Eidan.
Cierro la puerta de mi habitación detrás de mí y camino hacia las escaleras.
Estando ya abajo la puerta de la sala se habré dejando ver a Liam.
Escucho unos sollozos y frunciendo el ceño me acercó hacia él, notó su cara empapada por lágrimas y su nariz un tanto rojiza.
El al verme a unos cuantos pasos de él limpia su cara con sus manos mientras se arregla el cabello con la mano.
-Eidan, pensé que ya te habías marchado a casa de nuestros padres-dijo mirando un punto fijo de la habitación.
Lo miré con cautela tratando de descifrar por qué estaba llorando hace un rato.
Liam es una persona muy sensible.
Suspiré y me senté en el sillón de la sala y le hice una señal para qué se sentará en el otro.
-¿Es en serio?-preguntó volteando los ojos.
-¿Todo bien?-le pregunté sin saber exactamente qué decir.
No me culpen.
Una cosa era lidiar con Liam de seis años.
Y otra muy distinta es con un Liam de dieciocho.
Y menos si es por un problema amoroso.
-Eidan, no tenemos por qué tener está conversación de verdad-dijo riendo, pero su sonrisa no llegó a sus ojos.
-No veo por ningún lado al Liam de siempre, se supone que tú eres el que derrama alegría y paz por doquier, yupiiii-dije tratando de hacerle reír pero no-La puta madre Liam, habla-le dije.
Se sobresaltó un poco.
-Hay, pero no me grites-dijo comenzando a llorar.
No puede ser.
Solté un gruñido de frustración.
-Lo siento, lo siento-le dije tratando de que se calmara-Liaaaam-le llamé-Si sigues llorando la llorona vendrá por ti.
De un momento a otro deja llorar y me miró con una cara de: en serio.
-¿Qué te pensás que tengo siete? No señor, eso ya no funciona conmigo-dijo arrugando las cejas.
Solté una carcajada y mi teléfono vibró en señal de una llamada sobresaliente de papá.
-Eidan, tengo las pruebas de las últimas dos chicas, ¿Te envío los datos por correo para que lo compruebes tu mismo o vas a venir a casa por ellas?-preguntó papá al otro lado de la línea.
-En unos minutos estoy allá-le dije y colgó.
No lo culpen papá es un hombre ocupado.
-¿Era papá? ¿Qué dijo?- preguntó Liam.
-Tiene las últimas dos pruebas... No sé que voy a hacer si no sale positivo en ninguna de las dos-le dije llevándome las manos a la cara.
-Eidan, tranquilo, ya verás como una saldrá que sí-me dijo sonriendo.
-¿Quiénes eran las últimas dos?-le pregunté.
-No recuerdo muy bien, ¿Vamos?
Asentí y nos dirigimos a la puerta para después cerrarla y salir de casa.
Al llegar al auto lo encendí y conduje hacia la casa de nuestros padres.
Creo que aquí llega el punto dónde dependerá mi estabilidad emocional para toda mi vida.