𝐏𝐚𝐝𝐫𝐞𝐬 || ᴛʀ

🥢Veinticuatro

Capítulo 24: Te extrañé.

        Se sentía ligero, demasiado. Algo suave cubría su cuerpo, era demasiado cálido y Satoru tuvo la necesidad de quedarse más tiempo en ese viejo refugio suyo, reconoció a esa manta de suavidad como unos brazos que lo arropaban con demasiado amor. Nada le dolía, nada lo molestaba, todo era completa paz en aquel mundo oscuro. Tenía ganas de quedarse ahí para siempre.

"Debes despertar, dragoncito..."

Sus pestañas aletearon suavemente cuando comenzó a abrir sus ojos y a parpadear para ajustar su visión al blanco ambiente. Su mente se encontraba completamente vacía, no entendía nada, hasta que una enfermera ingresó para traerle su bandeja de comida que notó a su paciente despierto y rápidamente se acercó para dejar la comida de lado y ayudar al chico a sentarse correctamente.

Le dolía absolutamente todo.

Sus huesos crujieron por el movimiento, pronto notó que todos sus músculos estaban demasiado tensos, se sentía peor que un palo de madera de lo duro que estaba y la molestia creció cuando la chica paseó una linterna encendida frente a sus ojos.

— ¿Cómo te sientes? — pregunta dulcemente.

—Estoy como la mierda... — tosió. Su garganta raspó dolorosamente cuando intentó hablar y aceptó gustoso el vaso de agua que le tendió la chica. — ¿Cuánto dormí?

—12 horas, tienes a muchos chicos preocupados por ti ahí afuera. — bromea para aligerar un poco la cosa. Sus manos masajearon suavemente los músculos de sus brazos y piernas, cuando terminó su chequeo se alejó para comentarle su situación. — Muy bien, tal vez la doctora te lo diga, pero tendrás que hacer reposo por un par de días. Forzaste al límite tu cuerpo, dudo mucho que puedas volver a moverte correctamente hasta... ¿una o dos semanas? Tal vez.

—Eres pasante... — razona el pelinegro, sorprendiendo a la chica que giró su vista algo ruborizada. Su padre era enfermero, así que algo tenía en cuenta para diferenciar a estos de los pasantes. — Gracias... Oye ¿podrías hacerme un favor?

Media hora después el pelinegro se encontraba caminando muy nervioso hasta una habitación en específico, cada tanto se detenía para descansar y media hora más tarde llegó al piso que buscaba. Tuvo miedo, demasiado, su mano tembló al tomar el pomo de la puerta y dudó en abrirla.

Alguien lo hizo en su lugar.

— ¿Sadao-san...? — murmura Takemichi sorprendido. — ¡¡Sadao-san!!

— ¿Michi? — cuestiona sorprendido, su sorpresa crece cuando siente al más pequeño abrazarlo y se queda quieto al no saber cómo reaccionar. — E-eh...

— ¡Estás bien! ¡Gracias dios! — agradece entre gruesas lágrimas.

—Michi... Suéltame. — ordena serio.

El más pequeño se alejó como si el otro tuviera peste, el miedo cubrió su cuerpo hasta que notó el gran rubor en las mejillas del más alto. Entonces entendió que estaban a mitad del pasillo y el otro se avergonzó por la muestra de afecto en público, realmente Satoru no está acostumbrado a que se preocupen por él y saber que alguien lo hacía llenaba su corazón con otros sentimientos nuevos para él.

Agradece haber conocido al pequeño chico.

— ¿Ya te ibas? — pregunta curioso.

— ¿Eh? N-no, en realidad iba a hablar con Mikey-kun y planeaba irme después de visitarte a ti... — informa algo nervioso. — Tu... ¿Cómo estás? ¿Qué dijeron los médicos?

—Tranquilo, soy un hueso duro de roer. — presume altanero. — Tendrán que hacer mucho más que eso para derrotarme, mi voluntad es más fuerte que mi cuerpo así que... Debo hacer reposo en casa, en unas horas me dan de alta.

— ¡Entonces te acompañaré a casa! — avisa muy animado, antes de caer en cuenta en lo que dijo y alterado comenzó a sacudir sus brazos para intentar corregirse. — ¡D-digo! S-si no quieres no hay problema ¡Puedo volver solo! Yo-

— ¡Jajaja! — hace tiempo que no se ríe así. Soltó una limpia carcajada por los nervios del otro y todas sus preocupaciones parecieron desaparecer con esa charla. En verdad, ese chico nunca lo deja de sorprender. — Me salvaste, necesito que alguien me haga transporte. Dudo llegar a casa con estos dolores.

— ¡Hai! ¡Yo te llevaré! — sus grandes ojos se iluminaron y sonrió realmente feliz, siente al más alto como un gran amigo. — Nos vemos más tarde, Satoru.

—Si, nos vemos, Michi.

Ambos amigos se despidieron con una gran sonrisa para seguir con sus caminos, el pelinegro ingresó a la habitación como si nada y solo cuando se encontró con esos oscuros ojos es que se dio cuenta de la situación actual. Su corazón se contrajo dolorosamente antes de latir con demasiada fuerza, el nudo en su garganta le impidió hablar y tuvo que parpadear para darse cuenta que lo que veía era real.

—No llores. 

—No estoy llorando... snif.

Si estaba llorando. Draken estiró sus brazos y el otro no dudó en lanzarse a estos para contagiarse de su calor y aroma. Solo ahí lloró como un bebé, ambos lo hicieron, soltaron toda la emoción, el miedo y la angustia de casi haber perdido al otro, porque por fin Satoru vivía aquel camino bueno que debió ser en la primera línea.

Ken está vivo.

Lo podía sentir, no era un sueño. Su corazón latía salvajemente como el de él, sus cálidas manos lo apretaban contra él para romper toda la barrera de la distancia. Podía escucharlo en su oído, como sollozaba y respiraba. "Está aquí, está vivo, está conmigo." se repitió como mantra, el alivio lo envolvió como un necesitado arrullo y al fin rompió ese abrazo.

Solamente para poder unirse, pero esta vez, en un necesitado beso.

—Te extrañé... — murmura sobre sus labios.

—Yo también... — susurra bajito, como algo tan íntimo entre ellos.

Acariciaron sus palmas con sus dedos en aquel lenguaje privado, se comunicaron un silencioso "te amo" con esas acaricias antes de volver a darse pequeños besos y disfrutar de la presencia del otro antes de que alguien llegue a interrumpir.

Están a salvo, están juntos.

[N/A]: Ahora sí, me voy a dormir siestita. bai bai <3