Capítulo XIX

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– Uff, que frío – se quejó el azabache abriendo la puerta de la casa con sus dedos casi congelados.

Ambos estaban empapados desde la cabeza a los pies. Se habían bañado toda la tarde en aquel lago precioso, lugar donde, la poca ropa, había provocado que tuvieran relaciones dentro del agua en dos ocasiones.

Cuando salieron, se encontraron con el problema de que no tenían nada para secarse, ni toallas ni ningún tipo de tela. Sin embargo lo pasaron por alto, poco a poco el Sol y el aire cálido harían ese trabajo.

No contaron con que, aunque el campo estaba soleado, Shanghái estaba bajo una gran nube negra que descargaba sus aguas en las aceras y carreteras. Se abrazaban a ellos mismos con los cabellos reagrupados en mechones mojados y con la lluvia uniéndose al agua del lago.

Solo los cuatro pasos que separaban el coche de la entrada a la mansión fue mortífero.

– Entra – le pidió Zhan al ver que se quedaba fuera.

– Debo ir a casa.

– ¿A tu casa? ¿Tal y como está el tiempo? No, tú te quedas aquí. Además, no tienes tu moto.

– Iré en taxi o andando.

– Ni de broma – colocó sus manos en la cintura con una actitud enfadada. – De mi casa no te mueves.

– Zhan...

– Ni Zhan ni Zhun, ven – tiró de su brazo obligándolo a entrar. – Pondré la calefacción. ¿Quieres un café, chocolate o algo caliente? También puedo cocinar si tienes hambre.

– Tranquilo, estoy bien.

– ¿No quieres nada? – preguntó ajustando el termostato y recibiendo una negación del contrario.

– ¿Nada, nada? – se acercó a él.

– No, nada.

– ¿Estás seguro? – su tono ya no sonaba normal, sino provocativo. – Puedo darte lo que quieras – elevó su barbilla uniendo sus miradas.

Sus pupilas se dilataron a la par que sus corazones comenzaron a correr una maratón. Una sonrisa ladina y socarrona apareció en el rostro del menor enrojeciendo al contrario.

– ¿Todo lo que yo quiera? – presionó la carne de su cadera con sus dedos dejando la huella de estos sobre su camisa blanca y mojada.

– Hazme lo que desees – susurró cerca de sus labios mientras lo abrazaba por el cuello. – Te obedeceré en todo, Bodi. Utiliza mi cuerpo como quieras. Hmm – el nombrado acarició su miembro despertándolo del todo.

– ¿Por qué eres tan ardiente? – chupó su cuello.

– Por tu culpa... Tú me enciendes como el puto fuego.

– No digas palabrotas – ordenó empujándolo hasta la pared.

Xiao quedó frente a esta, con medio rostro apoyado en la superficie. Por otro lado, Yibo se situó tras él, continuando con la masturbación por dentro del pantalón.

– Ahh. Joder.

– No digas malas palabras, última advertencia.

– ¿Y si las digo?

– Habrá castigo – murmuró rozando con su aliento la oreja del pelinegro.

– ¿Qué... castigo? Hmm – la mano apretaba su erección la cual expulsaba gotas de semen y cuya cabeza estaba completamente afuera, siendo tocada placenteramente por sus dedos.

– No te lo voy a decir, Zhan-ge. Si te atreves di otro palabrota.

Además de la masturbación, Yibo acariciaba sus piernas y, a veces, deslizaba sus yemas por encima de su entrada.

Solo una copa de Whisky | Yizhan 🔞 *Finalizada*Where stories live. Discover now