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Alma Fox

Sangre por todos lados, mí cuerpo cansado tirado sobre el suelo con Jess encima mío, intentando apuñalarme, los gritos de Nora y Heist, quienes intentaban entrar a la zona de pelea, mientras que eran detenidos por los perritos falderos de Maila.

—¿Quién lo diría, la gran Lyna sería derrotada por una simple novata?, Pero sabía que Maila exageraba al hablar de ti.  —sonrió con burla mientras elevaba la espada.

—Ambas sabemos que no. —dije agarrando la espada con la mano deteniéndola.

Sangre empezó a salir de mí mano, mientras la apretaba el filo de la espada, una expresión de miedo se instaló en el rostro de la castaña, sonreí con burla hacia ella y logré quitarmela de encima con un cabezazo y pateando su pierna izquierda destabilizandola.

Me levanté tambaleante y agarré su espada junto a la mía teniendo una en cada mano, solo éramos ella y yo, había logrado acabar con los demás de forma difícil, pero lo había logrado.

Tenía un corte en el labio de un golpe que me habían dado, un corte superficial en la zona del estómago, un corte pequeño en la ceja y la mano sangrando por el corte reciente.

La adrenalina recorría cada parte de mí cuerpo, hace mucho no me había sentido así y no recordaba esto, me encantaba tanto como cazar con mí manada o como la cacería, pero esto era otro nivel y eso lo hacía excitante.

El miedo en la cara de Jess me daba satisfacción, vi como dio un paso hacia atrás, por lo que en un movimiento rápido clave ambas espadas en su estómago.

—Quería hacer esto desde el momento en el que Maila te salvó de morir a manos de Sasha. —susurre a su oído antes de alejarme sacando ambas espadas de su estómago.

Su cuerpo cayó al suelo desangrándose, me di vuelta viendo a los espectadores, levanté las espadas a modo de triunfo, todos estallaron gritos de celebración.

Camine de forma tambaleante hacia mí madre adoptiva, ella con una sonrisa se paró de su asiento callando los gritos.

—¡Alma es la ganadora!, Recibimos a Nora Jefferson a nuestro clan. —grito haciendo que todos estallen nuevamente.

—Damos la vida por los nuestros y vivimos para honrarlos, bienvenida Nora. —recite el lema del clan Roser.

Me sentía mareada y mí cuerpo estaba débil, sentí que perdí el equilibrio y luego unas manos en mí cintura atajado mí posible caída, luego unas manos detrás de mis piernas levantándome del suelo.

—Llevala a su habitación, irán a curarla. —ordeno una de las mellizas al rubio quien me tenía entre sus brazos.

—Lo haré yo mismo. —dijo el rubio serio, empezando a caminar conmigo en sus brazos.

[...]

—¡Ay, ten cuidado!. —me queje hacia el rubio que pasaba un pedazo de algodón con alcohol sobre mí herida de la mano.

—Debiste pensarlo mejor antes de ¡Agarrar la puta espada con la mano!  —exclamó apretando un poco el algodón sobre mí herida.

—No. Me. Grites. —dije pausando el habla mientras lo empujaba.

—Pudiste morir, y parece que te vale mierda eso. —dijo levantándose del frente mío.

Rodé los ojos por lo dramático que sonaba, agarre el alcohol y me quite la remera, empecé a pasármelo por la herida, soltando unos quejidos por el ardor que ocasionaba al sentirlo sobre mi piel.

—Déjame que yo lo haga. —dijo quitándome el algodón de entre mis manos.

No dije nada, dejando que lo haga, pasaba el pedazo de algodón suavemente sobre mí piel, lo miraba atentamente, la delicadeza con la que lo hacía para que no me arda, como si tuviera miedo de hacerme daño, su cabello rubio despeinado caía hacia delante ligeramente dándole un aspecto sensual.

—Ya está. —dijo sacándome de mis pensamientos. —¿Tienes ropa aquí?. —preguntó levantando la vista hacia mí.

Sus ojos azules chocaron contra los míos negros mandando una sensación desconocida que recorrió todo mí cuerpo.

Me aclaré la garganta para hablar:

—Si, en el clóset debe haber algo. —dije rompiendo el contacto visual.

Me levanté despacio de la cama y fui hacia ahí, todo seguía tal y como lo dejé la última vez que estuve aquí, agarre un shorts de licra negro y un corpiño deportivo, ropa interior y fui hacia el baño de la habitación.

—Puedes hacer lo que quieras dentro de la habitación, no salgas de aquí. —dije hacia el rubio quien asintió con la cabeza sin decir alguna palabra.

Me di vuelta para entrar al baño, deje la ropa sobre la tapa del váter y fui hacia la ducha, puse el agua a la temperatura perfecta, ni muy fría, ni muy caliente, me despeje de lo la poca ropa que me quedaba y entre hacia el chorro de agua que caía.

El suelo de mármol blanco se pintó de rojo cuando el agua empezó a llevar la sangre de mí cuerpo, las heridas al tener contacto ardían pero era algo un poco satisfactorio.

Me relaje un rato y termine de lavarme bien el cabello, y cada parte de mí cuerpo antes de salir, me cambio coloque una toalla alrededor del cuerpo y enteré una sobre mí cabello.

Me miré en el gran espejo del baño, mi cara estaba un poco golpeada, dejé caer la toalla al suelo y vi mí cuerpo entero, tenía un pequeño hematoma sobre las costillas y el corte superficial rojizo sobre la boca del estómago.

Saque unas gasas y cinta del pequeño armario que estaba debajo del lavabo, me lo puse sobre la zona del estómago y luego agarré una crema para el hematoma, solté un jadeo al sentir el contacto frío sobre la piel, luego con el dedo lo esparcí bien.

Me puse la ropa y salí, Heist se encontraba durmiendo sobre la cama, por lo que me di el lujo de mirarlo, se veía tranquilo no como hace unos minutos, su boca estaba ligeramente abierta y su cuerpo estaba relajado.

Me acerqué a la puerta y la cerré con seguro, luego a paso lento y con cuidado me acosté debajo de las sábanas, me di la vuelta dándole la espalda al rubio, al instante caí en los brazos de morfeo, por el cansancio de mí cuerpo.

Las Obsesiones De Alma Fox Donde viven las historias. Descúbrelo ahora