Capítulo 16

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Me dejé guiar hacia una vinoteca que me había pasado desapercibida hasta ese momento. Observé la variedad de vinos que tenía con evidente asombro.

Se separó de mí y abrió el electrodoméstico. Me descubrí extrañando el contacto de su mano contra mi espalda y la confusión se adueñó de mí.

— ¿Cuál quieres?

Me encogí de hombros con la vista clavada en las botellas.

— Sorpréndeme.

Observé como escogía una botella y la sacaba sin titubear. A continuación, la descorchó con destreza y la dejó sobre la barra para que el vino respirara un poco.

— Espero que este te guste — lo escuché decir a continuación, apoyado contra la barra y jugando con uno de los anillos que adornaban sus dedos.

— Me fío de ti.

El magnetismo que desprendía su cuerpo hizo que diera un paso al frente mientras hablaba, embelesada por el efecto de su mirada.

— ¿Te fías de mí? — me preguntó en un susurro, rozando levemente mi brazo con la yema de los dedos y alzando las cejas.

Intenté mantener la calma al sentir como el contacto liviano de su mano se convertía en una caricia con sujeción.

— Me fío de tu gusto en cuanto a los vinos — me aventuré a contestar, incapaz de ignorar la peligrosa electricidad que fluía entre nosotros—. Nunca me has decepcionado en ese aspecto.

Mis propias palabras me recordaron cual era la realidad y mi cuerpo se tensó por completo. ¿Qué diablos estaba haciendo?

Un delicioso aroma a comida recién hecha inundó la estancia. A su vez, Abby irrumpió en la sala con una bandeja entre las manos. Vicky la seguía de cerca y sus ojos se clavaron en Ben nada más llegar. 

Seguía sintiendo la danza de su mano contra la piel de mi brazo, la calidez que desprendía su cuerpo al estar tan cerca del mío. Recordé que la última vez que me había dejado llevar por esa calidez había terminado por quemarme.

Clavé mis pupilas en las de Ben, que había percibido mi cambio de humor. Tragó saliva y dejó caer la mano a un lado, estudiando mi rostro con las facciones teñidas de un sentimiento que no supe interpretar.

Tras carraspear, me separé de él y me serví una copa de vino sin mirarlo. El cambio de ambiente era tangible a nuestro alrededor. Podía sentir sus ojos fijos en mí mientras me alejaba de él sin dirigirle ni una sola palabra.

Saludé a Abby y esta me recibió con un cálido abrazo. A continuación, me indicó cual era mi plato de comida. Emma me dedicó una sonrisa radiante cuando me vio. Había estado durmiendo hasta ese momento, por lo que no había tenido la oportunidad de saludarla.

— Me alegra un montón que te hayas unido el equipo — me confesó la rubia con evidente entusiasmo —. En serio, nos lo pasaremos en grande.

Tras comprobar la temperatura de la leche, le entregó un biberón a Emma, que miraba el objeto con pura devoción. Comenzó a beber en cuanto lo tuvo entre sus pequeñas manos.

— ¿Nos acompañarás durante toda la gira? — quise saber, algo distraída por el confuso cúmulo de emociones que despertaba Hardwicke en mí.

— Sí —, replicó, tomándome de la mano y apretándola tenuemente — vendremos las dos.

Señaló a su hija y asentí.

Me atreví a mirar en dirección al minibar de nuevo, tomando un sorbo de la copa de vino mientras lo hacía. Ben seguía en el mismo lugar, en la misma posición. Vicky lo había abordado y se había colgado de uno de sus brazos. Una sensación punzante se clavó en mi pecho ante esa imagen. Él no parecía corresponder el gesto, pero tampoco parecía rechazarlo.

Efectos secundarios [2.5].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora