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Alma Fox

Cuide de Archie toda la noche, hasta que Damián dijo que era suficiente y debíamos volver, le dije que iría luego, porque ahora solo quería cuidar del castaño.

Ahora estaba con insomnio, hambre y mal humor en la clase de Historia, a mi lado derecho una Crystal sonriente y a mí izquierdo una Kaia del mismo modo que Crys.

—Señorita Fox, ¿la fecha de caída del muro de Berlín?. —preguntó sacándome de mis pensamientos el profesor.

—9 de noviembre de 1989. —respondí rápidamente.

—Muy bien, preste atención a la clase. —dijo antes de seguir dando la clase.

La clase no fue aburrida es más hasta me gustaba, solo que hoy no era un gran día, me sentía ajena a todo lo que me rodeaba, era como si estuviera pero al mismo tiempo no en el lugar, como si mí cuerpo estuviera presente pero mí mente no.

El ruido del timbre avisando que terminaba la clase fue lo que hizo volver mí mente al ahora, salí rápido sin escuchar los llamados de las chicas, necesitaba adrenalina o algo que me despierte y así mantenerme presenté.

[...]

Estaba en el bosque esperando, había quedado con alguien que podía ayudarme a hacer el mundo arder en un pestañeo.

—No pensé vernos por un largo tiempo. —dijeron detrás mío.

Al darme la vuelta ahí estaba él, su cabello negro danzaba con el ligero viento, sus ojos verdes oscuros veían mis movimientos analizando todo de mí.

—Es bueno volver a vernos Eros, ¿Qué tal si me dices dónde encontrar a la perra de Atenea?. —pregunte con una sonrisa en la cara.

No me juzguen, soy vengativa y se había metido con alguien importante para mí.

[...]

Había llegado a casa, Damián me esperaba sentado en las escaleras con su mirada juzgona y cara seria.

—¿Puedo saber dónde mierda estabas?. —pregunto levantándose caminando hacia mí de manera lenta y cuidadosa.

—Dando un paseo. —respondí viéndolo atentamente.

—¿Un paseo con los que intentan matarnos? —había empezado con un interrogatorio.

—No te interesa mí vida, somos hermanos, no eres mí padre. —dije pasando por su lado para ir a mí habitación.

—No, no lo soy, pero si no te vigiló, pierdes el control de tus acciones. —me acuso, una parte de mí decía que lo maté y la otra decía que no podía porque es mí hermano.

—Tengo suficiente autocontrol, no necesito niñera. —dije cerrando la puerta de la habitación con fuerza en su cara.

Inhale aire por la nariz y exhale la boca de manera tranquila, repetí esta acción hasta que logré tranquilizarme.

Tenía lo que quería, nada podía salir mal, solo tenía que ser cuidadosa y esta vez no dejar cabos sueltos, tampoco podía actuar de manera impulsiva y mandar a la mierda todo lo que tenía hasta ahora.

Pero sentía que algo no iba bien en todo esto, necesitaba algo más, aún no sabía que era pero pronto lo averiguaré mientras tanto tenía que empezar a alejarme de las personas que veía que podían interponerse en mí juego.

Crystal es una de ellas, si descubren que tengo contacto con una presa irán tras ella y no me permitiría perderla.

Necesitaba crear algo para mantenerla a salvo, sabía que podía contar con la manada para eso, al fin y al cabo ellos la aprecian.

Luego tendría que hacer que los Stein dejen de verme como su maldito objetivo, les daré algo más grande de qué ocuparse y con eso me estarían ayudando.

Les daré como objetivo el mismo que tengo yo, destruir a los mafiosos más grande de todos, guiados por la mano de uno de los novenos más peligrosos de todo, y así todos saldríamos ganando.

Estaba todo calculado, todas las piezas en su lugar, habría un ganador y tendría que ser yo.

Si algo había aprendido de Poe era a apostar y en este juego era todo o nada.

Las Obsesiones De Alma Fox Donde viven las historias. Descúbrelo ahora