Corte 1: Bienvenido a bordo, muchacho

269 27 21
                                    

Corte 1 – Bienvenido a bordo, muchacho



Iba a sufrir la ira de Lucian por la incorporación de Thomas Blue al grupo de búsqueda, estaba convencida. A mi hermano le valía cualquier excusa para aumentar la distancia entre nosotros, y en aquella ocasión le había dado un muy buen motivo. Pero siendo francos, pudiendo ser tres en vez de dos para hacer frente a un caso tan complicado, ¿por qué no hacerlo?

Y ya no solo eso, Thomas Blue era un poli. Un maldito poli que trabajaba para Max Schaffer. ¿Cómo darle la espalda?

No me había quedado claro si Max era su antiguo jefe o actual, pero no me importaba. Después de lo que había hecho por mí en Umbria dos años atrás, le debía una enorme a Schaffer, y si podía ayudarle en algo a él o a cualquiera de los suyos, lo iba a hacer, por supuesto.

—Oye, gracias por la ayuda —exclamó Thomas al ver que Lucian se alejaba mascullando maldiciones—. No mentía cuando decía que no sabía cómo acercarme a Lucian, me lo han pintado como un tipo difícil.

—¿Difícil? ¿Mi hermano? ¡No, que va!

Incluso con la extraña puesta en escena de su aparición, Thomas Blue me cayó bien desde el principio. Parecía un tipo sincero... y era bastante mono. Estaba muy delgado, no tanto como mi hermano, pero sí lo suficiente como para parecer el hermano pequeño de Carsten. Vamos, que se le llevaba el aire. Eso sí, tenía unos ojos muy bonitos...

De hecho, todo él era bastante atractivo.

—Entonces trabajas para Schaffer —dije, decidida a sacarle el máximo de información posible. Cuanto antes supiese quién era, antes dejaría de ser un extraño.

—Trabajaba, sí —me confirmó—. Ahora solo mantenemos la relación. Se fue de Solaris, lo sabías, ¿no?

—Sí, claro, no le quedó otra. —Recogí mi maleta del suelo y, antes de que Lucian se alejase aún más, pues ya nos llevaba bastante distancia, me puse en movimiento—. Estuvo a mi lado en mi peor momento, le debo mucho.

—Algo he escuchado, aunque no lo recuerdo bien, la verdad. Fueron tiempos bastante truculentos y lluviosos. Tú trabajabas para la agencia de Leif Kerensky, ¿no?

—Hasta que me echó por lo de la cumbre de paz en la Aguja del Sol, sí.

—La cumbre de paz... malditos hijos de puta, no había Dios que se lo tragase.

—¿Verdad que sí?

—Desde luego. Recuerdo que la liaste bastante en la televisión. Te detuvieron, ¿no? En ese entonces yo andaba también por la ciudad, aunque no sabría decirte dónde. Colaboraba con la Valkiria y el Crisol. De hecho, intentaba apoyar a todo humano que necesitase mi ayuda. Fueron tiempos complicados.

Las heridas de la guerra estaban aún muy presentes en todos, pero sobre todo en aquellos que la habían vivido más de cerca. Lo podía ver en Lucian cada vez que le miraba a los ojos, o en Carsten cuando quedábamos y recordábamos lo ocurrido. Incluso lo notaba en D. y en Ana, en Balian... y en mí misma. No había vuelto a ser la misma desde ese entonces...

Y Thomas tampoco, se le notaba.

—Tiempos pasados, por suerte —dije, tratando de recuperar el buen humor—. Por cierto, había reservado un hotel al lado de la estación, pero mi hermano quiere ir directo a la casa de esa chica. Como a estas alturas ya imaginarás, vamos para allí.

—Cualquiera le lleva la contraria, ¿no?

—Bueno, podríamos intentarlo, somos dos contra uno.

—Ya, bueno... —Thomas me miró de reojo—. No quiero cabrearle más. Además, tenemos toda la vida para dormir.

Aunque debería en cualquier otra circunstancia me habría molestado su cobardía, teniendo en cuenta las miradas que le echaba mi querido hermano de vez en cuando, era de comprender.

Las miradas y la paliza que le había dado en apenas un minuto, claro.

Aceleré el paso al ver que Lucian salía del parque, en dirección a una de las bocas de metro de la plaza.

—¿Y dices que buscas a Tyara tú también? ¿Por qué?

Frunció el ceño.

—Bueno... es un tema personal.

—Eso ya lo has dicho antes.

—¿Y no te vale?

—No.

—Ya... vale. —Thomas lanzó una fugaz mirada al cielo, seguramente para encomendarse en algo o acordarse de toda mi familia, y bufó—. Imagino que mi permanencia en este pequeño equipo de búsqueda depende de ello.

—Es posible.

—Esa chica es curandera, ¿no?

Respuesta inesperada pero interesante. Logró captar mi atención.

—Eso dicen.

—Pues ahí lo tienes.




Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
LoboWhere stories live. Discover now