Capítulo 6

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Cuando la luz empezó a filtrarse a través de sus párpados, Becca tuvo que aguardar unos segundos antes de levantarse para recordar donde estaba. Poco a poco, a pesar de la tensión y el nerviosismo que todavía revolvía su estómago, los recuerdos fueron ubicándose en su mente hasta resultar estar más claros que el propio cristal. Lentamente, se fue levantando de su cómoda cama y pasó al baño a vestirse con una camisa beige y unos vaqueros marrones. Todo era muy claro, demasiado para el gusto de Becca. Aunque ella sabía que ahora todo era distinto, y por lo tanto, ella también debía cambiar, pero por algún motivo no era capaz de asimilarlo. Se peinó un poco el pelo con las manos, se lo recogió en una trenza y bajó la escalera.

Al llegar a la biblioteca, tuvo que recordarse que era tarde y la hora de desayunar, aunque podía sentir como todas aquellas historias le llamaban, arrastrándola con sus palabras y expresiones. Decidió que volvería más tarde, tener esos tesoros al alcance de su mano y no aprovecharlos sería de ser estúpida.

Aunque al principio se perdió un poco con tanta escalera, puerta y pasillo, finalmente llegó a la cocina. Tenía unas grandes puertas correderas al fondo de la estancia que permitían al sol iluminar aquella preciosa cocina. Adam estaba sentado en un taburete cerca de la barra con los ojos puestos en una pantalla de ordenador. Llevaba de nuevo las gafas que tanto odiaba Becca. Ella se acercó sigilosamente, tanto por timidez como por miedo a molestarle, y se sentó a su lado. Adam, sin dejar de mirar le pantalla, le habló.

- Un poco tarde, ¿no crees? - Le reprochó, duramente - Tenía que trabajar pero decidí esperarte, ¿y si me despidiesen por tu culpa?

Becca, al principio, creía que sería una broma, que lo diría en broma, pero él seguía con la misma expresión dura y fría. Por la sorpresa que le había causado, Becca no respondió, no sabía que que decir.

- Tendrás hambre, supongo, tienes la cena que te preparé ayer pero no te tomaste en la nevera, que te aproveche - le recordó a Becca, del mismo modo que antes.

Esta vez, Becca no pudo contenerse.

- Adam, ¿te ocurre algo?

- No, nada, aparte de que voy a tener que cuidarte hasta no sé cuándo, voy a tener que enseñarte no sé cuántas cosas y puede que hoy pierda mi trabajo. Pero estoy perfectamente, quédate con eso.

Becca, más alucinada que antes, intentó responder pero Adam ya se dirigía a la salida de la cocina. En el último momento se giró y le dijo.

- Volveré para comer, no vayas a ningún sitio, recuerda que no puedes entrar bajo ningún concepto ni en mi cuarto ni en el sótano. En la hora de la comida te contaré otras cosas, que te aproveche el pollo.

Cogió su bata blanca que estaba colgada en un gancho cercano a la puerta y abandonó la casa, dejando a Becca quieta en el sitio, sin voz, sin palabras.

Aunque no quería, aunque no se dio cuenta, comenzó a llorar, lentamente y en silencio. Se sentó en el suelo y enterró la cabeza entre las rodillas. Ya no estaba Delly, ni Stephan, ni Helena, ni siquiera Adam, o Luce. Luce.

Becca subió las escaleras que llevaban a su cuarto, cogió un poco del dinero que había traido consigo y cogió un mapa de StrattoNova. Antes de marcharse, fue al baño a lavarse la cara, ya que tenía los ojos muy rojos y salió de la casa con la llave que Adam había olvidado. Mientras la abandonaba, aunque no lo pensaba, pero era consciente de que había desobedecido a Adam.

Cuando por fin logró situarse y saber qué dirección debía tomar, se dio toda la prisa que pudo. Eran las doce y media y Adam volvía a casa a las dos, por lo que no podía ni perder un minuto. Al llegar al Hospital, mostró su marca falsa de StrattoNova y preguntó por Luce Keldar a la enfermera de la entrada y le dijo que solo venía porque tenía un resfriado leve, la enfermera insistió en llamar a otro doctor pero Becca rechazó todos los intentos de convencerla. Tenía que ser Luce.

Invencible ©Where stories live. Discover now