Corte 6: Un beso bajo la lluvia

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Corte 6: Un beso bajo la lluvia



Me quedé sola.

Quise gritar que no lo hicieran, que no me dejaran allí. Que tenía miedo... que podía escuchar el aullido de los lobos cada vez más cerca y el aleteo de los cuervos sobre nuestras cabezas.

Quise decir que la lluvia caía con especial fuerza allí, donde estábamos, tratando de alimentar a un Thomas Blue al que la locura parecía haberse apoderado de él...

Quise decir muchas cosas, pero no fui capaz. Tal era el terror que en aquel entonces sentía que no me veía capaz de nada. Tan solo de una única cosa, algo que le había visto hacer anteriormente y que, en aquel entonces, tuvo más sentido que nunca.

Le bajé la cremallera del abrigo y levanté la camiseta. En la cintura, guardadas en el bolsillo trasero, llevaba unas esposas. Las saqué, comprobé que estuviese la llave también y busqué donde retenerlo.

—Lo siento, Thomas... —murmuré.

Rodeé el árbol bajo el cual nos cobijábamos hasta localizar una raíz algo suelta en el suelo. Estaba levantada por el centro, lo que me permitía inmovilizarle. Si tiraba con fuerza acabaría levantándola por completo, sí, pero esos segundos serían suficientes para que pudiese estamparle una roca en la cabeza.

—No me lo tengas en cuenta —le dije.

Le cogí por las piernas y ejecuté mi plan. Después, agotada, me dejé caer a su lado y le cogí la mano libre. Con la otra cogí una roca especialmente voluminosa que no dudaría en utilizar en caso de ser necesario. Ya fuese contra pájaros o lobos.

O el propio Thomas.

Contra quien fuese...

Pero no iba a permitir que nos hicieran daño. No a aquellas alturas.

—Solo espero que esto no haya sido por lo que ha pasado en la tienda... —murmuré, dedicándole una fugaz mirada a la torre antes de centrar la atención en el policía—. No iba en serio. Sé que no me oyes, y que probablemente cuando vuelvas a ser tú no te acordarás de nada, pero... pero bueno, no iba en serio. Te estoy cogiendo cariño y creí que... bueno, yo que sé, creí muchas tonterías. Supongo que me equivoqué. Pensé que me seguirías la corriente. De haber sido Carsten, a estas alturas todo sería bastante diferente... pero claro, sois muy distintos. —Me encogí de hombros—. No te creas que voy besando a la gente así porque sí, ¿eh? ¿Te creerías si te digo que no es mi estilo? —Le miré de reojo—. Ya, no me crees, lógico: no me creo ni yo. Corramos un tupido velo, ¿vale? Finjamos que no ha pasado nada. Que ni tú me has dicho lo que me has dicho, ni que yo he hecho lo que he hecho.

Un aullido desgarrador sonó de las profundidades del bosque, silenciando mi discurso. Me acerqué aún más a Thomas, movida por el instinto de supervivencia a pesar del miedo, y cerré los dedos con más fuerza alrededor de mi arma.

En la oscuridad, algo empezó a moverse.

—Tranquilo —le susurré—, yo cuido de ti... aunque si quieres ayudar, no me importaría. Depende de lo que sea que salga de la niebla, vamos a estar muy jodidos...




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