XXVII

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Las embestidas que Soobin daba contra el cuerpo de HueningKai seguían siendo certeras, duras y tan buenas que lo hacían sentirse completamente lleno y satisfecho mientras su garganta seguía irritándose por culpa de sus agudos y constantes gemidos.

Se sentía en el cielo mismo, con todas sus terminaciones nerviosas más sensibles por culpa de esa larga semana de abstinencia, el calor corporal de Soobin chocando contra el suyo y los jadeos de éste llegando hasta sus oídos.

Soobin mentiría sí dijera que no estaba disfrutando aquel momento. Se sentía genial aprisionando el delgado cuerpo de HueningKai entre su cuerpo y la cama, a la cual las manos de éste seguían firmemente aferradas, con sus ojos entrecerrados y algunas lágrimas escapándose de estos.

Sus grandes manos soltaron los muslos del castaño para dar un recorrido por todo su cuerpo, erizando su piel mientras se encargaba de apreciar uno por uno los detalles de su desnudez. Estratégicamente sus dedos se detuvieron a la altura de aquellos botones rosados que sobresalían del pecho de HueningKai, recordando lo sensible que era en esa zona.

Apresó los pezones del menor entre las yemas de sus dedos, pellizcando insistentemente aquella porción de piel con cierta suavidad, mientras los labios de HueningKai se entreabrían para soltar un gemido alto, al mismo tiempo que sus cejas se arrugaban.

La manera en la que las piernas del castaño seguían temblando y como su estómago se contraía visiblemente no pasó desapercibida para Soobin, que no se pudo resistir a soltar una de sus típicas burlas.

─Ya eyaculaste pero sigues temblando ─ronroneó contra el oído de HueningKai, con una sonrisa de autosuficiencia en el rostro mientras sus dedos seguían encargándose de torturar los botones del chico debajo suyo ─¿Te gusta cuando te toco aquí?

HueningKai no encontró la manera de formular una respuesta coherente, sintiendo que todo su cuerpo se erizaba cuando la lengua del mayor fue lo siguiente que entró en contacto con sus pezones, recibiendo un con calidez antes de que lo hiciera soltar un chillido por culpa de la mordida que le dio.

Su respiración se volvió pesada, sintiendo que el presemen brotaba en mayor cantidad de su erección y que esta no podía ser ignorada ni un minuto más.

─Soobin... ─dijo en medio de gemidos y algunos jadeos que hacían difícil entender sus palabras, sin embargo el peliazul se incorporó, dejando de lado su pecho, en donde dejó una marca roja llena de saliva ─T-tócame, por favor... ─pidió, sus piernas removiéndose un poco mientras los dedos de Soobin prontamente rodeaban su falo.

Lo que creyó que sería un gemido de satisfacción al sentirse estimulado en dos puntos distintos se transformó en un quejido, pues en lugar de que la mano de Choi subiera y bajara como se esperaba, apretó sin mucha delicadeza su miembro, robándole un suspiro pesado.

─No puedes venirte hasta que te dé permiso ─la superioridad se sintió en su voz, los ojos de HueningKai llenándose de lágrimas por culpa del placer frustrado. La mano libre del mayor acarició la piel de su trasero, admirando por unos instantes como su miembro desaparecía en el interior del castaño al penetrarlo ─Aquí. Solo puedes venirte por tu trasero ─y dio una embestida más profunda que las anteriores, presionando ese punto especial entre las estrechas paredes de HueningKai.

─¡Pero...! ¡Suéltame! ─se quejó, intentando liberarse del toque del mayor pero estando demasiado débil para lograrlo.

Pronto, Soobin se encargó de hacer girar a HueningKai, dejando de lado su erección una vez más para tomar su cintura con ambas manos, observando su linda espalda mientras que su pecho estaba pegado al colchón. Las manos del menor aferradas a la almohada en donde también estaba hundido su rostro, ahogando sus gemidos mientras su piel seguía chocando con la de Choi sin piedad y su erección recibía algunos roces al estar atrapada entre la cama y él.

dirty vibration ↯ sookaiWhere stories live. Discover now