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Alma Fox

Corría mientras sostenía la mano del pelinegro, mí respiración acelerada y una capa de sudor sobre mí frente, casa tanto con mí mano libre corría unos mechones de pelo que me estorbaban.

Sentía que mis piernas no daban más y pedían a gritos un descanso, sabía que Frey estaba igual que yo, así que paré por un segundo, mire hacia los lados para guiarme, estábamos justo donde había encontrado al muchacho, eso significaba que estábamos a unos metros de la salida.

Estaba empezando a recuperar la respiración cuando Frey aprieta mí mano, lo miro y señala con la cabeza una figura negra delante nuestro, contuve la respiración por un rato.

Guíe mí mano hacia el bolsillo de mí chaqueta tomando la daga de bolsillo que traía en ese momento, la figura caminaba hacia nosotros con intenciones de atacar por lo que tiré a Frey al suelo y saqué la daga.

Golpeé con el puño derecho el rostro de la persona y está cayó al suelo, no le di tiempo a recuperarse cuando otro golpe le llegó haciéndolo escupir sangre, tomé con firmeza la daga y estaba a punto de clavarsela cuando lo vi bien.

—¿Sean?. —pregunté bajando la daga despacio.

—Veo que fue mala idea querer asustarte. —respondió sonriendo con la boca con sangre.

—¿Estás demente?, Casi te mató. —pregunte guardando mi daga devuelta en mí bolsillo.

—¿Lo conoces?. —pregunto en mí oído Frey.

—Si, esté… Sean te presento a Frey mí… ¿Amigo?, Frey te presentó a Sean un amigo. —los presente a ambos.

Sean vio al azabache de arriba hacia abajo, al igual que Frey al castaño, Sean dirigió su mirada hacia mí con las cejas alzadas—carajo, lo sabe— yo lo mire con determinación viendo hacia atrás de él, una rubia salió detrás de los árboles—una presa— mire a Sean quien se vio alarmado porque la haya visto.

—Yo no vi a nadie más que a ti, ¿Tu Sean? —dije de manera inocente.

—Solo te vi a ti. —respondió el castaño con una sonrisa torcida.

Agarre la mano de Frey antes de darnos vuelta y seguir nuestro camino, al llegar unos metros di un respiro de alivio.

—Salgamos de aquí antes que aparezca alguien más. —dije al azabache quien asintió hacia lo que dije.

[...]

Miraba el cielo nocturno desde el techo de mí habitación, hace unas horas había llegado luego de despedirme de Frey.

—¿Quieres hablar?. —preguntó mí hermano al lado mío.

—No, ¿Tú quieres hablar?. —respondí dándole una mirada rápida.

—No. —contestó mirándome de reojo.

Ambos nos quedamos en el silencio de la noche mirando el cielo estrellado en un momento de paz solo nosotros dos y las estrellas.

Luego de un rato volvimos a entrar a la casa, él se fue a su habitación y yo me acosté en mí cama viendo el techo, hasta que mí cuerpo empezó a reclamarme descanso, pero antes de cerrar los ojos el ruido de toques en la ventana me hicieron levantarme.

Miré hacia abajo y allí estaba Sean, junto a la rubia anterior.

—Espérame cinco que bajo. —dije en voz baja, él asintió y yo agarré un buzo de Damián antes de bajar con cuidado de no hacer ruido.

Al llegar abajo abrí despacio la puerta para no despertar a nadie—aunque sabía que Damián ya debía saber que había alguien— salí de la casa y me acerque a Sean, mientras que la rubia se escondió detrás de él.

—No son horas de visita, Sean. —dije cuando estuve lo suficientemente cerca.

—Lo sé, pero una vez me dijiste que cuando necesite algo estarías para ayudarme. —dijo haciendo que lo mire con confusión.

—Me acuerdo, ¿Que necesitas mí querido amigo?. —pregunte viendo sus expresiones.

—Primero deja que te presente a Nora, ella es mí... obsesión. —dijo con algo de vergüenza al presentarla así.

—Sin vergüenza, Sean. —bromeé divertida viéndolo, la chica parecía relajarse al verme bromear.

—Necesito que la entrenes y prepares para la cacería. —dijo haciendo que me ponga sería.

—No, eso pondría en peligro a mi manada y no correré el riesgo a algo así, lo siento. —dije dándome vuelta para volver a mí casa.

—¿Qué pensarán los novenos al enterarse que mataste a una manada completa y te juntas con presas?, Eso no se vería bien para ti o tu manada. —preguntó deteniendo mí paso.

—¿Qué estás insinuando?. —cuestione entre dientes dándome vuelta.

—¿Yo?, Nada, simplemente digo los hechos. —respondió encogiéndose de hombros.

—Yo te diré los malditos hechos, te irás de mí casa y no volverás a siquiera pensar en mí, llego a enterarme de que abriste tu estúpida boca y mataré a cualquier persona que se atreva a acercarse a ti, quedarás solo muriendo con como compañía a la soledad y el miedo de que en algún momento vaya por ti. —dije caminando a paso lento hacia él de forma amenazante.

—Sean, vámonos. —dijo la rubia con la voz temblorosa.

—Hazle caso a Nora antes de que empiece a correr sangre por el lugar. —dije volviéndome a dar vuelta para irme. —Nora aléjate de él lo antes posible o terminarás muerta, si necesitas escapar ve al acantilado del bosque a las seis de la tarde.

Agregué antes de entrar a la casa sin mirar atrás, Damián como siempre estaba en la escalera, me miró con una sonrisa que me dio escalofríos.

—¿Puedo?. —preguntó mirándome ansioso.

—Solo no toques a la chica. —dije pasando por su lado para subir a mí habitación.

A Damián no le gustaba que alguien me desafíe o amenace, así que al día siguiente esa persona no tenía el privilegio de ver la luz del sol nunca más.

Las Obsesiones De Alma Fox Where stories live. Discover now