Capítulo 13

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There’s nothing I can see

Darkness becomes me

But I’m already there

I’m already there

Wherever there is you

I'll be there too

Silhouettes by Of Monsters And Men

En la cabeza de Becca había de todo menos tranquilidad y paz. Sus ojos señalaban el techo de su cuarto, incapaces de cerrarse y descansar. La situación en la que se encontraba era bastante complicada, por lo que dormirse era una meta tan imposible como lo es para un pez andar sobre el suelo. «Margarett Fissel», ese nombre resonaba en su mente como un eco, tan extraño, tan raro. Esa pequeña chica rubia de ojos azules a Becca, quizás, pudo haberle caído bien, a pesar de su complicada situación, ya que la chica no podía ni hablar ni escuchar, era muda y sorda, pero el hecho de que Steven Hilt la hubiese mandado a casa de Adam, donde ella vivía, a Becca le inspiraba todo menos confianza. 

Técnicamente, recibir un obsequio del mismísimo presidente de Stratto era uno de los máximos honores y, rechazarlo, sería motivo de castigo, ya que sería considerado como una ofensa. Pero esa chica era algo más que un regalo, era otra señal más de que el presidente quería a Becca bajo vigilancia. Aunque claro, pudiendo mandar a una chica sana, sin problemas de ningún tipo, ¿por qué mandaba a una chica muda y sorda? ¿Qué sentido tenía eso?

En ese momento, a Becca se le pasó por la cabeza que el presidente no supiese nada de quién era ella o de sus capacidades, que todo hubiese sido una mala interpretación del asunto, porque eso no tenía ningún sentido.

Margarett Fissel era una chica nacida en StrattoNova, de veintiún años, que había hecho la carrera de ciencias avanzadas, pero que no tenía trabajo por el momento, debido a su discapacidad. Según la nota del Presidente Hilt, él conocía a Margarett debido a que fue a la misma clase que su sobrina y era una estudiante brillante. En la nota también decía que la muchacha necesitaba un trabajo y, como había hecho la carrera de ciencias podría ayudar a Adam con su proyecto, y, además, limpiar la casa cuando se necesitase. También se quedaría a vivir allí, porque hasta hacia pocos meses, había vivido en un apartamento compartido con una compañera de la universidad, pero ésta se había marchado a una casa más grande con su novio, por lo que Margarett no podía seguir pagando el alquiler ella sola y tuvo que marcharse de allí. Por otro lado, el Gobierno financiaba sus servicios y su estancia allí, así que ella solo debía limitarse a cumplir su trabajo.

El hecho de que Becca supiese que esa chica estaba durmiendo en esa casa, respirando el mismo aire que ella en ese instante, a Becca le produjo un escalofrío. ¿Pero qué podía hacer? ¿Enfrentarse al Gobierno? ¿A la opinión del presidente de Stratto? No, la verdad es que no era lo que más le apetecía. Por suerte, al día siguiente tenía clase de hechizos de nuevo, así que ella no estaría mucho tiempo con Margarett, aunque Becca no sabía exactamente si eso era lo que se le podía llamar exactamente un consuelo.

El timbre sonó y despertó a la chica de ojos del color del océano. Levantó la cabeza del libro de hechizos lentamente, ya que su cuello le crujió al hacerlo, por culpa de la mala postura. Becca escuchó como todos los alumnos se levantaban de sus sitios y recogían rápidamente sus pertenencias, con prisa por salir de aquel lugar.

Ese día, extrañamente, Henry no había ido a dar clase, y le había sustituido un profesor de guardia llamado Timley Hoffman, un hombre con el pelo canoso y los ojos cansados. Como no habían explicado nada en toda la clase, simplemente había sido hora de guardia, los alumnos de habían dedicado a lanzarse notas, a gritar, a usar sus poderes o a charlar los unos con los otros.

Invencible ©Where stories live. Discover now