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Alma Fox

No sabía en qué momento había perdido el control y tenía tres cuerpos delante mío, parpadeé volviendo a la realidad y empecé a correr por el aeropuerto cerrado en busca de mí rubia compañera.


Resulta que me quieren muerta y habían logrado cerrar todo el aeropuerto que ahora se encontraba con una docena de sicarios buscando mí cabeza.

Sabía que había sido obra de Atenea y ahora el acuerdo con Hades se iba a ir al carajo, quiero a esa perra muerta.

Iba con cuidado y de manera silenciosa escondiéndome detrás de los muros, no había gastado ninguna bala hasta ahora y solo había usado las dagas.

—En el segundo piso está la rubia que vino con la novena. —escuché al hombre hablar por la radio, él estaba dándome la espalda.

—Mandaré a un grupo a ver, sigue buscando a la chica. —respondieron del otro lado de la radio antes de cortar la trasmisión.

—Uno, dos, tres, te encontré. —susurró detrás de él antes de cortar su cuello y dar una puñalada en la zona de las costillas haciéndolo caer al piso mientras se ahogaba con su sangre.

Saque el arma de su brazo y dispare al que venía hacia acá sin darse cuenta de lo que pasaba.

—¿Alma?. —dijeron detrás mío, haciendo que me girara rápido mientras apuntaba con el arma.

—¿Eros, Heist? ¿Qué hacen aquí?. —pregunte bajando el arma.

—Fui a buscarte cuando me enteré que iban por ti, en el camino de sumó Heist. —explico rápidamente el pelinegro.

—Necesito su ayuda para sacar a alguien de aquí. —dije acercándome a ellos para darle el arma de uno de los muertos.

—Venimos por ti, no por alguien más. —dijo el rubio agarrando el arma.

—Entonces puedes irte, no me iré sin ella. —dije amagando a quitarle el arma.

—Te ayudaremos. —afirmó el pelinegro.

—Maten a todo el que se les atraviese menos a una rubia, bajita de ojos verdes, se llama Nora si la ven digan, "El juego se acabó", ella sabrá que están conmigo. —dije corriendo a las escaleras.

[...]

Llevaba buscando a la rubia sin éxito, había matado a unos dos hombres y ella no aparecía.

—Maldita sea, Nora. —maldije en voz baja al no verla.

—Pero si es la famosa Alma Fox, ¿Así que tú eres el pequeño problema de Atenea?. —preguntó una voz femenina detrás mío.

—¿Tú eres su mascota?. —pregunte en burla hacia la castaña que me apuntaba con su arma.

—Solo cumplo con mí trabajo. —respondió con calma mientras se encogía de hombros.

—¿Qué tu jefa tenía miedo de venir por una adolescente?. —me volví a burlar.

—No, solo no se quería ensuciar las manos, ¿Alguna cosa que quieras que le diga a tu manada antes de morir?. —me miró con una sonrisa.

—Si, mándale mis saludos a lucifer, nos vemos en el infierno, perra. —dije antes de que ella caiga al piso con una bala en la cabeza.

Detrás de ella apareció Heist aun con su arma apuntando hacia ella, la cabellera rubia de Nora corrió hacia mí dejando caer su arma.

—He matado a tres hombres hoy, eso es una locura. —dijo asombrada de sí misma.

—Lo has hecho genial, ahora de irnos. —le dije a la rubia.

—¿Dónde irán?. —salió Eros con la cara manchada de sangre.

—Suiza, pondré a salvo a Nora con unos amigos y me quedaré unos días allí. —dije acercándome a los chicos.

—Ten cuidado, Atenea no parará hasta verte muerta. —dijo el pelinegro viéndome.

—Ni yo a ella, gracias por la ayuda a ambos. —agradeci sincera.

—No hay de que, ¿Vamos Heist?. —preguntó con una sonrisa al rubio quien asintió hacia él.

—Me debes una Fox. —dijo sonriendo el rubio.

—Cuando vuelva te regresó el favor. —sonreí hacia él.

Los cuatro salimos del lugar hacia distintos caminos, Nora y yo íbamos hacia el auto que tenía nuestras maletas, para luego ir hacia la pista de aterrizaje dónde nos esperaba el jet.

La primera en subir fue la rubia quien entró con emoción a pesar de lo que había pasado hace tan solo unos segundos atrás, luego le seguí yo de forma lenta hasta llegar a la puerta cuando estaba por pasar está una voz me detuvo.

—¡Alma, espera!. —llegó corriendo el rubio había el jet.

Baje de forma lenta hasta llegar a él, el fue bajando la velocidad de su paso hasta llegar al frente mío.

—¿Sucede algo Heist?. —pregunté cuando lo tuve enfrente.

—¿Crees que haya espacio para alguien más en el jet?. —preguntó con una sonrisa

—Claro que sí. —respondí sonriéndole.

Ambos subimos al jet con una sonrisa.

Las Obsesiones De Alma Fox Where stories live. Discover now