Capítulo 0: Regreso de entre los muertos

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Capítulo 0: Regreso de entre los muertos



No me gustaban las bodas.

Aquella era la primera a la que asistía, pero no me lo estaba pasando bien. Me sentía cómodo tras mi máscara y apartado en un segundo plano, observándolo todo desde la distancia, siempre alerta. Atento a absolutamente todo cuanto sucedía a mi alrededor, esperando el momento preciso en el que la felicidad llegase a su fin y el enemigo atacase.

Porque iba a pasar, lo sabía...

Vivía convencido de que tarde o temprano llegaría ese momento.

Pero, por suerte para Ana y D., nadie destruyó su boda. Los invitados se lo pasaron en grande, la comida fue exquisita y la ceremonia muy sentimental. Balian se encargó de que la música fuese aceptable, Cat de que absolutamente todos los preparativos saliesen bien, y, en general, el evento fue perfecto. Una celebración del amor que, dos años después de la liberación de Solaris, había logrado sacarme de mi refugio.

Con máscara, por supuesto, pero lo había conseguido.




Los últimos dos años habían sido extraños. Después de pasar prácticamente toda la vida atrapado en el conflicto entre los pro-humanos y los homúnculos, me costaba adaptarme a la nueva realidad. El que la luz del sol bañase las calles de nuestra amada Solaris era un regalo que temía perder. Tenía la sensación de que de un momento a otro la Oscuridad iba a volver, de que nos acechaba. Sin embargo, los días iban pasando y la paz se mantenía, invitando a creer a los más ingenuos de que al fin habíamos recuperado nuestra libertad.

Haciéndoles creer que estaban a salvo.

Por suerte para ellos, yo nunca bajaba la guardia. Quedaban pocos pro-humanos puros que dedicasen su vida a la protección de Solaris, y yo era uno de ellos. Y aunque incluso la propia voivodina Scarlet Ember insistía en que debía relajarme, que me había ganado el derecho a bajar la guardia, en lo más profundo de nuestros corazones ambos sabíamos que agradecía que tuviese los ojos muy abiertos. El enemigo quizás podía engañar a otros, pero no a mí: habíamos ganado una batalla, no la guerra.

Así pues, vivía alerta, convencido de que de un momento a otro el enemigo iba a regresar e iba a destruir todo lo que habíamos logrado construir. Un sentimiento que me atormentaba a diario, tiñendo de pesadillas mis sueños y de desconfianza mi existencia, pero que le daba sentido a mi vida. Vivía por y para la lucha, si me la quitaban, ¿qué me quedaba?

Cat insistía en que tenía mucho por delante, que cuando me quitase la máscara de hierro y la armadura mental descubriría que ante mí se abría una nueva vida. Incluso se atrevía a decir que me lo merecía. Yo, sin embargo, difería. Era tentador pensar que tenía "derecho" a disfrutar de la vida como cualquier otro, para qué engañarnos. Supongo que, en el fondo, incluso alguien como yo a veces fantaseaba con la posibilidad de una existencia tranquila...

Pero era mentira.

Era falso.

Cat estaba equivocada, y por suerte para ella, ahí estaba yo para protegerla cuando todo se fuese a la mierda otra vez. Porque iba a pasar, era cuestión de tiempo...

Pero afortunadamente para D. y para Ana, no fue durante su boda. Su celebración fue tan bonita y sincera, con momentos especialmente lacrimógenos con la llegada de los padres de ella en mitad de la ceremonia, que incluso a mí lograron tocarme la fibra sensible. No demasiado, pero sí lo suficiente para que una sonrisa se dibujase bajo la máscara.

LoboWhere stories live. Discover now