Capítulo 7

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¡Hola! Este capítulo está dedicado a @MadameBrambille simplemente porque me maravilla como escribe. Os recomiendo que le echéis un vistazo, no os arrepentiréis, es realmente buena. Saludos. Espero, como siempre, que os guste.

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El color escarlata se reflejaba en el rostro de Adam. Tenía los puños cerrados a los lados de las caderas, blancos. Sus ojos azules estaban sobre los de Becca, esperando una respuesta a su pregunta por parte de la chica. Ella intentó buscar las palabras correctas para excusarse, pero no respondió, ya que no había motivos. Él se lo había dejado muy claro y ella le había desobedecido. Solo había una razón coherente por haber hecho eso, sin embargo, Becca decidió que lo mejor era no exponerla.

- Necesitaba salir. Eso es todo.

- Ahí - señaló Adam, volviéndose hacia la cocina, señalando las enormes puertas de cristal - tienes un hermoso jardín donde tomar el aire. No hace falta que pases de mis palabras, ¿te das cuenta?

Becca suspiró. Ese chico ya empezaba a enfadarle. No solía perder los estribos. A pesar de que un millón de veces había tenido ganas de gritar y de lastimar a alguien, nunca lo había hecho. No sabía porqué, pero esa vez no pudo contenerse.

- No es lo mismo tomar aire en el patio de la cárcel que en el mundo de afuera, ¿no crees? - le preguntó, Adam parecía sorprendido por los humos de Becca. Ella no se daba cuenta, pero casi estaba gritando - Además, no es asunto tuyo a donde vaya o deje de ir yo. Es solo mío.

- Claro que es asunto mío - repuso él.

- Ah, es verdad, que tienes que "protegerme" - le dijo Becca, haciéndole burla con los dedos. Había perdido todo el control sobre sus palabras. Su parte responsable le suplicaba que se calmase, que por muy idiota que fuese el chico, solo quería ayudarle. Sin embargo, su parte furiosa y dolida calló a la otra  - ¡No necesito tu ayuda! ¡No te necesito! - Le gritó Becca, casi escupiéndole.

En ese momento, inesperadamente, Becca cayó al suelo de rodillas, con las palmas ocultando sus ojos mientras estos no paraban de emanar lágrimas. A Becca no le importaba que Adam le viese llorar, la verdad es que ya nada le importaba. A pesar de su conversación con Luce y las posibilidades de reencontrarse con Delly, seguía sola. Adam se quedó quieto, sin saber que hacer, ante ella. No la consoló, ni la ayudó, pero se quedó frente a ella, de pie, durante dos horas, esperando a que Becca dejase de llorar, en silencio. Mientras que Becca había estado llorando, se había estado preguntando dónde estaba ese chico de ensueño que había conocido en el bar, ese chico de ojos cristalinos con un mundo tras ellos. Ahora, cada vez que miraba esos bellos ojos, solo veía hielo, hielo frío y brillante por todas partes. Ese mundo, oculto en su mente, había sido congelado.

Cuando Becca dejó de llorar y elevó la mirada, Adam seguía ahí, con los ojos pegados a ella. Becca no sabía que estaba ahí, y menos sabía que no se había marchado en ningún momento. Sin que ninguno de los dos dijese nada, Becca se levantó del suelo y se marchó hacia la biblioteca. Adam, incluso cuando la silueta de Becca se había perdido por el pasillo, permaneció en el mismo sitio y mirando en la misma dirección.

Aunque seguía sintiendo esa opresión en el pecho, esas ganas de llorar, Becca no lo hizo. Se acercó a una de las estanterías completas de libros e hizo lo que hacia siempre que iba a una librería, buscar el libro que tuviese el tomo más áspero. Hasta ella sabía que era una bobada, que eso no tenía nada que ver con la historia que pero era un truco que, no sabía cómo, siempre le traía una buena historia. Su teoría era que, cuanto más áspero fuese su tacto, significaría que lo bueno estaba dentro.

Invencible ©Where stories live. Discover now