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~BELL ROUX

—¿Por qué no quieres hablar? —insistió Deccan.

—Porque no puedo, estoy ocupada.

Alrededor de media hora atrás me había levantado del suelo para alejarme de aquellos arbustos y marcharme echándole una mala mirada a Deccan quien, un momento después, había terminado su charla con aquella chica para venir hasta mí a burlarse de la situación.

—No es eso —desmintió. Yo ni siquiera le miraba, no podía —. Solo te avergüenzas de haber actuado de esa manera hace un momento.

Tenía toda la razón. Pero no se la daría, aún recordaba porqué había actuado de esa forma. Aún recordaba como hablaba cómodamente con esa chica. Además de que aún me sentía tan avergonzada que si le miraba a la cara iba a llorar.

—¡No es eso! ¡Ya déjame en paz! —No le iba a dar la razón. Debía preservar lo que me quedaba de dignidad.

—Al menos admite que estabas celosa —se ubicó delante de mí obstaculizando mi camino —. Acuchillaste con la mirada a la chica.

—¡Pues ve a socorrerla, idiota!

—¡Ves! Estás celosa, es evidente.

—¡Que no estoy...! —para acentuar la turbación tropecé con los restos de unos adornos inservibles, me tambaleé un poco, casi cayendo al suelo. Una vez más —. ¡Casi caigo por tu culpa! Apártate e ignórame durante toda la velada.

—¿Por qué te molestas tanto? —Escupió frustrado.

—Soy así.

—Sabes que es diferente ahora.

—¿Qué sabes tú? —chillé deteniéndome por un momento.

Sabía que <<soy así>> no era una justificación válida en ningún momento. En especial porque en realidad yo no era así la mayor parte del tiempo, solo no pasaba por un buen momento. Tenía claro que mi actitud no estaba acorde con mi edad ahora mismo, pero eso no me importaba mucho porque estaba molesta. Si Deccan seguía insistiendo en el tema me iba ha echar a llorar ahí mismo.

Era cuestión de vida o muerte hacerle entender que necesitaba pasar la vergüenza sola. Muchos de los presentes presenciaron lo que pasó. La chica perfecta que estaba con él vio mi vergonzoso momento en primera plana. Yo solo quería encerrarme en un baño por media hora para desahogar mi frustración.

—¡Ya déjame, no quiero que mi madre me vea contigo! —Me excusé pasando por su lado luego de recomponerme de la casi segunda caída.

—Tu madre me conoce, y le caigo fenomenal.

Al escuchar aquello recordé algo, me detuve como si tuviese un freno de mano y me giré en su dirección.

—¿Sí? Pues intenta para la próxima no decir que estamos esperando un hijo, al menos —lo reprendí por haber insinuado a mi madre que, "por ahora", éramos solo amigos.

—¿Estamos esperando un hijo?

—¡No! Yo...¡Ah! Adiós —Me adelanté varios pasos caminando lo más rápido que pude, deposité el adorno que llevaba en el suelo finalmente y me dirigí al baño.

Cuando creía que al fin me encontraría sola:

—Bell, que bien que te encuentro.

—Orson —Correspondí el saludo con una sonrisa. Él no tenía la culpa de la penosa vida que llevaba, y podía resistir mis ganas de huir un poco más.

—Le dije a tu madre, pero ella tampoco sabía dónde estabas. Así que me ofrecí a localizarte yo. La pobre está realmente atareada —me contó arrugando el entrecejo con empatía. Yo asentí para corroborar lo que dijo —. Mike, el padre de River y Deccan. Lo conoces. Ha insistido en que nos quedemos todos en el hotel por esta noche. Por el ambiente tan ajetreado de la fiesta imaginó que terminaríamos exhaustos y quiso que nos ahorremos el viaje de vuelta a casa.

Un chico amante a las flores [✓]©Where stories live. Discover now