Capítulo XVIII

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El bar estaba bastante tranquilo.

Solo había cuatro clientes conversando sin mucho escándalo en una mesa y otro solitario en un extremo de la barra tomando un ron con cola, lo único que tomaría ya que tenía mucha prisa. A parte de esa bebida, Yibo no preparó ninguna más. La camarera con la que compartía turno se ocupaba del resto, pendiente sobretodo de un hombre con el que, seguro, tenía firmado un contrato especial.

El aburrimiento atacaba con su larga espada logrando herirle. Cambiaba los canales de la televisión, a veces encendida pero siempre en silencio, colocada en la pared al lado de su puesto de trabajo sin ganas. En la pantalla pasaban películas, series, noticias, documentales, de todo un poco; pero, para el castaño, cada persona que salía era Zhan.

Tras dos días sin verlo, le echaba mucho de menos. Hablaron por mensaje de texto y en ocasiones por llamada, teniendo que colgar o desconectarse por el mismo asunto: deberes que hacer.

Justo en el siguiente canal, estaban retransmitiendo "Curiosidades de la vida salvaje" apareciendo en ese momento un conejito con sus orejas en alto y moviendo el hocico. Le pareció encantador y hermoso, tal y como lo era el empresario.

– Yibo, te llaman – le avisó su compañera al notar que su teléfono sonaba pero él no hacía ademán de desviar la vista de la tele.

– Ah.

Del bolsillo sacó su móvil donde en la pantalla, junto a los botones deslizantes verde y rojo, brillaba con esplendor el nombre de "Zhan" en una tonalidad amarilla, casi dorada. Antes de responder, una sonrisa se escapó de su interior iluminando su rostro y el aire de su alrededor.

– ¿Sí?

– ¿Cómo estás?

– Bien, aunque aburrido. ¿Y tú?

– Bien también. Debería estar firmando los acuerdos con la agencia publicitaria pero quería hablar contigo.

– ¿Me extrañas?

– Mucho.

– ¿Cuándo nos volveremos a ver?

– Te prometo que pronto.

– Más te vale porque soy capaz de presentarme otra vez en tu despacho, y me da igual si tengo que pelear con tu secretaria – el mayor rió.

– No hace falta.

– ¿Sabes que te he visto en la tele?

– Ah, ¿sí?

– Mm. Sales muy lindo. Con dos orejas muy monas y largas, nariz pequeñita y rosadita, pelaje suave y colita de pompón.

– Has descrito a un conejito.

– Exacto, te he descrito a ti. Adorable, lindo y... salvaje en la cama – susurró lo último por si alguien escuchaba.

– Calla.

– ¿Por qué? – apoyó sus brazos en la barra. – ¿No quieres que diga lo ardiente que eres? ¿Lo sexy que es tu cuerpo y lo tremendamente apetecible que es tu piel?

– Yibo... – nombrarlo fue una petición, sintió de nuevo un calor subir desde su entrepierna.

– ¿O cómo me pones siempre con solo escucharte? ¿Cómo con una sola palabra me excitas más que una película porno? Todo tu ser reclama ser atendido, imposible de pasar por alto para el mío.

– Ya, por favor – su necesidad creció.

– Quiero verte, sentirte debajo de mí gimiendo, besar tus dulces labios y hacerte el... – colgaron.

Solo una copa de Whisky | Yizhan 🔞 *Finalizada*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora