazos para que se moverla. Becca había escondido la cabeza en su pecho, aún con miedo por esa extraña voz que le hablaba y esa angustia que parecía permanente en su interior.

El camino de vuelta había sido silencioso. Ella había ido envuelta en una manta, como una oruga en su capullo, solo que Becca cuando saliese no se transformaría en alguien más fuerte y valiente, no, seguiría siendo lo que ella creía que era: una cobarde. Adam había tenido la mirada perdida en la puesta de sol y no había dicho ni una palabra. Becca le había dirigido miradas furtivas a lo largo del viaje, esperando que él la mirase, pero no pasó.

Cuando se dio cuenta, el papel que tenía en su mano estaba doblado cientos de veces sobre sí mismo, tanto que sería prácticamente imposible volverlo a dejar como estaba. Frustrada, lo lanzó con fuerza contra la pared, provocando que en esta se abriera un agujero donde distintas grietas desembocaban como ríos al mar. Al ver el agujero, al ver lo que ella sola había provocado tan solo lanzando una bola de papel contra la pared, hizo un esfuerzo por no gritar. Si eso podía hacer con tan solo una bola de papel, ¿qué podría hacer con una bola de metal? ¿Y con una persona? Un pensamiento horrible pasó por su cabeza: la muerte. Podría llegar a matar a alguien con sus poderes y eso no podría perdonárselo jamás, porque eso sería cruzar todas las líneas que era posible cruzar.

Becca cogió otra manta y se tumbó encima de la cama con la ropa húmeda puesta y todas las mantas sobre ella, y al sentir todo ese peso sobre sí misma, al ver como toda esa ropa de cama la escondía, se sintió insignificante, como si no valiera nada, y sintió las ganas de llorar de nuevo, pero no lo consiguió, no lo hizo porque, en realidad, agradecía sentirse insignificante y era muy agradable sentirse así, de hecho, era del mejor modo que se había sentido en mucho tiempo.

Pero eso no era cierto, y no lo recordó hasta que vio como brillaban esos ojos celestiales, con tal potente luz, incluso viéndolos únicamente en su cabeza. Entonces recordó como se sentía cuando sus cálidos brazos le abrazaban, alejándola de sus demonios y miedos; recordó como se sentía de dichosa tan solo contemplando su sonrisa, y devolviéndosela en ese extraño, pero fantástico trueque; recordó como era ser besada por sus labios, sintiendo el cielo por un instante que dura toda la vida. Entonces, sin pensarlo apenas, se levantó de la cama de un salto, tirando todas las mantas al suelo sin importarle lo más mínimo, y bajó las escaleras tan rápido que cualquiera diría que era un milagro que estuviera viva. Cuando llegó a la puerta de su habitación se armó de valor y llamó a la puerta, esperando recibir su respuesta. Era su momento, era la hora de que ella diese un paso.

—¿Sí? —Preguntó Adam, a través de la puerta— ¿Eres tú, Becca?

—¿Puedo pasar? —Preguntó como respuesta la muchacha, temerosa. Ahora todo ese valor que había conseguido retener la había abandonado, y ya no quedaba ningún pilar en el que apoyarse para evitar su caída.

Invencible ©Where stories live. Discover now