Capítulo 25

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Al llegar al hotel, me encerré en mi habitación. No teníamos que estar en el estadio hasta dentro de un rato, por lo que tenía tiempo libre hasta después de comer.

Tras dejar mi maleta sin deshacer sobre la cama, entré en el baño y me eché agua fría en la cara. Había quedado con Jake para almorzar. ¿Cómo se suponía que lo miraría a la cara tras mi encuentro con Hardwicke?

Sin pensármelo dos veces, busqué el contacto de Marina en mi agenda.

— ¡Dichosos los ojos!

No pude evitar sonreír al ver su rostro reflejado en la pantalla de mi móvil.

—Hola —. Suspiré al hablar. No sabía ni por dónde empezar.

—Tienes la cara roja — comentó, haciendo acopio de su espontaneidad.

—¿Ha bebido? — intervino una tercera voz, y sentí un espasmo de felicidad invadirme de forma inmediata.

Carla se asomó por la pantalla y solté un alarido de emoción. Llevaba mucho tiempo sin verla. Tenía su característico pelo ondulado perfectamente peinado y sus ojos azules me contemplaban con cariño desde el otro lado de la pantalla.

—¡Carli! — exclamé, acercando mi cara a la pantalla —. ¿Estás en Londres?

—No. Yo estoy en Madrid — replicó Marina por ella.

—Ojalá estuviera con vosotras ahora — dije, saliendo del baño y caminando hacia la cama.

—¿Ya estás en Manchester? — curioseó Marina, a lo que yo asentí y giré la cámara de mi móvil para enseñarles la habitación del hotel, que obviamente destacaba por sus lujos.

—¡Que pasada! — comentó Carla. Centré la atención en su expresión y me dejé caer sobre la cama—Estábamos hablando precisamente de ti antes de que llamaras — añadió en tono sugerente y alzando las cejas —. A principios del mes que viene estaré en Londres para cubrir un reportaje —. Hizo el gesto de la victoria con los dedos antes de proseguir—. Vamos a vernos. No aceptaré un no por respuesta.

Cerré los ojos un momento y repasé mentalmente el calendario de las giras, que me había aprendido de pe a pa.

—Día dos estaremos en París — farfullé en tono pensativo —. Y luego tenemos un break hasta mediados de mes.

Una repentina sensación de añoranza se hizo conmigo y las ganas de verlas se intensificaron al comprender que volveríamos a estar las tres juntas, como en los viejos tiempos.

—Pues no se hable más — declaró Marina—.  Marcad el tres de noviembre en vuestro calendario. Hace demasiado que no hacemos una quedada como Dios manda —. Sentí su escrutinio a través de la pantalla y me estremecí de forma inmediata —. Por cierto, ¿qué querías?

Me cubrí el rostro con las manos y respiré de forma controlada antes de relatarles con pelos y señales el embrollo en el que me había metido.

—Esto es digno de telenovela — no dudó en decir Carla tras un rato, frunciendo los labios con pena al ver mi expresión teñida confusión—. No te preocupes, que no es para tanto. No has matado a nadie.

—A ver — intervino Marina —. Lo que está claro es que tienes que ser sincera con Jake —. La culpabilidad incrementó a medida que se acercaba a la cámara y su cara se apoderaba de la pantalla —. Estás a punto de cometer el mismo error que cometió Ben contigo, cielo. Sé consecuente.

Efectos secundarios [2.5].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora