Capítulo XXXI

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– Te quiero – le susurró al oído. – Te quiero más que a nadie.

Yibo estaba sobre el azabache, besándolo y acariciándolo, aprovechando las pocas horas que les quedaban.

Estuvieron todo el día en casa del tío del menor, riendo con las tonterías del niño, quien al tomar confianza resultó ser muy nervioso, y hablando con el hombre. El señor Li hasta llegó a decir que Zhan se parecía a un gran empresario que una vez vio en la tele. Al menos no unió cabos y solo dijo que él era más atractivo.

Tras marcharse de allí, regresaron al hotel, donde casi ni pudieron cerrar la puerta del dormitorio al entrar besándose y quitándose la ropa. Necesitando hacer el amor una vez más, o dos, o las que la noche permitiera hasta el despertar del día.

Una vez pasadas las doce, el sabor de sus besos cambió a agridulce; los jadeos se entremezclaron con sollozos; el sudor, con las lágrimas; sus miradas de amor se transformaron en puro dolor; y, sus roces, en cuchillas que ardían.

Cuando el fin está tan cerca, ya no sabes que hacer. Te bloqueas pensando en todas las cosas que habrías hecho con esa persona especial.

Así lo hizo Xiao.

Ir de viaje a Europa, comprarse ropa a juego, adoptar a un perrito para que acompañase a Jianguo, vivir juntos, besarse y tomarse de las manos por la calle como la noche anterior al lado del río...

Demasiadas cosas, ninguna posible.

– Te quiero – habían perdido la cuenta, tal vez fueron millones las veces que se repitieron esas palabras.

– Yo más – lo besó saboreando el salado de sus lágrimas.

– Toma – Zhan se quitó el colgante y se lo puso a Yibo en el cuello. – Por lo menos... sabrás... qué tienes mi corazón – su voz se iba rompiendo.

El menor bajó la cabeza dejando la frente sobre su pecho, conteniéndose de abrir la boca. Sacaba fuerzas de donde no las había para no decirle al azabache que tirara todo por la ventana y se quedara con él. Lo deseaba, pero no podía ser egoísta. Estaba en juego el trabajo de años de esfuerzo, el sueño del chico que más amaba y el puesto de miles de personas que ganaban su sustento gracias a esa empresa.

La situación era una maldita mierda.

– Dímelo – susurró el mayor.

– ¿El qué?

– Dime... lo que estás pensando.

– No pienso en nada – suspiró temblorosamente.

– Dilo – sollozó.

– No pienso en nada.

– Mentira – sorbió su nariz. – Dime... que no quieres que me vaya, que le diga a la prensa que lo nuestro es verdad, que me quede contigo.

– No puedes hacerlo – lo miró desde arriba. – Escúchame, no lo hagas.

– ¡Estoy harto de que digas lo mismo! – golpeó el colchón con furia. – ¡¿Por qué no?!

– El asunto no solo te afecta a ti, A-Zhan. ¿Y tus empleados? ¿Y tus clientes? ¿Y YuBin? Todos dependen de ti... y de lo que digas mañana.

– Pero... ¿y tú? ¿Y yo? ¿Y nosotros? – lloriqueó sintiendo esa típica debilidad después del enfado.

– En ocasiones, debemos sacrificarnos por un bien mayor, bǎobèi (bebé).

– Pues yo no quiero sacrificarte.

– Sin embargo debes hacerlo – acarició su rostro. –  Por favor, prométeme... que niegarás conocerme.

– Yibo...

Solo una copa de Whisky | Yizhan 🔞 *Finalizada*Where stories live. Discover now