Capítulo XXIV

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Zhan salió del bloque de oficinas apurado y sin atender a nadie aunque se pusieran delante pidiendo una explicación. Bajó directamente hasta el garaje sin pensar ni un momento en pisar la planta baja. Allí todo sería un descontrol entre las recepcionistas descolocadas y los reporteros esperando su salida.

Una vez en el subsuelo, maldijo su existencia soltando un grito y sentándose en el suelo apoyado en su Audi. No podía salir de allí con su coche, todos sabrían que era él.

Su preocupación solamente se centraba en Yibo, en cómo estaría y si la noticia había llegado hasta él. Lloraba al creer que lo metió en ese lío donde ninguno saldría bien parado.

– Señor Xiao, ¿se encuentra bien? – un empleado se le acercó confuso por verle allí.

– Sí – respondió en un suspiro.

– No lo parece, ¿necesita algo?

Zhan elevó la vista. Ese chico con camisa a cuadros azules y blancos y pantalones de vestir llevaba una carpeta bajo el brazo y las llaves de su vehículo en la otra mano. Una idea se le pasó por la cabeza nada más verlas.

– ¿Puedes prestarme tu coche?

– ¿Mi... mi coche?

– Solo será un momento, luego te lo devuelvo – se levantó. – Lo dejaré en la plaza antes de mediodía.

– Eh, bueno. Vale – le entregó el objeto.

– Muchas gracias, te mereces un aumento de sueldo – apretó su hombro antes de correr.

– ¡Señor! – gritó pero el contrario no se volteó. – No le he dicho cuál es mi coche – susurró antes de subir a su puesto de trabajo.

El pelinegro se acordó que no le preguntó el modelo, pero solo le hizo falta apretar el botón para que el vehículo hiciera un sonido de apertura encendiendo las luces. Deprisa se montó, arrancando y saliendo como si nada del lugar.

Dio gracias a los dioses que en la entrada del parking solo hubiera tres periodistas los cuales, al ver un Chery QQ blanco, dieron por sentado que no era él. Demasiado simple y común para un multimillonario como él.

Condujo entre calles laberínticas, así le parecían a él, hasta la entrada del bar donde, afortunadamente, no había rastro de la televisión. Todos debían estar centrados en él y en su empresa.

Tras aparcar de mala manera, entró empujando la puerta con fuerza, deseando encontrarlo y explicarle todo. Sin embargo estaba vacío, ni clientes en las mesas, ni trabajadores en la barra, como si fuera un mundo post apocalíptico. Pensó que en realidad estaba cerrado y había roto el acceso al local. No se fijó si algún cárcel colgaba del cristal de entrada.

Continuó con esa idea hasta oír la voz de una chica.

– ¿Qué desea to...? – ella se calló al verlo. – Usted.

¿Lo conocía?

– ¿Eres compañera de Yibo?

– Sí, y también su mejor amiga – respondió Zhou Ye.

– Tengo que hablar con él.

– Él... no está.

– ¿Cuándo viene? ¿Cuándo es su próximo turno?

– Nunca – dijo tras unos segundos, con lágrimas retenidas en sus ojos.

– ¿Qué quieres decir?

– Nuestro jefe... se enteró, ¿cómo no hacerlo si sale en todas partes? – señaló la tele. – Discutieron y luego... lo despidió. Los periodistas estaban agolpados en la entrada, a la espera de que él saliera pero no contaban con la salida de atrás. Al menos no tuvo que soportar las preguntas de esos chupasangres.

Solo una copa de Whisky | Yizhan 🔞 *Finalizada*Kde žijí příběhy. Začni objevovat