Capítulo 11: Parte I

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—Muy bien, ahora solo debes evitar que se caiga —le recordó Henry, refiriéndose al jarrón de porcelana que se encontraba flotando en el aire, sin superficie alguna—. Agarra con fuerza la varita y mantenla en una posición de ángulo de sesenta grados.

Becca intentó seguir los pasos de Henry, pero casi no podía escuchar la voz de ese chico sin pensar en el daño que le había causado, y le seguía causando, a Jenna. Esa misma mañana, hacía tan solo un par de horas, Jenna había entrado a la Academia preciosa, vestida con una blusa con volantes rojo oscuro, que hacía que su piel del color de la nieve contrastase de forma notable con sus labios rojizos, y unos pantalones vaqueros negros ajustados, acompañados de unas sandalias de plataforma. Muchos chicos la habían mirado, le habían silbado incluso, pero ella les había ignorado, intentando parecer segura de sí misma, aunque, en realidad, en su interior ella estuviese más nerviosa que una novia el día de su boda.

Le había agradecido a Becca cientos de veces el haber estado ahí, el haberla escuchado y no haber juzgado a Henry por lo que había hecho. O, al menos, eso era lo que Jenna creía.

Cuando llegaron a clase, los ojos de Henry pasaron rápidamente de Jenna a Becca, dejando a Becca todavía más alucinada de lo que ya estaba.

A pesar de que intentaba dejar sus conclusiones personales por diferentes personas de lado mientras aprendía, estar cerca de Henry y mantener la boca cerrada era de las luchas más duras que había librado en su vida.

Sus instrucciones permanecían muy lejanas, como si fueran el eco de un susurro. Becca quería escucharlas, de verdad que quería, pero sabía que le dolería escuchar con claridad su voz, ya no solo por lo que le hizo a Jenna, sino por haber pensado que era el chico más bueno que podía existir.

—No, Becca, no, mantén la posición —le ordenaba Henry. Ella trató de hacerlo, enserio que trató, pero, y no solo por la incomodidad que le causaba el joven profesor, los poderes de Becca hacían que la varita comenzase a pesar, a pesar realmente mucho. A Becca comenzaba a dolerse el brazo y también el pecho, pero, ante todo, deseaba lograrlo, debía hacerlo. <<Vamos —se animaba, mentalmente—. La mesa está a dos metros, puedes hacerlo, puedes hacerlo>>.

Cuando creyó que iba a lograrlo, cuando creyó que la bonita pieza quedaría sobre la mesa, le vinieron a la cabeza las imágenes de Jenna el día anterior, llorando como nunca Becca había visto llorar a nadie. También la recordó esa mañana, cuando se habían abrazado en modo de despedida, y, al mirarle a los ojos, Becca había visto dolor, desilusión y… ¿Algo de envidia, tal vez? Pero Becca se fijó en las dos primeras, aunque sabía, que la envidia que vio en los ojos grises de la chica, a pesar de que sabía que Jenna no la culparía, iba hacia Becca.

En ese momento, todos sus pensamientos se desvanecieron como por arte de magia, aunque, la verdad era, que el motivo de haber sido sacada involuntariamente de ellos, era el ruido que se escuchaba en esos momentos.

Becca miró al suelo, repleto de restos de porcelana blanca, algunos grandes, otros más pequeños, pero en conjunto, rotos, rotos para siempre. Becca miró a Henry, quien tenía la mirada puesta en el suelo, concentrado. En menos de dos segundos, los trozos del jarrón desaparecieron de la alfombra como si nunca hubieran estado ahí. Mientras Henry había estado formulando el hechizo, Becca se había fijado en cómo tenía los dientes apretados y el rostro cansado, lleno de desilusión.

Henry dirigió sus ojos a ella, y, había un brillo, un brillo que intentaba hacerse paso entre toda la desilusión. Le hizo una señal a Becca para que tomase asiento en uno de los sillones de terciopelo azul, y él se sentó en el otro, siguiendo con la mirada los movimientos de Becca.

—Bueno —empezó Henry, algo dubitativo—, la verdad es que el jarrón ha aguantado en el aire mayor tiempo de lo que pensé que haría—explicó, intentando ser positivo. Seguidamente, apoyó los codos sobre las rodillas—. Y eso es bueno. Pero, la finalidad del ejercicio no es que pase mucho tiempo flotando, sino posarlo completo sobre la mesa, así se trabaja la rapidez de tus poderes y trabajamos una parte de los de StrattoNova… Aunque no saliera bien del todo, estamos empezando, ya lo sabes, y, para un comienzo no está mal.

Invencible ©Where stories live. Discover now