Corte 4: La noticia del año

174 25 19
                                    

Corte 4: La noticia del año



La visita al bosque, aunque breve, nos afectó. Diría que a los cuatro, pero en realidad habíamos sido mi hermano y yo los que peor lo habíamos pasado. Lucian se escudaba en que éramos puramente urbanitas y que aquel tipo de entornos chocaban con nuestra forma de vida. Yo, en cambio, tenía una visión distinta. El problema no éramos nosotros, sino el bosque. Un lugar que, como bien había descrito Tyara, estaba mucho más vivo de lo que parecía a simple vista.

—¿Qué escribes? ¿Puedo mirar?

La voz de Tyara me sobresaltó. Después de la expedición habíamos regresado al hotel, donde nos habíamos repartido en las dos habitaciones para pasar la noche. Ninguno se sentía seguro después de todo lo ocurrido. Y aunque había sido muy consciente de su presencia en todo momento, tan solo había necesitado concentrarme en el ordenador para olvidarme de todo, incluido de ella.

—No lo voy a publicar —respondí, bajando la pantalla—, puedes estar tranquila. Se lo he prometido a Lucian.

—Bueno, puedes publicar lo que consideres oportuno —dijo ella, restándole importancia—. Yo no te voy a prohibir nada, al fin y al cabo, eres periodista, ¿no?

Tyara hablaba con esa ternura y amabilidad tan característica de las madres. Sus palabras sonaban como caricias, como si toda ella fuera paz y armonía.

—Soy periodista, sí —admití no sin cierto orgullo—. De hecho, trabajé en Hermanos Kerensky una temporada. Luego lo dejé. —Hice un alto—. Bueno, me echaron. Leif se cabreó conmigo por cierta rueda de prensa, y... bueno, digamos que no acabó muy bien. Por suerte, ahora estoy con Lucian y nos hemos montado una agencia propia. Nos va bastante bien... aunque supongo que a ti eso te da igual. Dudo mucho que hayáis oído hablar de nosotros en Barcino.

—No sé mucho de Solaris, es cierto. —Tomó asiento en el borde de una de las camas, con una gran sonrisa en los labios. Aprovechaba para peinarse la larga cabellera y trenzarla—. En otros tiempos estaba más atenta, por si salía alguna noticia de Lobo, pero después de la liberación perdí un poco el hilo. Con saber que todo había salido bien me bastaba.

—Mi hermano me dijo que no te había contactado durante estos años. Espero que no se lo tengas muy en cuenta, es bastante introvertido.

—Lo sé, así era cuando lo conocí, el chico de los mil secretos. —Tyara se encogió de hombros—. Supongo que es comprensible, siempre ha cargado una losa demasiado pesada a las espaldas. Por suerte, veo que las cosas han cambiado un poco, parece más relajado.

—Ahora que te ha encontrado a ti, sí. —Cerré la pantalla del ordenador del todo—. Pero te aseguro que antes estaba insoportable. Menos mal que está también Thomas, de lo contrario no sé qué habría hecho. Es probable que me hubiese dejado atrás.

Tyara arqueó las cejas con sorpresa. No podía creerse lo que le estaba diciendo. Su imagen de Lucian estaba demasiado distorsionada por el pasado en común como para poder ver la realidad.

—Me hablaba mucho de ti —recordó de repente—. Nunca decía tu nombre, ni tampoco me daba ningún dato con el que poder identificarte, pero muchas veces te mencionaba. Creo que eras uno de los grandes motivos por los que quería volver a Solaris.

—Ah, ¿sí? —respondí con sorpresa—. Cuesta creer, la verdad. Hasta hace tan solo un par de años ni tan siquiera sabía que estaba vivo.

—Pero estaba ahí, ¿no? Sabías de la existencia del agente Lobo.

—Sí, claro, los pro-humanos siempre estaban ahí, protegiéndonos a todos.

—Pues ahí lo tienes.

—Ya, bueno, hubiese agradecido saber que estaba vivo, la verdad. Me he sentido muy sola durante mucho tiempo. De hecho, aún me siento así a veces. Él forma parte de mi vida, pero yo no de la suya. Soy un complemento.

Me sorprendí a mí misma al compartir aquellas reflexiones con Tyara. No la conocía de nada, pero me inspiraba confianza. Además, ahora que estaba fuera de Solaris, lejos de mis amigos y del trabajo y tenía tiempo para pensar, no podía evitar sentirme fuera de lugar. Tenía la sensación de que no viajaba con Lucian, sino que le perseguía, y eso era algo que me entristecía. Me hubiese gustado que me viese como un apoyo en vez de una carga.

—¿Tú crees? Yo no tengo esa sensación, aunque con Lobo nunca se sabe. Le conocí siendo una persona muy solitaria y creo que eso no ha cambiado.

—No ha cambiado, no. De hecho, creo que va a más. No descarto que desaparezca de un día para otro sin dejar ni huella.

—¡Habrá que tenerle vigilado entonces! —Tyara rio—. Por suerte, no lo necesitas, ¿no? Eres una periodista importante en tu ciudad, inteligente y fuerte, ¿para qué vas a querer a tu lado al pesado de tu hermano? Además, cuando publiques cómo encontramos a Mario seguro que te haces aún más famosa. ¡Estoy convencida de que la historia no va a dejar indiferente a nadie!

—Ya, yo también lo creo. Lástima que no vaya a hacerlo, ¿no?

Tyara acabó de trenzarse el cabello y se puso en pie con decisión. Acudió a mi encuentro para abrir la pantalla del ordenador. En ella seguía proyectado el documento de texto con todas las anotaciones que había ido haciendo durante todos aquellos días.

—Tienes que hacerlo —sentenció—. El mundo entero tiene que saber qué sucede en sus bosques y sus pueblos. ¡Tiene que saber que el peligro acecha en cada esquina! —Tyara se cruzó de brazos para mirarme con el ceño fruncido—. Eres periodista, es tu deber.

—Coincido contigo, creo que debería exponerlo públicamente, pero Lucian está en contra. Considera que la única manera de intentar protegerte es manteniendo silenciado todo lo que está pasando.

—¿Protegerme? ¡Yo no he pedido que nadie me proteja! —aseguró con determinación—. No lo necesito. Lo que sí que necesito, en cambio, es que se sepa lo que está pasando con todos esos niños. Hay muchas familias rotas ahí fuera, padres y madres que siguen buscando a sus pequeños y que probablemente jamás vayan a saber la verdad. ¡Aunque solo sea por ellos, tienes que hacerlo!

—Ya, bueno, te puedo entender, pero...

—Cuando encontremos a Mario retomaremos esta conversación —sentenció, recuperando la sonrisa—, y te convenceré para que escribas esa historia, tenlo claro. Y por tu hermano... bah, no te preocupes, yo me encargo de él.



Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
LoboWhere stories live. Discover now